lunes. 29.04.2024

En concordancia con lo expuesto voy a reproducir unos pasajes que figuran en algunos de los artículos que con anterioridad he publicado.

“Una comunidad vertebrada (a diferencia de aquélla invertebrada a la que Ortega le adscribió como singularidad la de no contar entre sus filas con unas minorías selectas), sólo puede ser la que, a través del concierto y del entendimiento entre los que la integren, lo que haya de ir engarzando su espinazo, sea forjado en concordancia con las necesidades y las iniciativas de sus miembros. Las excelencias son el destello que surge del chisquero; pero para que este chisque pueda llegar a alumbrar se necesitan unas manos, y una materia potencialmente inflamable, que materialicen lo que con la colaboración del chisque sea posible conseguir. Su prevalencia siempre deberá estar determinada por la representatividad que democráticamente tenga que ostentar la mayoría. Aprecio que es preciso el concurso de un organismo que legisle y mande ejecutar los conciertos que se hayan podido alcanzar en el conjunto de las Asambleas que se mencionan en la obra ¿Es posible otra economía de mercado? Unas entidades en las que se ponderen y consensuen las conclusiones depuradas en las que llamo Asambleas de Base, y que a su vez estén consideradas y concertadas por el resto de las Asambleas. En este contexto disiento sobre el principio de división de poderes, tal como Montesquieu lo interpretó. La independencia de los poderes tenemos que asumirla como necesaria, cuando esta división constituya una función de relación entre poderes, que estén representando de manera directa la voluntad del pueblo; cuando estos poderes se hayan alcanzado a través de una representación, en la que no pueda concurrir la existencia de una independencia entre éstos y la ciudadanía.

La independencia de los poderes tenemos que asumirla como necesaria, cuando estén representando de manera directa la voluntad del pueblo

“Hemos de perseguir que el Estado sea una conformación en la que su gobierno sea llevado a cabo por aquéllos que no tengan como su único objetivo el gobernar. Hemos de perseguir que el Estado (rememorando a Webber), no sea la coacción legítima, que haciendo uso de la fuerza que como Poder se ha conferido, ejerza el monopolio de la violencia. Y es que al haberlo permitido, hemos consolidado la tiranía de los que se consideran excelentes.”

“De la misma manera que las pasiones que se suscitan en las masas acostumbran degenerar en un caos generalizado, las subjetividades de los excelentes, la mayor parte de las veces no hacen más que racionalizar la vigencia de la degeneración racionalmente subjetivada.”

Una democracia real no es un plato de buen gusto para aquéllos que se consideran superiores. Una democracia real, debido a que en ella se ha de sintetizar una voluntad general, ha de ser estructurada a través de una ponderación y un compromiso por parte de la generalidad; una ponderación y un compromiso que estarían condicionando las megalomanías de los excelentes. Yo opino que lo que haya de ser, lo han de decidir los que traten de conseguirlo. A mi entender, las funciones que estas excelencias deberán desarrollar, se tendrán que ceñir a mostrarnos la procedencia, o en su caso inconveniencias, que se pudieran derivar de los supuestos contemplados por la ciudadanía; y una vez decantado y asumido lo que se hubiera considerado como más aconsejable, dejar que sea la ciudadanía la que emita la palabra”.

Ante la incuestionable “realidad” de que en este modelo de economía de mercado seguiremos estando en manos de los propietarios de los medios de producción, y que por tanto serían éstos, los que en función de sus intereses, estarían determinando la naturaleza de las formas y la distribución de lo que se hubiera producido, tendremos la imperiosa necesidad de que con nuestro voto dinerario condicionemos la estructura y el desarrollo de dicho mercado. 

A este respecto considero necesario examinar los pros y los contras que a mi entender se exponen en el artículo de Malouney, "La compra colectiva como arma de consumo combativo" 

Una democracia real no es un plato de buen gusto para aquéllos que se consideran superiores

Y digo que estimo procedente ponderar lo que en este artículo se dice, porque estando completamente de acuerdo con que nos tenemos que enfrentar decididamente con la política económica con la que nos utiliza el capital, debido a lo que representa la drasticidad que en este artículo se exhibe, este tipo de compra nos podría llevar a un desenlace indeseado. En este contexto y antes de proceder a analizarlo, y a pesar de poder ser reiterativo, digo lo siguiente:

La situación a la que nos han llevado los mercados se ha caracterizado por una prostitución del liberalismo, que ha permitido a través de la acumulación, llevar a cabo operaciones que son abiertamente delictivas. Hemos alcanzado una situación en la que “los de abajo”, hemos sido desprovistos de nuestra seguridad en el trabajo; de una gran parte de nuestra capacidad adquisitiva; y de una degradación de lo que deben ser nuestros derechos. Y esto sólo ha podido materializarse a través de una violencia institucionalizada. Una violencia que al perpetrarse con la connivencia de las leyes (y especialmente de las de aquéllos que desde las instituciones las prostituyen), adquiere visos de legalidad a lo que no es más que un atropello. 

Ante esta situación, el ejercicio del poder que puedan llevar a cabo los gobiernos, no es más que el resultado de una confabulación, en la que el Capital impone, y los gobiernos y los legisladores diseñan el proceso que se haya de seguir. No tenemos más que recordar lo que ocurrió durante el quinquenio 1931-1936 conocido como la Segunda República Española; entre la violencia física y por tanto incontrolada de unas masas que pretendían ostentar el Poder, y la violencia intimidatoriamente controlada por los que en aquellas fechas representaba a la Derecha, que consecuentemente cristalizó en un "Glorioso Alzamiento Nacional". Lo que ocurrió en España con la misma violencia intimidatoria que, con una mano de barniz supuestamente democrático, acaeció con la Transición del 78, para perpetuar a los herederos de aquel Alzamiento. Han habido cambios, pero no ha tenido lugar una transformación del modelo. Ha sido algo que al estar arraigado en aquella parte de la sociedad que seguía acaparando privilegios, se hizo patente en la parte más recalcitrante de la Derecha, cuando los que comulgaban con aquella herencia adscribieron el alias de "El campechano" al que huyó a Abu Dabi en el 2020; un apelativo que como credencial justificó que se celebrara la visita a Sanxenso, del enésimo Borbón, que con sus depravaciones, de las suyas y las de los que le precedieron, han llevado a España desde el año 1700, -concretamente con la imposición representada con tener que admitir como curtidor de esta piel de toro al rey Felipe V-, a ser lo que es.

Prostitución del liberalismo