miércoles. 24.04.2024
Foto de archivo
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Aunque se piense y se diga, no es verdad. La festividad o celebración del día de Padre no se lo sacó el franquismo de su totalitario e integrista nacionalcatolicismo. Primero, fue en EEUU, donde empezó a celebrarse en junio de 1910, en el estado de Sonora. Su presidente, el republicano Coolidge, en 1924, extendió la fiesta a todo el país. 

En España, fue una maestra de un barrio de Madrid, Manuela Vicente Ferrero, quien inició dicha festividad en 1948. Para ello, organizó una misa, un festival y, en el aula, preparó algunas manualidades hechas por sus alumnas para regalar a sus papás.

Luego vino su manipulación tanto religiosa como política y consumista, pero, como queda dicho, en España la citada fiesta no nació en las entrañas saturnales del neocapitalismo liberal. Eso vino después, un después en el que ahora seguimos.

Paradójicamente, y como es sabido, José no era padre de nadie, según los evangelios. Sólo tuvo la consideración de padre putativo del niño Jesús. Putativo, del verbo putoasare, considerar. De ahí imputar, disputar, reputar, computar…, pero no de puta, ni el significado coloquial que a este término se le supone. José fue un tipo nada complaciente ni resignado, según contaba Gustavo Martín Garzo en su perturbadora novela El lenguaje de las fuentes

Del día del padre que imaginó aquella maestra madrileña ya no queda nada. La fagocitosis experimentada por el turbión del consumo, a quien le da igual el misterio de la santísima Trinidad como san José con tal de vender lo que haga falta y más, ha hecho que sean las escuelas de primaria las que más fácilmente hayan caído en su hechizo pedagógico, sentimental y lógico. 

Paradójicamente, y como es sabido, José no era padre de nadie, según los evangelios. Sólo tuvo la consideración de padre putativo del niño Jesús

Y es, precisamente, este detalle el que resulta más incómodo y menos aceptable de su celebración. Que las escuelas se presten a encaramar dicha festividad es tan inoportuna como innecesaria, y no porque vea en dicho acto resabios religiosos o integristas.

De hecho, la polémica ha surgido por donde menos te lo esperabas. Y no porque no estuviéramos avisados de lo que podía pasar. En 2010, ya se pedía que la festividad del día del padre “debería adaptarse a las nuevas formas de familia”. Parece ser que el aviso pasó sin pena ni gloria, y ha pasado lo que pasa cuando, quienes andan faltos de empatía o de sensibilidad y respeto a lo diferente, ponen el grito en el techo de la intolerancia contra quienes sí han decidido adaptarse a estos nuevos estatus familiares y, en lugar de llamar dicha festividad Día del Padre, la han calificado como Día de la Persona Especial, para no herir, dicen, la “sensibilidad de los distintos papás que puede haber en las casas”. Y ya se sabe que, quienes están al acecho y en contra de la diversidad de parejas existentes en la actualidad y en cualquier modalidad, no pierden una coma, en este caso una frase, para arremeter contra lo que ellos consideran norma y dogma inconmovibles, la terminología y el dogma del matrimonio.

Pues eso ha sido lo que ha traído en cascada esa propuesta, hecha en una escuela de Jerez en este marzo de 2023. A la maestra que tuvo la ocurrencia de llamar “Persona Especial al papá diferente”, Bertín Osborne, tan respetuoso como siempre, en lugar de mostrar su desacuerdo con tal propuesta y criticarla de forma respetuosa, no ha perdido el tiempo y se ha dedicado a descalificar a la maestra, no solo cuestionando su profesionalidad, sino pidiendo “a los padres de dicha escuela que saquen a sus hijos de ella” y, preguntándose, finalmente: “De qué manicomio no se habrá escapado esta maestra y qué cosas no enseñará a los niños de la citada escuela”. Pues eso. 

En cambio sobre la celebración de festividades, laicas o religiosas, que se vienen adaptado al currículum por un imperativo que nada tiene que ver con el aprendizaje, entiendo que se debería librar al sistema educativo de ellas. 

Quienes están al acecho y en contra de la diversidad de parejas existentes en la actualidad, no pierden una coma, en este caso una frase, para arremeter contra lo que ellos consideran norma 

Si se ha conseguido expulsar del aula algunas celebraciones religiosas que no cuadran en un sistema constitucional aconfesional, bien estará que no las sustituyamos por celebraciones más o menos laicas como el día del Padre, día de la Madre, día del Árbol, día de la Tierra, día del Agua y de los días dedicados a recordar que son el Día contra la o el... 

Si lo hiciéramos, caeríamos en la misma bajeza ideológica en que nos anegó el franquismo, cuando saturó el calendario escolar con festividades religiosas y laicas con nombres de héroes militares y batallas que solo intentaban fortalecer un sistema político dictatorial.

Alejemos de la escuela cualquier actividad que no tenga nada que ver con la formación y desarrollo del conocimiento científico, creativo y crítico del alumnado. Si una parte del profesorado considera que le acompaña el derecho curricular a celebrar el día del Padre con actividades escolares, sean de pintura o de macramé, considere que habrá quien lo tendrá para hacer lo contrario. 

La escuela no sirve para todo, ni su espacio ni su tiempo están para llenarlos con cualquier tipo de actividad. Su cometido no es, desde luego, solucionar los problemas o celebraciones emocionales, sentimentales, religiosas y laicas que una y otra vez surgen en la sociedad. La mayoría de esas pretendidas celebraciones, en ocasiones incluidas en programaciones curriculares, tienen que ver sólo con el mundo de las personas adultas y sus problemas. 

Alejemos de la escuela cualquier actividad que no tenga nada que ver con la formación y desarrollo del conocimiento científico, creativo y crítico del alumnado

Lo ideal sería dejar la infancia y adolescencia en paz, alejadas de nuestros conflictos ideológicos y religiosos que en nada favorecen el desarrollo de su conocimiento y formación interdisciplinar. Miedo dan algunos cuando, al advertir que en la sociedad actual la salud mental y el suicidio se han convertido “en acuciante problema de todos”, propongan introducir ambas temáticas en el currículum. 

Que las familias actuales, estén como estén estructuradas, y quieran celebrar el día del Padre o de la Persona Especial que decía la maestra de Jerez, nadie debería impedírselo, como quieran hacerlo y en donde quieran. Pero no hay necesidad alguna que la escuela haga nada al respecto, como no la tiene en los cumpleaños de cada miembro de la familia. Se celebran, en casa y punto.

Dejemos la escuela en paz. Busquemos la formación científica de la persona en cada una de las etapas educativas y asignaturas programadas. Seguro que lo demás, incluido el respeto, la solidaridad, el esfuerzo y la responsabilidad, se nos dará por añadidura. No hay ninguna asignatura que en su aprendizaje no contemple el desarrollo de tales valores.

Suele olvidarse que, cuando algo en la escuela no llueve a gusto de todos, lo mejor es no intentar meterlo de matute. Si no es así, terminaremos chirriados. Y todo porque, quizás, consideremos que tenemos derecho a hacer de la infancia y adolescencia nuestras calcomanías. Pensamos que, si no son como nosotros, no serán felices, que es el camino que conduce casi siempre al desengaño y a la frustración. 

Día del Padre