jueves. 28.03.2024
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Extracto de video de Youtube | Ayuntamiento de Lorca

Podría parecer descabellado trazar cualquier paralelismo entre lo que ocurrió hace un año en Whasington y la violenta entrada en un pleno consistorial del ayuntamiento de Lorca. Después de todo, Trump espoleó a sus huestes para impedir que se reconociera su derrota electoral y el asalto al Capitolio se saldó con algunas víctimas mortales. Mientras que quienes vociferaron lamentables consignas amenazantes tras desbordar a las fuerzas del orden, laceraron sobre todo su propia imagen.

Han sido reveladores las manifestaciones realizadas por uno de sus manifestantes, avergonzado por haberse dejado llevar por “la desinformación” y lamento haber dado tan bochornosa imagen. Peor han sido las condenas del suceso matizadas por una frase adversativa, crítica con la política del gobierno, para endosar el trance a sus adversarios políticos. Esto es aún más preocupante. 

Las mismas fuerzas políticas que siguen exigiendo condenar sin paliativos la violencia en general, ahora matizan la que puedan ejercer sus partidarios bajo presión, excusándola de algún modo al responder a una opresión política insoportable. Una peligrosa y resbaladiza pendiente que cuestiona las reglas del juego democrático, ajeno a toda confrontación que no sea dialéctica. 

Los encapuchados con traje de camuflaje ni siquiera sabían lo que se votaba en realidad. Les habían hecho creer que debían impedir una votación para preservar sus derechos

Esos mismos partidos están devaluando las elecciones autonómicas, al convertirlas en un duelo nacional, como sondeo de lo que podría ocurrir en unas generales. Ya ocurrió en Madrid, en cuya campaña por cierto se llegaron a mandar algunas balas por correo postal y sólo se derrocharon descalificativos en lugar de justificar la propia gestión. Esto último parecía una tarea más ardua que la de repetir eslóganes que invitaban a decidir entre una Libertad (anárquica) o la Socialdemocracia, como si lo social fuera incompatible con lo primero.

Basar una campaña en un bulo atribuido al ministro de Consumo resulta insultante para los electores. De nuevo se presenta una opción manquea: ¿Estás contra los ganadores o a su favor? Como si fuera esa la cuestión. Quien carece de argumentos está obligado a simplificar y lo malo es que su discurso cala más por esa misma razón. 

Los encapuchados con traje de camuflaje ni siquiera sabían lo que se votaba en realidad. Les habían hecho creer que debían impedir una votación para preservar sus derechos. Aquí sí viene a cuento el símil con las arengas de Trump y el trágico asalto al Capitolio estadounidense. Cuando desconfías de los votos, intentas manipular los resultados tanto antes como después. 

Van a tener algo de razón y quizá las elecciones castellano-leonesas transciendan sus lindes comarcales, porque sus resultados no dejarán de significar una tendencia. La de convocar elecciones por conveniencia propia, sacrificando al socio parlamentario que formó gobierno contigo pese a no ser la lista más votada. Como ha salido bien una vez, cabe repetir la hazaña, conscientes de que quienes no te van a votar suelen ser más exigentes con sus propios partidos. 

Es un espectáculo bochornoso. Como también lo son ciertas explicaciones para no apoyar la Reforma Laboral. Podría haberse conseguido más, pero no ha sido fácil poner de acuerdo a sindicatos y patronal. Una vez conseguido eso, ponerse a chalanear y decir por ejemplo que no se apoyan proyectos personales, tan sólo nos informan de que así debe hacerlo quien lo piensa. La geometría variable da mucho más juego. Estemos atentos a lo que pueda pasar con el tripartito alemán y tomemos buena nota del balance arrojado por las elecciones portuguesas.


Un cortometraje hispano de asalto al capitolio