viernes. 19.04.2024
biden torrejon
Joe Biden, a su llegada a la base aérea de Torrejón.

Cuando se celebró el G7 en Biarritz los vecinos de Gran Hotel no podrían abrir sus ventanas y eran invitados a tomarse vacaciones con una compensación económica. Si alguno se olvidaba su credencial de residencia en el domicilio, sencillamente no podía volver a su casa. En el aeropuerto de San Sebastián un avión gigantesco transportó el helicóptero que debí utilizar Trump. Navíos de guerra se veían a lo lejos desde la playa hendayesa. El presupuesto que necesitan estas cumbres no parece un dinero muy bien empleado a la vista de sus resultados y de las molestias ocasionadas a los lugareños.

Los dispositivos de seguridad que se suelen adoptar son sencillamente alucinantes. Al parecer están retirando de la madrileña Gran vía los quioscos utilizados para vender el cuponazo. Empleados de muchas empresas privadas e instituciones públicas quedan combinados a recurrir al teletrabajo para no estorbar por las calles. Da igual que se haya incrementado la tasa de contagios. Hay que hacinarse dentro del transporte público para dejar dejar despejada la circulación de las comitivas oficiales. Faltan los vítores y las banderitas a su paso, aunque vayan a una velocidad inusitada.

Todo para tomar algunas fotos. Porque las cosas ya están más que habladas y los márgenes de negociación son siempre muy escasos. ¿De verdad compensan las molestias ocasionadas a la gente que habita uno u otro enclave agraciado con esa celebración multitudinaria y muy onerosa desde todo punto de vista? Biden será recibido en la base de Torrejón. ¿No se podrían celebrar este tipo de cumbres relacionadas con alianzas militares en alguna base militar? Eso les permitiría examinar el material de primera mano e incluso probarlo llegado el caso.

La seguridad sería inmejorable al contar con un recinto inexpugnable. Las fotos tendrían el paisaje que se merecen. Un sofisticado armamento como telón de fondo. Se podría compartir el rancho de las tropas para ponerse por un momento en su pellejo. El dinero ahorrado se podría destinar incluso a gastos defensivos o alguna otra prioridad que pudiese haber, como la pobreza estructural, una precariedad insostenible y un cambio climático al que no le debe favorecer nada el intercambio de misiles.

Las cumbres de la OTAN podrían tener lugar en sus bases militares y no en sus afueras importunando a millones de personas en una capital como Madrid. Hay honores que más vale poner en su sitio. Sospechar de cualquiera como si fuera un terrorista potencial es algo que padécenos al pasar los controles aeroportuarios, donde se dan situaciones incómodas y se imparten instrucciones imperativas que no se corresponden con el acto de ir a tomar un avión. Pero aplicar esta mirada durante varios días a toda una población por el hecho de querer de mular por su ciudad es un auténtico descabello.

¿No cabría celebrar las cumbres de la OTAN en sus bases militares?