jueves. 25.04.2024
8M_pugna

El daño ya está hecho, las heridas son profundas, pero pueden agrandarse mucho más. Continúa la confrontación entre Podemos y PSOE a propósito de la posible reforma de la Ley Orgánica 10/2022, de 6 de septiembre, de garantía integral de la libertad sexual y la pugna está a punto de pasar a una fase más enconada. Ambos contendientes han acumulado mucha munición justificativa y parecen dispuestos a seguir utilizándola. A la espera de un compromiso de última hora que aún no se ha producido y que cada día que pasa parece más difícil de alcanzar, podemos mirar para otro lado y hacer como si no pasara nada o, peor aún, entrar de lleno en la batalla de reafirmación de las posiciones de una de las dos partes y contribuir a las descalificaciones de la otra. Ninguna de esas opciones me parece razonable o útil. Las formas en las que están conduciendo su pugna ambos partidos están extendiendo y profundizando las heridas.

Lo peor es que están intentando trasladar su confrontación partidista a un movimiento feminista que es y seguirá siendo muy plural y trasversal y que no podrán hormar a su antojo. Las ondas de la confrontación se perciben especialmente en la movilización del 8 de marzo de Madrid. Podían haber evitado los daños, con mínimos costes políticos para sus respectivos partidos y sin provocar ningún roto en el movimiento feminista. Firmes en sus posiciones y enfrascados en la pelea, ni siquiera han intentado explorar qué posibles y pequeñas concesiones podrían haber ayudado a lograr un acuerdo para rectificar aspectos secundarios y consolidar y legitimar lo esencial de la nueva ley que presentaron y aprobaron conjuntamente en el Parlamento.      

Los impactos de no haber sabido o querido alcanzar una posición común sobre la posible reforma de la ley del ‘solo sí es sí’ no sólo repercutirán en los terrenos parlamentario y electoral, lo que con ser muy preocupante lo es menos que la pérdida reputacional que ya están sufriendo ambos partidos. También afectarán a más largo plazo a un ámbito más delicado e importante: la desconfianza que provoca la inconsciencia que han demostrado al desconsiderar los efectos de su confrontación sobre la representatividad y la influencia social del movimiento feminista, debilitándolas, o las que se derivan de la constatación de las dificultades de aprendizaje que muestran ambos partidos en la tarea de mantener buenas relaciones de autonomía, respeto y cooperación con el conjunto del movimiento feminista.

Es un gran y viejo error tratar de construir organizaciones feministas a la medida de los deseos y necesidades políticas coyunturales o estratégicas de cada fuerza política

El feminismo contiene en su seno muy diferentes ideas, estrategias y formas de entender y abordar los importantes retos y objetivos que pretende. Y lleva muchos años dirimiendo matices y profundas diferencias mediante métodos deliberativos abiertos y democráticos. Diferencias que seguirán presentes, renovándose y debatiéndose durante muchos más años, mientras siga actuando y siendo un movimiento vivo, socialmente representativo y emancipador. Es un gran y viejo error tratar de construir organizaciones feministas a la medida de los deseos y necesidades políticas coyunturales o estratégicas de cada fuerza política y, en el mismo sentido, intentar que la acción feminista se acomode a los intereses y ritmos que impone la acción política. No es eso. No es así.

Pese a todo, la vida continúa y el 8M es y seguirá siendo un día de reivindicación, memoria y alegría. No dejemos que una interesada disputa partidista nos impida ver la riqueza, pluralidad y utilidad de los actos y manifestaciones del 8M. Participemos en las muy diversas formas de movilización que nos propone el movimiento feminista. Contribuyamos en lo que podamos a que este 8 de marzo la lucha y las voces feministas se oigan tan fuertes como siempre, más cargadas de presente y futuro que nunca. Y deseemos larga vida al movimiento y la lucha feministas.

El 8M y la pugna partidista sobre la ‘ley del solo sí es sí’