sábado. 20.04.2024
toni canto

Sic transit gloria mundi, lo que significa, en una traducción libre, que, ¡caray, qué poco dura la fama! Usted, Toni Cantó, hace poco tiempo se transmutó en el ilustrísimo señor don Antonio Cantó García del Moral, Director de área de la Oficina del Español de la Comunidad de Madrid. Posiblemente, el lustre ya lo tenía como diputado de la Asamblea de Madrid o, quizás, no lo tenga ahora en su nuevo cargo pero, por si acaso, le adjudico el tratamiento anteriormente citado ya que, en materia de protocolo, como en tantas otras, más vale que sobre a que falte.

El caso es que, ese nombramiento, le dio una fama que, como muchas veces ocurre, ha resultado efímera. Después de unos días en los que su nombre y, sobre todo, su nuevo cargo, consumieron ríos de tinta y océanos de memes en las redes, su nombre y circunstancias pasaron al olvido. Bien es verdad que asuntos como el precio de la luz, Afganistán y Mbappé han atraído la atención de las candilejas (prefiero este punto de luz sobre el de los focos, sobre todo referido a usted) mediáticas, pero aunque hubiera sido cualquier otra cosa, seguro que hubiera eclipsado el fulgor momentáneo de su gloria. Esto de la obsolescencia de la fama lo sabe muy bien usted, razón por la cual actúa de continuo para mantenerse en el candelabro ("candelero de dos o más brazos", según el DRAE) y, sin embargo, lleva un tiempo desaparecido de la actualidad.

Pues bien, estando a punto de acabar el periodo veraniego, y posiblemente vacacional incluso para los defensores del idioma español, quiero acordarme de su defensor jefe en la Comunidad de Madrid. Y lo hago, para darle trabajo. No sé si, a estas horas, habrá ampliado la plantilla de su oficina que, en su momento, la cuantificó usted mismo diciendo aquello de "El chiringuito soy yo" pero, en todo caso, eso no debería suponer óbice, impedimento o valladar para que se ocupara de hacer eso para lo que ha sido nombrado.

Y paso a sugerirle un campo en el que podría poner su impronta, señor Cantó: el del abuso de algunas expresiones que, si bien no entran en conflicto con nuestro diccionario si lo hacen con algunas normas elementales de lo que podríamos llamar elegancia lingüística.

Por ejemplo, el famoso "si o si" que se emplea para definir algo que no admite otra respuesta que el "si", es decir, algo que el DRAE define como ineludible y que, por tanto, y en su forma adverbial, se podría decir "ineludiblemente", en lugar del "si o si". La web Reverso Synonyms, muy fácil de acceder, cita hasta veinte sinónimos de esa palabra. Bueno, pues a mucha gente, demasiada para mi gusto, le da por el dichoso "si o si". Y lo curioso es que, esa misma gente no usa nunca el "no o no" o repite dos veces su nombre cuando se le pregunta. Imagínese, Sr. Cantó, que usted tuviera que repetir dos veces su nuevo cargo para contestar donde trabaja.

O el no menos famoso "no, lo siguiente", cuando se quiere usar un superlativo de cualquier cosa. Y su uso, no ya su abuso, no es solo un problema de falta de elegancia lingüística si no de simple definición de lo que, realmente se quiere decir. Si acudimos al diccionario, cosa que conviene hacer mas veces de lo que es usual, nos podemos encontrar con ejemplos como los siguientes: A veces, se dice, “mucho, no, lo siguiente”. Pero la siguiente a la palabra “mucho”, en el diccionario, es la palabra “muda” con varias acepciones, ninguna de las cuales significa el “muchísimo” al que, seguramente, querría referirse el autor de la frase. Y, en sentido contrario, se suele decir “poco, no, lo siguiente”, para decir “poquísimo”, pero, lo siguiente, en el DRAE, es “pocoyo” que, en realidad, es un “ave nocturna inofensiva que se sitúa y canta al borde de los caminos”, como todo el mundo sabe.

Y, una vez indiciado lo que quiero decir no me gustaría insistir en más alocuciones de este tipo, desde el “para nada”, al “pues va a ser que no”, pasando por “tipo….”, “en plan…” o “¡qué fuerte!, entre muchas otras.

Y no le voy a decir nada de esa costumbre de poner comillas a una expresión verbal utilizando los dos dedos índice y corazón de cada mano mientras se trata de dibujar en el aire esas comillas. Prefiero que sea desde la Organización Nacional de Ciegos de España desde donde lo hagan.

En fin, Sr. Cantó, que tiene, sí o sí, no tajo, lo siguiente. Aplíquese, que el tiempo pasa muy rápido y dos años, que son los que usted tiene comprometidos, no son muchos para evitar los continuos ataques a nuestro idioma.

Esperando que no empiece usted criticando lingüísticamente las líneas anteriores, queda de usted.

Atentamente

Ilustrísimo Sr. Cantó