sábado. 20.04.2024
casado ayuso
Casado y Ayuso en una imagen de archivo.

Los hombres no somos tan diferentes de los primates. Si acaso un poco más guapos. ¡Habrá que ver qué opinan ellos! Pero en lo fundamental, creamos nuestra personalidad con base a la imitación. De niños lo imitamos todo y a todos. Más tarde vamos seleccionando. Acabamos siendo lo que imitamos. Ni soy psicólogo ni argentino, pero creo que ése es uno de los fundamentos de la ciencia moderna. Desde la teoría freudiana del superyó a los mitos clásicos como taxonomía de la caracterología humana y los síndromes y complejos patológicos. Solo hablo desde la lectura y la experiencia.

En ese sentido siempre me pregunté por la personalidad de nuestra Presidenta autonómica porque me producía extrañeza. Tan joven y tan de otra época, rancia, antigua. Con tantas oportunidades y sin embargo tan ignorante, tan bruta. Tan ignorante y tan atrevida, tan echada para adelante. Tan femenina y tan poco empática. Tan desclasada y tan afín a los ricos y los poderosos. Tan ingenua y tan fiera.

Siempre he pensado que Doña Isabel había construido su personalidad en la imitación de los personajes de las zarzuelas. Ya saben: La Gran Vía; Agua, Azucarillos y Aguardiente, etc. Chula/Chulapa; Madrileña/Madrizleña; Popular/Populachera, Taurina/Torera, Manola… La zarzuela y el casticismo. Bien podría, en otro tiempo haber sido la modistilla deslenguada y respondona enamorada del Pichi correspondiente.

Y ese modelo venía funcionándome hasta ahora. Su reciente conflicto con Pablo Casado y el desarrollo de los acontecimientos y su resultado, han puesto en evidencia elementos que no había considerado y que exceden de la zarzuela y nos introducen en el campo del folletín y la ópera. La venganza, amigos, es un género. Siempre me han causado pavor los cuadros bíblicos de El Prado especialmente el de Salomé con la cabeza de Casado, digo San Juan Bautista en la bandeja; el de Judith decapitando a Holofernes; o el de Fulvia y Marco Antonio, con la cabeza decapitada de Cicerón y su lengua cosida por las horquillas de la señora. Algún día, no muy lejano, veremos en un museo de arte moderno, un cuadro abstracto denominado “Isabella con las cabezas de Paulus y Teodorus”. Sólo falta alguien que lo pinte.

En nuestros días y ya en el mundo real ahí tienen a la inolvidable Lorena Bobbitt, otra latina con casta y torera que cortó dos orejas, creo, y rabo… La cosa le salió gratis porque fue absuelta por los Tribunales de Justicia. (Al menos su marido, tras el implante, se consoló haciendo carrera y dinerete como actor porno).

Doña Isabel ya es otra “Carmen”, el personaje de Merimée sacado de un poema de Pushkin

Doña Isabel ya es otra “Carmen”, el personaje de Merimée sacado de un poema de Pushkin. La bailaora gitana sevillana, hermosa y frívola, de sexualidad libre (en su época, “ligera de cascos”), cruel y rompecorazones que destruye la vida de su amante, el Cabo Don José, que deserta del ejército y acaba en una cuadrilla de bandoleros (¡Quién sabe dónde terminará Casado habiendo empezado por dónde acabó Don José!). La “Carmen” ingrata que abandona a Don José, que limita su libertad en la versión feminista (¡en 1820 y siendo Rey de las Españas Don Fernando VII!), para “liarse” con el torero Escamillo y que acaba, víctima de violencia de género, asesinada por Don José. Aunque, como sabrán, hay un final más moderno en que Carmen mata a Don José en defensa propia. Más o menos como Lorena Bobbitt. ¿No les parece evocador? Al menos hay algunas analogías. Aunque no sea más, hay bailaoras, toreros y España cañí.

No puedo evitar estar conforme, con matices, con Dostoievski cuando afirmó respecto de los Hermanos Karamazov que “se odiaban como solo dos hermanos pueden llegar a odiarse”. El cainismo, el odio entre hermanos, puede llegar a ser extremo. Por encima o a su nivel, solo el odio entre amantes. Porque, entre hermanos o entre amantes, a las cuestiones patrimoniales (oficio del padre, en latín. El maldito parné) se suman las cosas matrimoniales (oficio de madre, en latín. Las cosas cotidianas del hogar, podríamos decir). El odio es el reverso del amor. Y no siempre distinguibles.

Sin embargo, la venganza es un arte complejo que tiene sus reglas. Ha de servirse fría y en su momento, ha de cobrarse el precio justo y sobre todo la venganza no puede parecer una venganza, ha de parecer un accidente. Y, como respuesta a un daño realmente sufrido o al menos sentido, la regla debe ser la indemnidad del vengador. La “regla yo tuerta, pero tú ciego” solo vale para las venganzas desesperadas y en realidad no es una venganza, es un suicidio acompañado.

En el caso que nos ocupa está claro que aún antes de la polémica por lo de la fecha del Congreso del PP de Madrid y si su Presidente debía ser Ayuso o Almeida, y yo diría que antes incluso de ser propuesta como candidata a presidir la Administración autonómica, esta ya se sentía dañada, damnificada. Ya había concluido su amistad histórica, los abrazos, arrumacos y cañitas. Y eso explicaría que Casado la debió postular por “otras razones”, incluso en contra de su voluntad, forzado. El indiscutible éxito electoral de la candidata, que quizás no fuera esperado por Casado, dado que esta, como él, procedía de la nada y, como él, no era nadie en la escena política pese a estar entronizados, actualizó el conflicto entre ambos. Los polos iguales se repelen. Incompetentes, ignorantes, narcisistas, prepotentes y pagados de sí mismos, ambos. Necesitados los dos de que les construyan “el discurso” o sea los eslóganes supuestamente ingeniosos, y de la tutela permanente, incluso violenta, de sus respectivos M.A.R. no vaya a ser que, obligados a improvisar, “la caguen”.

El desenlace de este folletín motivado por el incidente del supuesto espionaje desde el Ayuntamiento encargado por Casado y los contratos del hermano de Ayuso con la Comunidad de Madrid, que aquel intentó aprovechar para desembarazarse de su antigua amiga concluyera muy malamente para ambos. Un final romántico, propio de un folletín o una ópera. La muerte (política) de ambos.

El fin de Pablo Casado, abandonado por todos, es fácil de explicar: ¿a quién se le ocurre en una reunión de delincuentes decir que va a llamar a la Policía? ¿A quién que va a investigar un caso de corrupción, allí donde esta es práctica general? ¡Normal que se dieran por aludidos! Unánimemente. ¡Desbandada general! Contando además con que, en los dos años desde su ascensión, por descarte, a la Presidencia del PP ya había hartado a todos los barones de su partido, al Partido Popular Europeo, se había enfrentado a la CEOE, a la Conferencia Episcopal… En definitiva, a estas alturas todo el mundo de las derechas era consciente de que Pablo Casado había excedido su nivel de competencia/incompetencia. Pero el problema en el PP no es nunca la incompetencia (a la que tras sus últimos cuatro Presidentes deberían estar acostumbrados). El problema de Casado, a diferencia de Rajoy, era su voluntad de estar en todos los platos. Nada hay peor que un tonto hiperactivo.

Y no diferente es el final de Ayuso. Por su animosidad contra Casado se precipitó en su venganza y aún después de decapitado pretendía prolongarla. Si hubiera esperado, si un tiempito se hubiera hecho la victimita… Y a fuer de mantener en la Presidencia a Casado, cada vez más desgastado, podría haberse postulado para Presidenta en un futuro Congreso, pero se ahogó en la hiel de su odio, se quemó en el fuego de su pasión y su venganza solo sirvió de beneficio a un tercero. Su inseguridad le hizo sentir que había llegado prontamente su final en la política. Aparentemente ganó, pero sus posibilidades de promoción, que en algún momento las tuvo, se diluyeron. Perdió ganando. El nuevo PP se basa en Galicia y Andalucía. Y Madrid ha dejado de ser España o España ha dejado de ser Madrid, que ya no me acuerdo como era la cosa. Y el gallego ya ha tomado nota de quién está detrás de Doña Isabel, cómo se las gasta y que sólo es fiel a su propio interés. Ahora, Núñez Feijóo solo necesita tiempo. El tiempo que, según Rajoy, arregla todos los problemas. Y Ayuso, no debe volver a serlo.

'La Lorena Bobbitt de Madriz'