martes. 23.04.2024
fiestanacional 2021

El pasado día 12 de octubre se celebró con gran pompa y boato en la Castellana de la capital de España el acto de la Fiesta Nacional, presidido por el Rey, presidente del Gobierno, y la mayoría de las autoridades nacionales y autonómicas. El acto más espectacular fue el desfile de efectivos de las Fuerzas Armadas, Guardia Civil, Policía Nacional y Salvamento Marítimo, y siete aviones de la Patrulla Águila se encargaron de pintar el cielo de Madrid con la bandera de España para abrir el desfile, pero un fallo en el depósito de gas de uno de los cazas ha provocado que el humo saliera morado en lugar de rojo. ¿Sería algún piloto infiltrado? ¿Por qué se realiza siempre este acto en Madrid? ¿Cuenca, Huelva, Soria, Lugo, Lérida, Zaragoza también son España? ¿O no, señora Ayuso? Y reclamar este acto o un Ministerio para otros lugares de España, no es un ataque a Madrid. Aceptar esta reclamación sería un acto de solidaridad con el resto de España. Con esa España que tanto alardea de querer IDA. ¿Por qué tienen que ser exclusivamente las Fuerzas Armadas, Guardia Civil, Policía Nacional y Salvamento Marítimo los únicos que desfilan a este acto de exaltación de la Fiesta Nacional? ¿No será para que el Jefe del Estado aparezca majestuoso con vestimenta militar? No tengo nada en contra de los que desfilaron. Pero, ¿por qué no desfilan los bomberos, los albañiles, las cajeras de Mercadona, los profesores, los conserjes, las amas de casa, los fontaneros, los agricultores, las cuidadoras de ancianos, los camioneros, los barrenderos, etc.? También son españoles. ¿Su labor es menos importante? Estos han sido trabajadores esenciales durante el confinamiento.

 ¿Qué celebramos este día 12 de octubre? La pregunta no es superflua. Si preguntásemos a la ciudadanía, nos diría que el día de la Fiesta Nacional.  Mas, ¿qué gesta recordamos este día para convertirla en nuestra Fiesta Nacional? Aquí ya tengo mis dudas, como supongo que les ocurrirá a muchos de mis compatriotas, salvo para aquellos que la duda está fuera de su mentalidad. ¡Qué afortunados son esos “patriotas” que lo tienen todo tan claro!  Esta duda no se les presenta a los franceses. Tienen muy claro que su Fiesta Nacional es del 14 de julio, porque tal día de 1789 se produjo un hecho memorable, cual fue la toma por el pueblo parisino de la Bastilla, un símbolo del Antiguo Régimen. Los españoles, insisto, ¿sabemos qué conmemoramos exactamente cada 12 de octubre? Para unos es el día de la Hispanidad, para otros el de la Raza, el de la Virgen del Pilar o el de las Fuerzas Armadas. ¿Se celebra un solo acontecimiento? ¿O dos o tres? ¿O son todos a la vez? La cuestión no es fácil de resolver.

España comenzó a conmemorar el día de la fundación del Imperio como una reacción nacionalista tras la pérdida de las últimas colonias en el 98. Primero, fue el día de la Raza que se celebró de 1918 hasta 1958. Años después, el régimen de Franco por las connotaciones negativas con el nazismo del concepto de raza, cambió por la Fiesta de la Hispanidad, que se convirtió en día festivo. El concepto de Hispanidad se refiere a una comunidad imaginaria de España y todas las colonias de su imperio, en la que desempeña un factor fundamental el idioma español. Ni que decir tiene que España tiene el protagonismo clave, mientras que los otros países excolonias, tienen un papel subordinado. A su vez en esa expansión imperial el elemento fundamental es la religión católica que la bendijo y le dio el contenido espiritual. Al lado del conquistador con la espada iba el monje con la cruz. Para los fundadores de esta fiesta, la Raza, la Hispanidad y el Catolicismo fueron conceptos equivalentes. La Fiesta de la Hispanidad fue confirmada con la democracia. Solo en 1987 la fiesta se manifestó con el nombre más contenido de Fiesta Nacional de España. En los años 80 hubo un intento de cambiar la obsoleta conmemoración imperial por la fecha de 6 de diciembre, de la Constitución, pero no prosperó por diferentes razones. Hubiera sido lo lógico esa fecha, como Fiesta Nacional, en recuerdo del referéndum español que aprobó la Constitución. Y en esta como en otras muchas cuestiones España resulta una clara anomalía con respecto a otros países de nuestro entorno. Al mantener el 12 de octubre, como Fiesta Nacional, es el único país del mundo cuya fiesta nacional no se refiere a una gesta como un levantamiento por la libertad, una rebelión contra la opresión extranjera, o a la consecución o inicio de su unidad nacional, sino a su experiencia de conquista imperial y colonial, que implicó el dominio y explotación sobre otros pueblos. 

Quiero hacer un inciso sobre este tema de nuestro pasado colonial en América de gran actualidad. Pedir disculpas ennoblece al ser humano. Lo acaba de hacer el Papa. Y Alemania por su pasado colonial. "A la luz de la responsabilidad histórica y moral de Alemania, vamos a pedir perdón a Namibia y a los descendientes de las víctimas" por las "atrocidades" cometidas, dijo en mayo de 2021 el ministro de Asuntos Exteriores de Alemania, Heiko Maas. "No se puede borrar el pasado. El reconocimiento de la falta y el pedido de perdón son no obstante un paso importante para superar el pasado y construir juntos el futuro", considera el jefe de la diplomacia alemana. En un intento de reconciliación, Alemania entregó en 2019 a Namibia los huesos de miembros de las tribus herero y nama exterminados y la secretaria de Estado para Asuntos Exteriores, Michelle Müntefering, pidió "perdón desde el fondo del corazón". Tal acto, insisto ennoblece. Y por hacerlo no se es menos alemán.

Los “patriotas” españoles, como nuestro ínclito D. José María Aznar, no pueden pedir perdón. Sería inconcebible. Tampoco pasaría nada para hacerlo, como hizo en mayo de 2021 Alemania, tal como he comentado, si con ello se establecen mejores vías de cooperación y diálogo con los países hispanoamericanos. La respuesta negativa a pedir perdón por parte de la sociedad española quizá esté relacionada con la visión recibida en la escuela sobre nuestra actuación en América. Según el profesor de Didáctica de las Ciencias Sociales de la Universidad de Murcia, Raimundo Rodríguez Pérez, a pesar de esa escasa presencia curricular de la América colonial, cada vez hay más gente de acuerdo con las disculpas solicitadas por AMLO, sobre todo, en la juventud y gente progresista. «No hay unanimidad…» El problema de España es que pasó de ser un imperio a una nación débil, sin término medio, y eso no ha sabido asumirlo. Le cuesta reconocer sus clarososcuros históricos, pero también resolver sus problemas internos. La historia de nuestra llegada a América incluye matanzas realizadas por el ejército de Hernán Cortés o la ejecución del inca Atahualpa. Hay que reconocer que estas campañas militares de conquista fueron sangrientas y muy relevantes en la historia, pero hoy a inicios del siglo XXI resulta para cualquier español poco atractivo reconocer que oprimir o explotar un territorio es algo doloroso. Durante el franquismo el avance español en América se enseñó como hazañas majestuosas, como señala el historiador británico experto en España y el Imperio español, Henry Kamen. Esta visión caló en muchos españoles. Pizarro y Cortés los vimos como héroes. El mismo uso de la palabra conquistador, significaba una extraordinaria valentía, capaz de alcanzar cualquier cosa. Esa visión triunfalista se remonta a los inicios de la historiografía española sobre América en el siglo XIX, que coincide precisamente con las independencias de nuestras colonias en América. Tal visión triunfalista se explica, como compensación, porque los españoles se sintieron privados de un imperio que sentían que merecían. A los Aznar, Ayuso, Casado, Abascal les recomiendo que se informen de la Controversia de Valladolid, debate mantenido en el Colegio de San Gregorio de Valladolid a instancias del emperador Carlos V entre Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda, en 1550 y 1551, donde se manifestaron las dos posturas contrapuestas sobre la legitimidad o ilegitimidad del dominio español en América. Resulta sorprendente que un hecho tan trascendental ocurrido en el XVI de defensa de los derechos humanos, sea tan desconocido para nuestra sociedad actual.

Retorno a la presente actual. La Fiesta Nacional. Como siempre, una parte del público aplaudió hasta con las orejas al Rey y a su vez abucheó e insultó al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. En el día de la Fiesta Nacional, que debería ser un día de unión de todos los españoles de bien, unos cuantos se dedican a menospreciar la institución de la Presidencia del Gobierno, institución de todos. Insisto, Pedro Sánchez es el presidente de todos los españoles. ¡Qué paradoja!  Aplauden a alguien que no ha pasado por el tamiz democrático de las urnas. Y en cambio, abuchean e insultan a un presidente del Gobierno, que ha sido electo en las urnas. Algo chirría. Yo no cuestiono que a un cargo público se le pueda criticar e incluso silbar. Pero, determinados insultos son intolerables en una democracia. Merecen un comentario. Se le acusó a Sánchez de "okupa". Pero saben acaso estos caballeros, ¿qué es la democracia? Es decir, si está en la Moncloa alguien que no resulta de tu agrado, es un “okupa”. Tremendo y lamentable. Es la España de la exclusión. Una visión de España en la que solo caben ellos. Si está ocupando la Moncloa es porque tras unas elecciones generales una mayoría de diputados electos decidieron investirlo presidente. Tiene además de la legitimidad la legalidad. No les vendría mal a estos patriotas, que se matricularan en un curso “Nociones básicas de la democracia”. También se le insultó con el epíteto de "asesino". ¿Se puede llamar, no a un presidente, sino a cualquier ciudadano "asesino"?  Allí durante el desfile había mucha policía que debería haber intervenido y tomado nota a quienes emitieron tal palabra de asesino. Lo cual era muy fácil.  Como también debería intervenir la Fiscalía. Tales insultos van en contra de un artículo de nuestra Constitución, en concreto el artículo 18 1. Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. ¡Cuánto odio hay detrás de estos insultos! ¡Cómo pueden alcanzar tanto nivel de odio! ¿Cómo están tan seguros? Para odiar hay que tener seguridad. De lo contrario, no hablarían así, no harían tanto daño. Ni podrían humillar, ni despreciar a otros de ese modo. Están seguros. Ni la más mínima duda. Odiar requiere una certeza absoluta. El odio es siempre difuso. Con exactitud no se odia bien. La precisión reconoce a cada persona como un ser humano. Sin embargo, convertidos los individuos en algo irreconocible, quedan unos colectivos desdibujados como receptores del odio y entonces se difama. El odio se fabrica su propio objeto. Y lo hace a medida contra otros españoles, como Pedro Sánchez, a los que ya no consideramos adversarios sino enemigos. Así, el posterior abuso, deslegitimación o erradicación del otro no solo es excusable, sino necesario. ¡Okupa! Al otro, cualquiera puede denunciar o despreciar. ¡Asesino! De no hacerlo eres acusado de debilidad y claudicación. Mas, no podemos admitir que el nuevo placer de odiar libremente se normalice. Si se normaliza, vamos al desastre.

Termino. El martes hubo gente, entiendo que son siempre los mismos, que abucheaban e insultaban a un presidente del Gobierno y luego aplaudían a rabiar a una cabra. Es lo bonito de la democracia: cada cual elige a quien cree que le representa mejor.

'Patriotas' llamando a Pedro Sánchez "okupa" y "asesino". Tremendo e intolerable en una...