viernes. 26.04.2024
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Emiliano García-Page y Javier Lambán en una imagen de archivo.
 

En su entrevista a The Guardian, Alberto Garzón se limitó a describir una certeza indiscutible.

Aquí hay que diferenciar entre la ganadería industrial y la ganadería extensiva. Esta es una ganadería ecológicamente sostenible y que tiene mucho peso en determinadas regiones de España como pueden ser Asturias, parte de Castilla y León, incluso de Andalucía o ExtremaduraPero esta es sostenible. La que no es en ningún momento sostenible es la que llaman las macrogranjas… Pero, claro, es que cogen un pueblo de la España despoblada, meten 4.000 cabezas de ganado allí, o 5.000 o 10.000, contaminan los suelos, contaminan el agua y después normalmente se exporta. Es una carne de peor calidad, es un maltrato animal y es un impacto ecológico descomunal y desproporcional. Teóricamente los ganaderos de ganadería extensiva deberían estar de acuerdo con nosotros porque nunca hemos dicho que no hay que comer carne, sino que hay que reducir el consumo y que la carne que se consuma sea así”. 

En ningún momento criticó a la ganadería en su conjunto, al contrario, alabó la extensiva. Y manifestó algo obvio: que los productos de la ganadería industrial son peores que los de la extensiva, algo indiscutible. Garzón ni criticó a la ganadería en general ni manifestó que los productos de la industrial no fueran sanos, simplemente dijo que eran peores que los de la ganadería tradicional extensiva.

Posteriormente la derecha política y mediática, con la vista puesta en las elecciones de Catilla y León, lanzó el bulo repetido hasta la saciedad de que el ministro de Consumo había atacado y despreciado a la ganadería española y descalificado la carne exportada. Una falsedad como a la que nos tiene acostumbrada la actuación “trumpista” de la derecha española y sus voceros mediáticos que son muchos e influyentes. Todo ello impulsado por el poderoso “lobby” de la industria cárnica.

Pero eso no ha sido lo peor sino que esta burda mentira ha sido respaldada rápidamente por los tradicionales “míseros” del PSOE, los barones siempre críticos con el “sanchismo”, Lambán y Page y sus ministras en el Gobierno: la de Educación, Pilar Alegría (Aragón) y la de Política Territorial, Isabel Rodríguez (Castilla la Mancha). Todos los cuales con sus críticas y la petición de alguno de ellos del cese inmediato de Garzón dieron cobertura a la posición planteada desde la derecha ultramontana.

Las posteriores manifestaciones del ala socialista del gobierno incluyendo su Presidente, todas ellas como mínimo moderadamente críticas con Garzón han llevado a la incongruencia de que desde posiciones del Gobierno se descalifiquen sus propias políticas. Eso no es nuevo, en muchas ocasiones ante las proclamas falsas de la derecha los socialistas se encogen y se sitúan en posiciones defensivas en lugar de lanzar una ofensiva en favor  de sus actuaciones.

Porque la realidad es que las declaraciones del Ministro de Consumo, que en el peor de los casos pueden considerarse inoportunas por el momento en que se publican, no hacen más que dar voz a una realidad que se refleja no sólo en los documentos del Gobierno y de la propia Unión Europea sino que también son avaladas científicamente y tienen el apoyo de una buena parte del sector agrícola y ganadero de nuestro país.

En la Estrategia Española de Economía Circular (EEEC) hasta 2050 del Gobierno se cita:

"En el ámbito de la ganadería, se deberían promover sistemas productivos extensivos (1) para aprovechar los recursos del ecosistema, con razas autóctonas que están mejor adaptadas al territorio, y hacer un uso más eficiente de los recursos”. "En el sector agroalimentario el reto es hacer posible la producción de alimentos en origen de mayor calidad a precios razonables, con una reducción del impacto derivado de su producción, tanto en el ámbito de las emisiones, del uso del agua, de los residuos no valorizados, o en la utilización de productos químicos en toda la cadena de valor a través de mejora en la eficiencia de utilización de insumos, así como la reducción del impacto derivado de la generación de residuos tanto en el ámbito de la producción como del consumo”.

En la Agenda 2030, cuyo “pin” acostumbran a lucir el Presidente Sánchez y sus ministros, su Capítulo 2 se titula “Lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible”. Y a continuación se anuncian entre otros los siguientes argumentos:

“Alimentación saludable basada en productos frescos y sin aditivos, potenciando el consumo de productos de sistemas locales y, muy especialmente, la agroecología y luchar contra los malos hábitos alimenticios”.. “mejorar el sistema alimentario a través de la mejora de la productividad, la calidad y eficiencia de la agricultura, mejorando y estabilizando los ingresos de los productores (en especial de los pequeños) y fomentándose los sistemas agroalimentarios sostenibles y el mantenimiento de la diversidad…políticas relacionadas con la producción agraria, la sostenibilidad de la agricultura, el desarrollo rural, la gestión de las cadenas alimentarias y el medio ambiente…proteger y promover la agricultura familiar. En España, la agricultura familiar es poco intensiva y, a menudo, está relacionada con patrones de producción y consumo sostenible (sistemas extensivos, técnicas tradicionales, producción en ámbitos desfavorecidos que dan soporte a zonas y especies de alto valor) por lo que, su protección y mantenimiento, es clave para avanzar hacia un desarrollo sostenible”.

Pero no es sólo la opinión del Gobierno sino la que comparte una buena parte del mundo agrícola y ganadero tradicional en España al que ensalzó Garzón en la entrevista. Así el portavoz de la Comisión Ejecutiva de la COAG ha manifestado:

“Si avanzan las macrogranjas la ganadería y la agricultura familiar va a desaparecer”; “las macrogranjas eliminan la figura del ganadero que cuida de los animales”. “En una granja industrial los animales acaban siendo un elemento de un negocio y por lo tanto la relación y el trato no puede ser el mismo, hay mucha diferencia entre pequeñas y medianas granjas de lo que es una macrogranja donde se pierde directamente esa relación del cuidado de los animales”.

Asimismo la Coordinadora Estatal Stop Ganadería Industrial confirma los "daños" que produce este modelo y se muestran a favor de las actividades ganaderas extensivas, que "respetan los recursos, fijan población y ofrecen un producto de calidad superior”.

Finalmente sólo señalar que la Unión Europea ha manifestado su propósito de favorecer el modelo de explotación familiar y profesional. Que los gobiernos autonómicos de Castilla-La Mancha, Aragón (sí, justo los de Page y Lamban)  junto con los de Catalunya y Navarra han aprobado iniciativas para prohibir o limitar la construcción o aprobación de macrogranjas. Y el propio Ministro de Agricultura Luis Planas aseguró en el  Congreso de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) que elaboraría un decreto ley para “regular el tamaño de las granjas de vacuno, en el marco de un modelo de agricultura familiar y profesional”.

Todo ello nos lleva a afirmar que la campaña contra Garzón es simplemente una más de la “guerra sucia” de las derechas y sus altavoces mediáticos contra el Gobierno Progresista de coalición, ayudados por los “míseros palmeros” del PSOE más conservador y del temblor de piernas de la parte socialista del Gobierno incluido su presidente.

(1) El Economista
 

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Garzón, la demagogia de la derecha y los míseros del PSOE