viernes. 10.05.2024

A las urnas

Una persona estaba paseando cuando fijó su atención en tres canteros que picaban piedra ante un Sol de injusticia. Los tres realizaban idéntica y penosa labor pero expresaban ánimo diferente. La curiosidad del observador hizo que preguntara a los tres el qué estaban haciendo. El primer cantero que estaba muy enojado le respondió que picando piedra.

Una persona estaba paseando cuando fijó su atención en tres canteros que picaban piedra ante un Sol de injusticia. Los tres realizaban idéntica y penosa labor pero expresaban ánimo diferente. La curiosidad del observador hizo que preguntara a los tres el qué estaban haciendo. El primer cantero que estaba muy enojado le respondió que picando piedra. El segundo con ánimo triste pero sereno le dijo que estaba haciendo un sillar que serviría para construir un puente. Finalmente, el último, que mostraba alegría, contestó que estaba ayudando a comunicar a dos pueblos mediante un puente. Los tres estaban haciendo lo mismo pero el significado de su labor era distinto para los tres. Qué duda cabe que tener control, sentido y consciencia sobre aquello que realizas da valor a tus actos y a tu biografía.

Ya no queda nada para el domingo, 22 de mayo. En esa fecha, estamos convocados a depositar dos papeletas en sendas urnas. Esta mecánica y no penosa acción puede tener para los votantes diferentes significados. Para algunos, puede ser la abstención de ese ejercicio; al entender que todos los políticos son iguales y que el resultado electoral no servirá para nada. Para otros, puede ser entendida como una oportunidad para castigar a quien no ha cumplido con lo esperado, lo ha hecho mal o les ha defraudado. En este caso, se trata de utilizar el voto como castigo. En otras personas, la acción de votar les servirá para reforzar a su colectivo, a su gente; de refuerzo de sí mismo. Es el voto de la fidelidad; pase lo que pase, con los míos. Y finalmente, otros pueden entender que el voto es un eslabón necesario e imprescindible en la cadena política democrática y que ante ello, la ciudadanía debe cooperar. En este caso, el voto adquiere un carácter proactivo, de compromiso cívico desde la voluntad y creencia de que las cosas se pueden mejorar.

Cada uno que utilice el voto cómo quiera y cómo lo entienda. Mi interpretación es que es un instrumento útil y comprometido socialmente. Soy consciente del sombrío panorama en el que la acción política parece como si no existiera, frente a la voluntad totalitaria de los mercados. Pero hay que tener perspectiva, incluso histórica. Nunca la política ha sido cosa gruesa; más bien ha sido cosa matizada. Nunca ha sido lineal, mecánica; sufre avances y retrocesos. La política, como el Diablo, se encuentra en los detalles. Aún cuando se ve todo negro, existen matices a ese color. Es, ante todo, el arte de lo posible, en el momento oportuno.

Defiendo la utilidad del voto como sentido político influyente, como valor para condicionar políticas y decisiones. Sabiendo que algunas opciones se acercan a tus ideas pero nunca logran alcanzarlas. Cierto es que he tenido momentos en los que la frustración me ha llegado casi inmediatamente después de votar. Que en otras ocasiones las opciones que he apoyado han incumplido lo prometido. Pero aún así, seguiré votando. Ya que prefiero errar por acción que tener siempre razón por omisión o por falta de reflexión.

Además, tengo claro que mi mayor arrepentimiento se produciría si no hubiese votado. Por una razón fundamental, si tú no votas los que lo hacen tienen más influencia; se refuerzan. Ellos votan por ti. Y si esos votantes son opuestos a tus ideas y a tu modelo social, tu mismo arrojas piedras contra tu tejado.

En fin, me quedaré con el último cantero. Con aquel que además de picar piedra estaba construyendo puentes. Por eso, el domingo votaré para construir algo nuevo.

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