jueves. 28.03.2024
alberto garzon
 

Hay alianzas perversas que ni siquiera se fraguan intencionalmente y son fruto de unas inercias que deberían revisarse. Algunos políticos entienden que no pueden mantener públicamente sus ideas cuando se convoca una campaña electoral. Ciertos intereses económicos mueven sus resortes propagandísticos para deformar una notica que logra cautivar a los medios de comunicación. La unión de tales elementos provoca una tormenta desinformativa que nos hace naufragar entre tanta neblina.

Los espejismos de las patrañas reiteradas hasta la saciedad logran fijar otro rumbo informático y distraernos de lo que realmente cuenta. El ministro de Consumo concedió una entrevista en que trató temas muy interesantes relacionados con sus competencias, cuál sería el caso de nuestros hábitos alimenticios y la mejora de los productos a consumir con una estrategia sostenible menos dañina para el medio ambiente. De ahí la distinción entre ganadería extensiva e intensiva.

Un modelo apuesta por las granjas o caseríos de siempre, donde las familias cuidan a su ganado tanto como al entorno. Los pastos llegan a moldear y preservar espacios naturales de gran belleza, disfrutados el vecindario y los paseantes ocasionales. El otro busca una rentabilidad mayor sin parar en mientes y su progresiva mecanización tampoco debe asegurar muchos empleos estables. En cambio hay serios indicios de que contaminan mucho más incluso los ríos cercanos y ofrecen un producto de inferior calidad.

Las vacas no se han vuelto locas, pero esta delirante maniobra de distracción acaba por hacernos enloquecer

Estamos ante un debate de gran interés. Pero en lugar de intercambiar pareceres respecto a nuestra nutrición y el medio ambiente, asistimos a una ceremonia de la confusión, donde todo se arregla haciendo dimitir a un ministro por el humo de la hojarasca prendida en torno a sus declaraciones. En lugar de concentrarnos en examinar lo que pueda ser la madre del cordero, jugamos a sacrificar un chivo expiatorio, como si con ese cambalache no se nos diera gato por liebre. Las vacas no se han vuelto locas, pero esta delirante maniobra de distracción acaba por hacernos enloquecer.

Al convocarse unas elecciones anticipadas, confiando en las encuestas y queriendo repetir la maniobra de Ayuso para despedir a su anaranjado socio gubernamental, Mañueco ha considerado que puede resultarle muy rentable hacer carnaza con ese disparate. Casado aprovecha para cargar contra el presidente del gobierno y sus connivencias con las malas compañías que le permiten seguir en la Moncloa. Todo ello es tan ruin como previsible.

Sin embargo, es más llamativo que algunos barones del partido socialista decidan entrar en liza para favorecer su San Martín particular. O que ciertos miembros del ejecutivo califiquen como desafortunadas e inoportunas las declaraciones de Garzón. Una de dos. De haber manifestado una opinión lesiva para las líneas maestras del gobierno, tendría que ser fulminantemente cesado en medio del escándalo. Y de no ser así, tendría que verse apoyado por el órgano colegiado al cual pertenece.

Una vez más, nos vamos por las ramas y desatendemos lo principal. ¿Cuál es el problema de las declaraciones hechas a The Guardian? ¿Sus contenidos o el jaleo que se ha montado en medio de una campaña electoral? A Garzón le honra mantener lo que dijo y que, a su juicio, forma parte del pacto de coalición gubernamental y es acorde con las directrices europeas que abordan esas cuestiones. Desconcierta, eso sí, que no volviese a decir lo mismo, si hubiera sabido que había una campaña electoral en ciernes. Confío en haberle comprendido mal.

Me descubro de nuevo ante Yolanda Diaz. Su intervención ha sido tan breve como contundente. Hay que cuidar el pacto de gobierno. En otras ocasiones no ha sabido respetar las reglas el equipo de Unidas Podemos. Por eso tuvo que irse Pablo Iglesias, entre otras cosas. Era un lastre para el desarrollo del acuerdo que propició. Pero el otro socio debe remar en la misma dirección sin poner palos en las ruedas.

Desde luego, las apariencias engañan, sobre todo en medio de una campaña electoral, donde los objetivos propagandísticos vienen a trastocar el noble arte de la política, para convertirla en algo parecido a un reality show, como el del programa televisivo que protagonizaba Donal Trump antes de llegar la Casa Blanca.
 

Sobre esto se ha dicho...

Garzón al pie de los caballos