lunes. 29.04.2024
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En el siglo XIX, el Partido Demócrata adoptó como símbolo un burro. El presidente demócrata Andrew Jackson, desde 1829 hasta 1837, fue comparado por sus adversarios con un asno para desacreditarlo. O sea que la cosa viene de lejos. Sin embargo, Jackson, (sin duda precursor del “perrosanchismo”) adoptó al animal como símbolo, resaltando sus propias cualidades por su capacidad para trabajar y lo convirtió desde entonces en el símbolo de los demócratas USA.

Después del asno llegaron los partidarios de un Elefante como símbolo del conservador partido republicano. Si embargo, es curioso observar que, a pesar de que la tradición demócrata representa una suerte de izquierda moderada en USA, los dirigentes de -toda- la izquierda española con responsabilidades locales y autonómicas, se pasan el día sí y día no pensando en un elefante en vez de trabajar como asnos. O sea, mucho y bien sobre el espacio, a veces tan difícil, de los terruños del territorio que les corresponden. Hay por supuesto excepciones y ya es conocido que les va fenomenal. Desde Vigo hay quien nos ilumina, e incluso Zamora. Pero son ejemplos bastante escasos.

Es difícil encontrar a líderes políticos de izquierda que no dediquen la mayor parte de sus energías a la política nacional con sede en la Moncloa

El caso es que es difícil encontrar a líderes políticos de izquierda con representación institucional (principalmente el PSOE, aunque SUMAR en su dimensión también apunta maneras) que no dediquen la mayor parte de sus energías, desde la oposición, o los escasos gobiernos que controlan, a la política nacional con sede en la Moncloa. Ello implica, hacerle el caldo gordo al elefante conservador español que ha convertido todas las elecciones locales y autonómicas, desde la formación de gobierno de izquierda en España, en un plebiscito sobre la antinatural estancia en la Moncloa de un presidente socialista.

La consecuencia de ello es que han desaparecido todo rastro de programas o iniciativas concretas de gobierno local o autonómico del que dirimir y disputar el voto ciudadano. En el cenit de ello está la campaña 2021 de Díaz Ayuso con una sola palabra como todo argumento para gobernar. Libertad. Que ya tiene tela. Y esa senda ya es el carril único en que estamos inmersos. Con un espectáculo plebiscitario como vimos en la campaña del 28 de mayo de 2023, donde para elegir a regidores locales el debate era Sanchismo o España.

Ante ese reto, ¿qué políticas ofrecen los llamados a jugar el partido de los próximos eventos electorales en liza? La cosa está en que uno recibe casi cada día una opinión de líderes de izquierda que hablan permanentemente de lo que no les toca por responsabilidad directa. Aunque como ciudadanos tengan ese libre derecho innegable. Pero parece que lo que interesaría más al personal es saber qué narices están haciendo en pro de evitar la mirada ensimismada en los plebiscitos organizados por el elefante conservador español.

Resumiendo, para que haya para todos. La Líder de Sumar con nacionalidad gallega y su portavoz parlamentaria, también del país, se meten un morrón de órdago en el “condado”. Silencio. La candidata presentada por Podemos a estos comicios se pasa toda la campaña diciendo que lo único que hay a la izquierda del PP es su partido. Saca menos que el PACMA y su líder de facto promueve su voto a un tercero. Geopolítica en vena. Estupor. El PSOE asume un papel secundario en base a encuestas previas en aras a un gobierno alternativo al PP y con misión específica de abrirle en canal a la Feijóo a nivel nacional. Otra mirada al elefante con su herramienta plebiscitaria a toda máquina. Fracaso.

En tanto que todo eso sucede, en el territorio gallego, se lleva el gato al agua de la derrota de la izquierda de proyección nacional la candidata de izquierda más pegada al terruño; que, como suele suceder, esta encantada de conocerse en su primacía de oposición. El que no se consuela es porque no quiere. Porque el que gana, de verdad, es la mayoría parlamentaria de la derecha conservadora que bien poco le molesta una opción de este tipo a nivel local. Aunque solo 50.000 votos separan a la ciudadanía que vota izquierda fragmentada de la que vota a la derecha. Esta vez sin VOX como justificación fachoesférica.

¿A qué viene tanta obsesión por las cosas del estado monclovita cuando tenemos los tractores en la puerta y la cosa verde te está pisando los talones?

Al remate del despropósito por la banda centro izquierda, más bien escorada a la derecha; un “barón” socialista nos ilustra con su satisfacción, porque de haber perdido el PP ganaría Puigdemont y por haber ganado el PP le emociona el fracaso de la izquierda. Vamos eso ya es comprar el elefante con ornamentos hindús de época. Cosa interesante esta máxima de que cuando pierdes ganas y viceversa. Ni Groucho Marx lo igualaría. Pero lo interesante del asunto es, ¿a qué viene tanta obsesión por las cosas del estado monclovita cuando tenemos los tractores en la puerta y la cosa verde (que quedaba tan bien en los discursos y ahora todos abominan) te está pisando los talones? Que ahí si hay mucha tierra para currársela.

La impresión actual es de un desnorte total de las mesnadas territoriales de los partidos de izquierda, donde cada jeque taifal quiere responder al tablero dispuesto por la derecha, pensando en un elefante. Al menos se podrían replantear el arado y roturar la tierra del suelo electoral. Que según el socialismo primigenio es para el que la trabaja. Pues eso. Porque la Moncloa es solo un palacio… Y ahí no reside la sociedad civil.

Los asnos y el síndrome de la Moncloa