lunes. 17.06.2024

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Los trabajadores y las clases populares son para el neoliberalismo fracasados sociales y no es posible premiar el fracaso en una sociedad que es competitiva hasta el punto de que para Margaret Thatcher en realidad la sociedad no existía sino solo individuos competiendo entre sí y en la que deberían sobrevivir los más actos en una reconstrucción posmoderna del Übermensch, traducible como superhombre u hombre superior, en la filosofía de Friedrich Nietzsche, y que se sustancia en la creencia de una persona que ha alcanzado un estado de madurez espiritual y moral superior al que considera el del hombre común. Es capaz de generar su propio sistema de valores, identificando como bueno todo lo que procede de su genuina voluntad de poder. En este aberrante contexto pagar impuestos es un robo porque sirven para mantener el fracaso en una sociedad que necesita de la competitividad para ser eficiente y puntera o para dar asistencia médica a la ciudadanía improductiva como esos 7.291 ancianitos pelotudos que se murieron sin asistencia por no tener un seguro privado, como dijo Milei el bárbaro.

En este aberrante contexto pagar impuestos es un robo porque sirven para mantener el fracaso en una sociedad que necesita de la competitividad para ser eficiente

¿Por qué aceptamos esas cosas que pretenden el genocidio social de las mayorías sociales? Harold Rosenberg definía el pop art como un arte publicitario que se publicita como arte que odia la publicidad. Quizá sean un antecedente de lo que hoy se denomina posverdad. El diccionario de Oxford ha definido esta palabra de moda de la siguiente forma: “relativo o referido a circunstancias en las que los hechos objetivos son menos influyentes en la opinión pública que las emociones y las creencias personales”. La posverdad está en las mentiras de los que intentan atraer a la gente presentándose como lo que no son y prometiendo aquello en lo que no creen. Y lo grave es que la ciudadanía les tome en serio. El término fue usado por primera vez en un artículo de The Nation sobre la primera guerra del Golfo. En su trabajo, el autor decía que lamentablemente el mundo occidental ha elegido libremente vivir en una especie de mundo de la posverdad, donde lo cierto como tal ha dejado de ser relevante.

La mentira a modo de estrategia política conduce a un redivivo goebbelianismo y un deterioro democrático visto cada vez con mejores ojos por la derecha. Se trata de implantar con todas sus consecuencias el minarquismo, una filosofía política que propone que el tamaño, papel e influencia del Estado en una sociedad debería ser mínimo, solo lo suficientemente grande para proteger el espacio aeroterrestre de una nación. La minarquía es un modelo de un Estado cuyas únicas funciones son proporcionar a sus ciudadanos la polica, los militares y los tribunales, protegiéndolos de la agresión y el robo, y haciendo cumplir las leyes de propiedad. Pero como decía Bertrand Russel, la propiedad privada solo es aceptable cuando no se convierte en poder político. Sin embargo, mediante la fe en el minarquismo y la posverdad la superioridad del Übermensch se consigue desde la desconstrucción de la ética, la mediocridad intelectual y la violencia material y moral. Una barbarie neta sin mezcla de pálpito democrático alguno.

Los balances de las entidades financieras o la rapiña de los fondos buitre son más importantes que las necesidades y la misma existencia de las personas

El Estado para los conservadores no es lo suficientemente hostil para la mayor parte de los ciudadanos. Sartre nos alerta de la tentación de la irresponsabilidad, y a continuación, señala que no hay lugar para la excusa porque no hablar también es hablar, callarse es seguir hablando. Una sociedad silenciada, como pretende el Partido Popular, es obra de la confusión, que no deja de ser la peor de las mentiras. De poco ha servido la civilización para concluir en la perversa ontología de una realidad que se ahorma a los intereses de unas minorías organizadas a costa del genocidio social de amplios sectores de la población. La concepción de Walter Benjamín de la historia como catástrofe sólo es aplicada a la parte más débil de la sociedad. Los balances de las entidades financieras o la rapiña de los fondos buitre son más importantes que las necesidades y la misma existencia de las personas.

¡Son los nuevos bárbaros, carajo!