viernes. 26.04.2024
 

Por Mario Regidor | Es curioso cómo una victoria se puede convertir en una derrota, más raro aún si partimos de que el partido vencedor, el PP, pasa de haber perdido las elecciones en 2019 a ganar dos años y medio después. Más aún en un parlamento más fragmentado, pasando a depender el gobierno, no de la España Vaciada y sus partidos acólitos, sino de un Vox que, lógicamente, va a pedir estar en el gobierno con mando en plaza, no con un mero acuerdo programático.

Es notorio destacar cómo los estrategas de PSOE y PP no parecen diferenciarse demasiado en lo que a la comisión de errores se refiere. Si decíamos que fue un error la convocatoria de elecciones generales de noviembre de 2019, instigada por un Iván Redondo que creía que el PSOE iba a subir entre 20 y 30 escaños y que lo único que consiguió fue relanzar al PP de Casado, convertir a Vox en tercera fuerza política, con potestad para presentar cuantos recursos de inconstitucionalidad pudiera y quisiera por tener más de 50 diputados y un pacto que se fraguó en dos días entre PSOE y Unidas Podemos y que, con mejores resultados electorales no fueron capaces de alcanzar en los 6 meses anteriores, no es menos cierto que los estrategas del PP con la convocatoria anticipada de elecciones en una comunidad autónoma que no padecía ni desafección entre los integrantes del gobierno de coalición, ni grandes discrepancias programáticas ni personales, la clave nacional instigada y fomentada seguramente por Teodoro García Egea con el fin de hacer daño a Sánchez y quitarle la victoria en una comunidad que desde hace 35 años gobierna el PP devino en fundamental. Reitero, es curioso ver cómo se cometen los mismos errores en diferentes partidos políticos, momentos temporales y ámbitos territoriales con similares resultados: en Castilla y León Vox se convierte en la tercera fuerza política.

Que el PP diga que, con haber ganado las elecciones se conforma, pretendiendo un gobierno en solitario e ignorando la actual correlación de fuerzas, es un grave error

Que el PP diga que, con haber ganado las elecciones se conforma, pretendiendo un gobierno en solitario e ignorando la actual correlación de fuerzas, es un grave error. Es cierto que el PP ha ganado, pero por la mínima, cambiando de aliado y pudiendo experimentar lo que ya se cernía en el horizonte y que no es sino el ensayo de lo que pudiera suceder en las próximas elecciones generales. Es decir, que el PP y Vox puedan sumar mayoría suficiente para gobernar. Vox va a pedir entrar en el gobierno y será el paso previo para el posible próximo gobierno de la derecha en España. Será un cambio radical y se notará no sólo en nombres, sino también y, sobre todo, en las políticas.

Mención aparte merecen los partidos de la España Vaciada en dos contextos, el inmediato territorial de Castilla y León donde, a pesar de la falta de tiempo para preparar campaña y candidaturas en condiciones, han conseguido escenificar un auge excepcional de partidos recién creados y cuyo punto de arranque es la provincia, al contrario de los tradicionales partidos nacionalistas que tienen la región como ámbito territorial de actuación, en estas plataformas electorales encontramos un regreso a una especie de cantonalismo atenuado que tiene como principales focos de combate las políticas que han desarrollado los partidos tradicionales, en especial el PP por ser el que ha gobernado la comunidad durante 35 años. Pero que es un punto importante que deben apuntarse en el debe ya que, siendo, de momento, PSOE y PP los que pueden aspirar a gobernar la nación, en coalición o no con otros partidos, los escaños que puedan conseguir los partidos de la llamada España Vaciada, marcarán el camino a seguir, una vez desaparecido Cs, al mismo nivel que Vox o que los partidos nacionalistas. De hecho, ya parece que dirigentes de estos partidos están preocupados porque es posible que alguno de ellos ya no sea tan determinante en la investidura nacional de próximos gobiernos, incluso si es la izquierda la que sigue gobernando.

Otro aspecto a tener en cuenta es el resultado de Unidas Podemos que, por primera vez se presenta en las elecciones autonómicas con IU, y ha perdido uno de sus dos escaños lo que, a expensas del proyecto personal de Yolanda Díaz, que podría contar o no con la aquiescencia de Unidas Podemos, unos resultados como estos siembran dudas ya que parece que no han logrado frenar la sangría de votos que vienen padeciendo desde el 2019, e incluso antes y pueden comprometer las posibilidades futuras de gobiernos de izquierda en todo el territorio nacional convirtiendo al PSOE en más dependiente de los partidos nacionalistas y provincialistas.

Cuestión aparte merece Cs y su candidato Francisco Igea. No cabe duda de la tremenda papeleta que tenía y el hecho de mantener su escaño, aunque aritméticamente no le permita jugar un papel político relevante, es simplemente un pequeño desquite personal después del comportamiento de Mañueco. No obstante, es relevante que las malas decisiones políticas que han tomado tanto Albert Rivera como Inés Arrimadas, están condenando a su partido a la práctica irrelevancia política y tanto PSOE como PP lo podrían lamentar en el futuro. De hecho, es posible que el PP lo empiece a lamentar cuando toque formar gobierno en Castilla y León.

Con respecto a Vox, sin duda los grandes vencedores, junto con los partidos de la España Vaciada como Soria Ya y UPL (aunque no sea propiamente dicho un partido surgido al calor de esa España despoblada ya que lleva varias legislaturas con procuradores en las cortes castellanas), han llegado a los 14 escaños partiendo del solitario procurador que habían conseguido en mayo de 2019 y, sobre todo, tienen la llave del gobierno. Pueden pedir lo que quieran prácticamente y el PP se debe retratar. Ya veremos qué es lo que piden y qué es lo que le concede el PP, pero la situación para estos últimos es muy complicada.

Volviendo con los partidos de la España Vaciada, ¿cómo reaccionarán frente a la tesitura de otorgar con su voto gobiernos en los diferentes ámbitos territoriales, incluido el nacional? Tenemos el precedente de Teruel Existe en el Congreso, pero no sé hasta qué punto será un referente exacto. Lo que sí parecen compartir es el hecho de ser movimientos transversales ideológicamente y que no tendrán ningún problema en prestar sus votos para una investidura al candidato más votado a cambio de acuerdos beneficiosos para sus provincias, vía presupuestos generales. No obstante, serán verdaderamente determinantes si, de verdad, nadie se sale del redil ni hace la guerra por su cuenta, si uno a uno van sumando sus escaños en pos de un objetivo común. Creo que, en este aspecto, podemos estar ante un nuevo actor político a nivel nacional realmente importante.

Con respecto al PSOE, es un mal resultado, pero que se debe comparar con el hecho de estar en una comunidad autónoma donde los gobiernos del PP, en muchas ocasiones con mayoría absoluta, se han venido sucediendo desde hace casi 40 años. Tudanca tiene un liderazgo consolidado y es joven con lo que podrá tener otra oportunidad dentro de 4 años de volver a luchar por ser presidente de la comunidad, (si así lo desea…), pero todo dependerá del gobierno que se implemente y, más concretamente, de la labor de oposición que realice el PSOE y de su propia capacidad de aguante.

El PP ha ganad, pero la manera en que lo ha hecho no permite alumbrar tiempos buenos para el partido de Casado

El PP es el ganador de las elecciones. Los resultados cantan y son inapelables. ¿o no? El PP ha ganado, pero la manera en que lo ha hecho, el cambio de aliados que va a tener que operar para seguir gobernando, el eliminar de cuajo a un posible socio de gobierno, como Cs, que le arroja en brazos de la ultraderecha, y la posibilidad cierta y real de desarrollar una especie de experiencia piloto que tornará en un ensayo de lo que sucederá a nivel nacional si el PP tiene atisbos de gobernar, no permiten alumbrar tiempos buenos para el partido de Casado.

El sueño de Teodoro García Egea de ganar todas las convocatorias electorales que se celebren de aquí hasta las próximas elecciones generales puede lograrse, pero sin duda ese licor de la victoria podría atragantarse si no se toma con mesura y se digiere con la debida tranquilidad y precisamente eso es de lo que el PP va a carecer.

Dos últimos datos: el lema de campaña de Vox era “Siembra”, (en mi opinión, muy acertado para una región como la castellana, tradicionalmente apegada a la tierra), y ahora parece que les va a tocar recoger lo sembrado y el PP va a tener que gestionar cara a sus bases y votantes si el cambio de Cs por Vox es bien recibido o no.

Para terminar, cada vez más vamos a ser testigos en diferentes ámbitos territoriales, de cómo partidos que no ganan las elecciones pueden llegar a ser los que finalmente gobiernen y la fragmentación electoral va camino de ser insoportable y afectar, muy en especial, a PP y PSOE. De cómo se manejen en estas turbulentas aguas demoscópicas y del rendimiento que esperen lograr los partidos nacionalistas, provinciales y Vox, más aquellos que puedan surgir en un futuro no muy lejano, dependerá la gobernabilidad de la nación que, presumo, tendrá mucho más complicado agotar legislaturas, como se ha visto en Castilla y León y como, previsiblemente, se verá en Andalucía en unos meses. Aunque es cierto que el PP se pensará muy mucho a partir de ahora si esta clase de aventuras les supone un rédito extra o embarrarse sin remisión para obtener un ápice del poder que creen merecer por derecho divino.

Castilla y León. ¿Cambio de paradigma?