sábado. 27.04.2024
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María Chivite (PSN) y Enrique Maya (Navarra Suma). Imagen de archivo.

¿Puede un partido político denominarse de izquierdas y permitir con su estrategia que la derecha se enrame en el poder municipal? Ha sido práctica habitual. Lo ha hecho el PSN y muchos partidos más. Y por llamarse de izquierdas que no quede. Pero lo que importa no es lo que se dice ser, sino lo que, en última instancia, se hace. Y dejar que gane la derecha no es, ni lo será nunca, un activo de la izquierda.

Entiendo que del mismo modo que la militancia socialista se ha cabreado ante los miles de obreros votando derecha en las últimas elecciones, eso mismo debería suceder caso de que el PSN permitiera que la derecha se hiciese con la alcaldía de Iruña. Y, al mismo tiempo, no se comprende muy bien que, si las bases socialistas son de izquierdas, lo permitan y no clamen contra esa decisión y contra la dirección del partido en Navarra, si es que el centralismo democrático de Ferraz se lo permite. Menuda paradoja. En Madrid, EH-Bildu apoyando al PSOE para sacar adelante los presupuestos y otras leyes, y en Navarra ni mirarle a la cara. Se necesita une egocentrismo político desmesurado para pedir a dicha coalición que siga apoyando al PSN y aprobar así los presupuestos regionales y, a continuación o de forma simultánea, no quiera saber nada en lo tocante a permitir que Asiron sea alcalde y, por el contrario, lo siga siendo un representante de la derecha más cerril y rancia de España.

Causa perplejidad oír a dirigentes socialistas lamentar el espectáculo de las últimas elecciones en distintas poblaciones españolas donde las supuestas izquierdas de toda la vida votaron a la derecha, y que, ahora, callen y no digan nada de la estrategia que el PSN pretende imponer con el fin, no sólo de que el aspirante de Bildu no sea alcalde de Iruña, sino que le ponga la alfombra roja a la derecha a cambio de un plato de lentejas revenidas y sin aliño. ¡Como si no hubiéramos visto bastante en esta legislatura con el inefable Maya y su cohorte de infanzones! Hay que tener un cuajo elevado de masoquismo para aguantar de nuevo semejante chaparrón de granizo institucional. A no ser que el PSN considere que entre su política social e institucional y la de la derecha no se llevan un pelo de conejo de diferencia y le da lo mismo quién gobierne, mientras no lo haga Bildu. Porque esa es la cuestión: que no gobierne Bildu.

La pregunta es por qué el PSN tiene tanta inquina a Bildu. Que se sepa, Bildu rigió los destinos del Ayuntamiento durante una legislatura. ¿Se puede saber qué es lo que Bildu hizo mal para despertar tanto enojo en el PSN? ¿Tan traumática fue dicha experiencia? ¿Acaso lo hicieron tan mal que cuando gobernó el PSN la municipalidad? Demuestre el PSN que cuando gobernó Bildu el Ayuntamiento de Iruña fue a la deriva y seguro que, entonces, se entenderían perfectamente las razones en las que asienta su rechazo a la coalición abertzale. Eso, o demostrar por vía empírica que, dadas las experiencias municipales del pasado, lo que conviene a Iruña es un alcalde de UPN, cuya actuación, al parecer, vale por dos, la suya y la del PSN.

Los votos de Bildu son tan constitucionales y democráticos como los que adornan a los ediles del PSN

Hasta la fecha, la única argumentación utilizada para dejar abierta esa posibilidad se basa en el habitual argumento ad hóminem, que es una falacia total. Que los socialistas del PSN se dejen convencer con los mismos afeites embusteros que la derecha de este país han utilizado en estas últimas elecciones, demostraría que, en el fondo más superficial, no tiene criterios propios o, si los tiene, no quiere usarlos para no enfadar al patrón de Ferraz. El PSN sabe que sus argumentos son deleznables, es decir, quebradizos y ayunos de racionalidad pragmática. Y lo saben por dos razones inequívocas. Primera, los votos de Bildu son tan constitucionales y democráticos como los que adornan a los ediles del PSN. Segunda, conocen muy bien a los electos de Bildu. Se entendería perfectamente que se los reprobase caso de encontrar en ellos el estigma imborrable de haber cometido algún delito de suma gravedad. Pero ¿es el caso? De serlo, hace tiempo que estarían en Carabanchel comiendo la sopa boba del Estado. ¿Que no han perdido perdón a las víctimas y que siguen siendo los albaceas de ETA? Lo siento, pero, si no le importa, tócala otra vez, Sam.

La etarridad de Bildu solo la ven quienes no tienen más argumentos políticos que utilizar para demonizar a la coalición y a quienes utilizan pragmáticamente sus votos cuando interesa. Habría que preguntarse de qué forma el franquismo de tantos políticos de derechas no es el exclusivo humus ideológico con el que una y otra vez escanean lo que pasa en este país. ¿Cuántos de esos herederos del franquismo irredento han pedido perdón a las víctimas que ocasionaron sus abuelos, sus tíos y, en el peor de los casos, sus progenitores? ¡Joder, si es que ni siquiera quieren que se les dé una sepultura digna! Cuando interesa, hay que olvidar el pasado porque huele a naftalina, como decía Zaplana y Rajoy. Cuando no, hay que remover la mierda hasta que inundemos con su hedor al adversario.

Lo diré sin más rodeos dialécticos. Al PSN le viene pintiparada la apelación a ETA, que es el pretexto que ha hecho la derecha de forma justa, en ocasiones, pero no ahora que la entente vasca está más que extinguida que el Jurásico. Pero muy mal lo tendría el PSN si tuviera que demostrar que la política municipal y autonómica que llevaron a cabo los políticos de Bildu en el pasado fue un programa elaborado por la organización Euskadi ta Azkatsuna desde la sepultura.

En cualquier caso, no es la primera vez que el PSN utiliza esta especie de deux ex machina que dijera Eurípides, para justificar ante su parroquia y, especialmente, ante la hipocresía de la derecha, la toma de sus posiciones políticas en este caso y marginar a quien haga falta en la toma del poder. Y lo ha hecho en muchas ocasiones.

Recuerdo una de ellas.

El jefe de gobierno de la II República, desde mayo de 1937 a marzo de 1939, fue Juan Negrín, a quien, todavía, en ciertos andurriales de la derecha se le sigue considerando como un servidor de la conspiración comunista a sueldo de Moscú. Pío Moa y Jiménez Losantos siguen enrocados en semejante homilía para fanáticos.

El PSOE de aquella época, controlado por Indalecio Prieto, lo expulsó del partido en 1946, acusándolo de ser un siervo del Partido Comunista de España y de la Unión Soviética. A Negrín le acompañaron treinta y cinco de sus partidarios. Con el tiempo, que no lo cura todo, pero, en ocasiones, coloca a cada cual en el nicho que le corresponde, la “Resolución del 37 congreso federal PSOE, Madrid 4, 5, 6, de julio de 2008”, reconoció que “la mayor parte de las acusaciones dirigidas contra Juan Negrín y sus colaboradores cercanos en el gobierno y el PSOE carecen de todo fundamento (en particular su presunta sumisión a Moscú o el cese, a instancias soviéticas, de Indalecio Prieto del Ministerio de Defensa Nacional) y que el apoyo de Negrín en el partido comunista y en la URSS para organizar una política de resistencia, tras la caída de Barcelona, estuvo orientada a garantizar la salida de mayor número posible de republicanos al tiempo que se preparaban las estructuras para su poyo en exilio”. Es decir, que, después de reconocer aquel “gravísimo error histórico”, tuvo que admitir a título póstumo a todos los expulsados.

Ya ven, en 1946, el PSOE utilizó el pretexto de la marca comunista para echar del partido a uno de sus más significativos dirigentes y a treinta y cinco de sus seguidores. Espero que los actuales dirigentes socialistas no sean ni fatalistas, ni deterministas, pero, visto el panorama y las declaraciones de la presidenta autonómica de Navarra, la consecuencia no puede ser más negra si extrapolamos aquel hecho a las témporas de hoy. Si aquel PSOE no dudó en acusar con el sambenito de comunistas a sus propios compañeros de partido, ¿de qué no será capaz el PSN actual de reprochar a quienes, no siendo de su propio partido, son filoetarras? La retranca de la pregunta es que, incluso, aun siéndolos, al menos en el imaginario del PSN, este no hace ascos para aceptar sus votos “de sangre” y aprobar así sus presupuestos y, en el más farisaico de los casos, aceptar su abstención para salir elegida jefa del ejecutivo navarro.

El PSN debería dar un paso al frente, no para cantar al sol, desde luego, pero sí para aceptar de una vez por todas que EH-Bildu es tan democrático y tan constitucional como el partido socialista y que ya está bien de seguir la morralla ideológica de la derecha, que lo único que consigue es envenenar la política institucional de este país y un poco menos en Navarra, porque, como suele decirse, aquí nos conocemos todos.

Decía el poeta A. González en sus “Glosas a Heráclito” que “nadie se baña dos veces en el mismo río” o, si es un chino quien traduce al filósofo griego presocrático, “nadie se mete en el mismo lío, excepto los marxistas leninistas”. Esperemos, aunque mejo hacerlo sentado porque derecho nos hemos de cansar demasiado, que el PSN, al no ser ni marxista ni leninista, no se bañe dos veces en el mismo río, ni se meta en el mismo lío en que ya se enredó en otras ocasiones, y, por tanto, no se tire a dicho cauce. Recuerde, además, que la palabra cauce, del latín caucem, deriva coz, porque eso es lo que haría si se precipitara en dicho cauce, dar una coz a la ciudadanía y a la democracia. Pues no debe dudar, al menos eso es lo que dice Sánchez, “si gana la derecha, será dar un paso más al inmovilismo y a la intransigencia antidemocrática”. Si eso es así en España, ¿por qué no puede serlo en Navarra?

No sé, pero si el PSN de Pamplona permite que la derecha se haga con la vara de mandar en su ayuntamiento, recordará a aquellos tránsfugas que enviaron al Partido de Simancas de la Comunidad de Madrid al desierto a ordeñar alacranes. No creo que sea eso lo que desean…para los demás. Porque los demás somos los ciudadanos que tendremos que aguantar en Pamplona otro gobierno municipal nefasto de la derecha.

Ante la elección del alcalde de Pamplona