jueves. 25.04.2024
elecciones castilla y leon



El presidente del partido popular logra cambiar las cosas de nuevo. Antes de irse Albert Rivera les procuró varias autonomías y ayuntamientos. Ciudadanos ha cosechado el fruto de su errática estrategia. En cada nueva contienda electoral de cualquier ámbito va despareciendo del mapa. Resulta notable que mantenga sus acuerdos allí donde lo hace. Arrimadas no ha sabido reconducir el rumbo de su predecesor.

Unidas Podemos debe haber aprendido a esta alturas que su marca ya no vende. Su líder indiscutible, que al irse designó sucesoras, perdió en Madrid frente a Mónica García y habrá que ver cómo funciona Errejón en las próximas generales. Vox ya no se contenta con poner y quitar gobiernos. Ahora quiere integrarlos, para sobrepasar luego a su futuro socio de gobierno. Esto era harto previsible desde la incontestable victoria de Ayuso en Madrid.

Convocar elecciones para beneficio propio hace mucho daño a la verdadera política y genera una enorme desidia entre los convocados a las urnas, cansados de que se descalifiquen unos a otros y se ahorran incluso hacer promesas o justificar su gestión anterior. La historia muestra en qué acaban estos procesos de polarización donde la propaganda eclipsa todo lo demás.

Ni siquiera una pandemia inédita en la época moderna ha servido para cambiar nuestra sensibilidad. Seguimos enfrascados en las propias menudencias y recuperamos las mismas inercias, pese a los grandes cambios que acontecen. La emergencia climática sigue viéndose preferida y no se toma en serio. Las desigualdades más extremas van generalizándose por doquier, sin reparar en macro datos macroeconómicos, etnias, géneros o edades.

Los jóvenes ven truncado su futuro por una precariedad insostenible y los mayores quedan fuera del mundo digital, porque se les acabará considerando un estorbo y un derroche de recursos. Hay niños que carecen de muchas cosas y vivirán aún peor que sus progenitores. Pero todo esto parece ser indiferente para los que se postulan como gestores de lo público. Algunos de hecho sólo parecen querer desmantelar o privatizar el sistema sanitario y educativo.

En este contexto el proyecto de Yolanda Diaz no parece tan personal. Unas listas de gente capaz cuyos nombres no vengan impuestos por los partidos y tengan un oficio al que volver tras dedicar un corto lapso de tiempo a la política podrían ser muy bienvenidas, porque supondrán una bocanada de aire fresco. No hay que cometer los errores ha conocidos. El espíritu del 15 ya se ha malversado lo suficiente como para repetir semejante hazaña.

Una rocambolesca votación parlamentaria nos hizo ver a quién le interesaba el fondo de la cuestión, mientras otros decidieron traficar con sus poses para la galería y su propio electorado. Tienen que aparecer nuevas voces, empeñadas en escuchar y dialogar con todos para hacer frente a los problemas, en lugar de crearlos.

Todo esto viene a cuento de las elecciones castellanoleonesas. Nada nuevo bajo el sol. Las formaciones con intereses locales tienen su sitio en los gobiernos autonómicos. Quizá también lo tengan con otras dimensiones.

¿A quién le importan los resultados electorales castellanoleonesas?