viernes. 29.03.2024
dinero

José Santos Pulido | Un dilema clásico es ¿que fue primero el huevo o la gallina? Ya que muchos huevos se comen y otros se dejan para tener más gallinas, la respuesta es indiferente para el común de la gente. Sin embargo, si tiene interés conocer el verdadero origen de los conceptos básicos para poder comprenderlos en profundidad.  

Centrándonos en el caso del dinero hay que empezar por definir ese concepto. Las teorías clásicas definen el dinero citando para que ha servido y sirve, que es evitar la necesidad del trueque de cosas las personas, así mismo permite retrasar la compra de bienes hasta que se necesiten y por último posibilita comparar la utilidad (valor) de cosas diversas. 

Para que algo puede ser utilizado como dinero debe ser duradero y apetecido generalmente por todas las personas. Muchas cosas se podrían utilizar como dinero, pero al final se impusieron bloques de metal y sus aleaciones, que fraccionándose dieron lugar a las monedas. Para evitar tener que pesar rutinariamente las monedas, estas empezaron a marcarse, y esa función acabó siendo monopolio de los soberanos de los estados.

En estos momentos hay una creación desbocada de dinero bancario, que gran parte se dedica a la especulación financiera y, para que siga existiendo necesita la garantía de los estados, que puede considerarse indiscutible a la vista de lo ocurrido

Teniendo en cuenta los riesgos de robo de las monedas, muchas personas pidieron a otras con mayores medios, como los orfebres de Londres, que se lo guardaran, recibiendo a cambio un recibo del depósito. Estos recibos se iban trasmitiendo entre unas personas y otras para cancelar deudas, siendo el germen de los actuales billetes. 

Los orfebres enseguida se dieron cuenta que los dueños del dinero tardaban mucho tiempo en reclamarlo, por lo que se les ocurrió que podían prestarlo temporalmente a otros, mediante la aceptación de pagarés, pero en vez de monedas entregaban a sus deudores recibos similares a los que habían entregado a los depositantes iniciales. Por este motivo, en un entorno determinado, circulaban recibos de los orfebres por importe global mayor que las monedas depositadas. 

Reconociendo los gobiernos que la emisión de billetes de banco tenía una gran potencialidad económica, decidieron controlar esa actividad, normalmente concediendo el monopolio de emisión de billetes a una única sociedad, a cambio de determinadas obligaciones

Algunos comerciantes se especializaron en emitir billetes con el respaldo de su propio patrimonio, apareciendo así la figura del banquero, lo que no impedía que también aceptaran depósitos. Sin embargo, por motivos de desconfianza esos billetes solo se aceptaban en la ciudad del banquero y sus aledaños. 

Reconociendo los gobiernos que la emisión de billetes de banco tenía una gran potencialidad económica, decidieron controlar esa actividad, normalmente concediendo el monopolio de emisión de billetes a una única sociedad, a cambio de determinadas obligaciones. Nacieron así, por ejemplo, el Banco de Francia, el Banco de Inglaterra, o el Banco de San Carlos en España, que eran entidades privadas y que todas estaban nacionalizadas en el siglo XX. En el año 1998 se creó el Banco Central Europeo, que es un banco central plurinacional, aunque eso no ha supuesto la desaparición de los bancos centrales nacionales.   

No vamos a entrar en el estudio de los diversos sistemas monetarios que han existido, pero si decir que en la actualidad ninguna moneda está respaldada por oro ni por ningún otro bien, sino que su aceptación deriva de la solvencia de emisor de los billetes, es el llamado dinero fiat. Sin embargo, el dinero que circula en forma de billetes  es una fracción muy pequeña del total que existe en la economía, ya que la mayor parte del dinero es el llamado dinero bancario creado por bancos no centrales. 

La creación del dinero por los bancos privados se hacía, según yo tenía entendido, sobre la base de prestar el dinero previamente depositado por los clientes, este dinero, aunque se gastara, se volvía a depositar en otro banco, creándose un ciclo que se autoalimentaba. Pero, como siempre existía la posibilidad de que el depositante retirara su dinero en billetes o lo llevara a otro banco, el primer banco tenía que dejar de prestar parte de los depósitos, por lo que el ciclo se agotaba por sí mismo. El porcentaje que el banco tenía que dejar sin prestar se denominaba coeficiente de caja, y mientras fue obligatorio estaba fijado por Ley. 

Sin embargo, en los textos más recientes se dice que los bancos crean el dinero cuando conceden préstamos, que se materializan inmediatamente en sus correspondientes depósitos, contradiciendo de alguna manera la idea primigenia de los orfebres londinenses. Esto supondría que desde un punto de vista teórico el concepto de coeficiente de caja no tendría sentido, aunque en la práctica siga existiendo.

Se estaría entonces ante el dilema del huevo y la gallina ¿Qué fue antes el depósito o el préstamo? Sin embargo, la respuesta es indiferente porque lo que realmente es cierto es que para las personas el dinero bancario es su saldo en la cuenta corriente de un banco, Caja de ahorros, cooperativa de crédito etcétera. Sin embargo, la duda es si es igual de “bueno” un saldo de 500 euros en una cuenta corriente que un billete de 500 euros del Banco de España. Para resolverla vamos a volver al orfebre de Londres.

Ya se ha visto antes que el orfebre había puesto en circulación resguardos de depósitos de monedas de oro por un importe mayor las monedas que habían depositado sus clientes. Si por causas extraordinarias muchos de aquellos pedían su dinero a la vez, el orfebre no podía reembolsarlos a todos, y aparecía por lo tanto una situación de falta de liquidez. No obstante, si el orfebre en cuestión tenía joyas, lingotes u otros bienes suficientes para devolver todos los depósitos, se diría que es solvente  y no habría problemas, en otro caso los depositantes podrían perder todo o parte de su dinero. 

Pues bien, se puede decir que al menos hasta los años treinta del siglo XX en EE.UU. y los setenta en Europa, la situación de los clientes de los bancos no era mejor que la de los tenedores de los resguardos de los orfebres quinientos años antes. Sin embargo, más o menos en esas fechas se puso en marcha un mecanismo para evitar que los clientes perdiera su dinero, que fue la creación del FDCI en EE.UU. y varios Fondos de Garantía de Depósitos en Europa. Estas instituciones, que en principio están financiadas por los propios bancos, en caso de insolvencia de un banco concreto devolverían los depósitos a los clientes hasta un importe determinado. 

De todas maneras, lo que Fondos normalmente hacen es apoyar al banco para que no quiebre o para que lo compre otro, porque es una solución más sencilla y barata. El problema es que cuando una crisis afecta a una entidad muy grande o varias pequeñas, las reservas de los Fondos son insuficientes para salvar a las entidades y entonces tiene que entrar a acción el Estado. 

Este ha sido el caso de España, cuando en el año 2009 la Caja Castilla la Mancha fue intervenida por el Banco de España, y su negocio fue traspasado a otra entidad. Esto supuso que las reservas del Fondo de Garantía quedaran prácticamente agotadas y para solucionar los problemas de las próximas entidades afectadas se tuvo que crear un nuevo organismo, el FROB.   

Muchos macroeconomistas, como, Jonathan Macmilan y Antonio Quero, plantean la tesis de que el mecanismo de creación de dinero bancario que se ha comentado antes es la causa intrínseca de la aparición periódica de  crisis financieras importantes y por ello proponen eliminarlo. 

Sin embargo, las instituciones públicas de los Estados más ricos han aplicado fórmulas que pretenden controlar la creación de dinero bancario para cada banco individualmente. Son los coeficientes de recursos propios, que ligan la concesión de préstamos con aquellos y la obligación de mantener un porcentaje de su activo en instrumentos financieros que se puedan vender rápidamente.    

En conclusión, en estos momentos hay una creación desbocada de dinero bancario, que gran parte se dedica a la especulación financiera y, para que siga existiendo necesita la garantía de los estados, que puede considerarse indiscutible a la vista de lo ocurrido. Lo que supone elevados costes para los ciudadanos de a pie, siendo los más evidentes la amortización de las ayudas prestadas a los bancos en crisis. En España en concreto esas ayudas están pendientes de determinar con exactitud, pero que no es descabellado pensar que podrían superar los 66.000 millones de euros

El dinero bancario, ¿huevo o gallina?