jueves. 02.05.2024

Desde Aristóteles, los filósofos han estado interesados en el estudio del bienestar, entendido como una cualidad necesaria para lograr una buena vida o una buena sociedad. Para Aristóteles vivir una buena vida era sinónimo de haber alcanzado el potencial personal en materia de conocimiento, salud, amistad, riqueza y otros dominios de la vida.

Stones y Kozma definieron el bienestar subjetivo como un concepto amplio que englobaba tanto las respuestas afectivas de las personas, así como sus niveles de satisfacción en áreas vitales específicas (laboral, familiar, de pareja, etc.), y la evaluación global que cada individuo hace de la satisfacción con su vida en general. En esta línea surgen algunas de las definiciones del bienestar más utilizadas actualmente, entre las que se encuentran la de Diener y colaboradores  que incluye la satisfacción de la persona tanto con su vida en general, como en determinados ámbitos de la misma, así como su estado afectivo presente (generado a partir de la media entre las emociones positivas y las negativas experimentadas); y la planteada por Keyes y López, quienes se posicionan más a favor de un modelo global de salud mental, relacionando al bienestar con el juicio subjetivo que la persona realiza de su propia vida en relación a su estado afectivo y a su funcionamiento psicológico y social.

Vivir una buena vida era sinónimo de haber alcanzado el potencial personal en materia de conocimiento, salud, amistad, riqueza y otros dominios de la vida

El bienestar subjetivo ha sido reconocido como un asunto importante de salud a nivel mundial. La resolución de las Naciones Unidas sobre la Agenda de Desarrollo Sostenible exige bajo el objetivo general de salud, asegurar una vida saludable y promover el bienestar de la población a todas las edades. Por lo tanto, existe un interés creciente en estudiar la asociación entre el bienestar subjetivo, entendido como la experiencia de un estado emocional positivo, la evaluación positiva de la vida y el significado y propósito de la vida, y la salud. Se trata de una relación bidireccional, en la que el bienestar subjetivo influye en la salud y la salud influye en el bienestar subjetivo.  

 El bienestar subjetivo varía significativamente a lo largo de las diferentes etapas de la vida, según revela un estudio exhaustivo publicado en septiembre de 2023 en la revista Psychological Bulletin que examinó a 460.902 participantes. La satisfacción con la vida disminuye durante la adolescencia, alcanza su punto máximo en los 70 años y vuelve a caer a los 96 años.

Si bien los sentimientos positivos generalmente disminuyen desde la infancia hasta la edad adulta tardía, las emociones negativas experimentan fluctuaciones, con un aumento notable después de los 60 años. Estas ideas enfatizan la necesidad de fomentar el bienestar emocional en las diferentes fases de la vida.

Se centró el estudio en los cambios en tres componentes centrales del bienestar subjetivo: Satisfacción con la vida, estados emocionales positivos y estados emocionales negativos. Los resultados muestran que la satisfacción con la vida disminuyó entre los 9 y los 16 años, luego aumentó ligeramente hasta los 70 años y luego disminuyó una vez más hasta los 96 años. Los estados emocionales positivos mostraron una disminución general entre los 9 y los 94 años, mientras que los estados emocionales negativos fluctuaron ligeramente entre los 9 y los 22 años, luego disminuyeron hasta los 60 años y luego aumentaron una vez más. Los autores identificaron mayores cambios medianos en los estados emocionales positivos y negativos que en la satisfacción con la vida.

En general, el estudio indicó una tendencia positiva a lo largo de un amplio período de la vida, si nos fijamos en la satisfacción con la vida y los estados emocionales negativos. 

La satisfacción con la vida disminuye durante la adolescencia, alcanza su punto máximo en los 70 años y vuelve a caer a los 96 años

Los investigadores atribuyen la ligera disminución de la satisfacción con la vida entre los 9 y los 16 años a, por ejemplo, los cambios en el cuerpo y en la vida social que tienen lugar durante la pubertad. La satisfacción vuelve a aumentar a partir de la edad adulta temprana. Los sentimientos positivos tienden a disminuir desde la infancia hasta el final de la edad adulta. En la edad adulta muy tardía, todos los componentes del bienestar subjetivo tendían a empeorar en lugar de mejorar. Esto podría estar relacionado con el hecho de que, en personas muy mayores, el rendimiento físico disminuye, la salud a menudo se deteriora y los contactos sociales disminuyen; entre otras cosas porque sus compañeros fallecen.

El estudio destaca la necesidad de considerar y promover el bienestar subjetivo con sus diversos componentes a lo largo de la vida, tal y como concluyen los autores del estudio. Sus hallazgos podrían proporcionar una guía significativa para el desarrollo de programas de intervención, especialmente aquellos destinados a mantener o mejorar el bienestar subjetivo en la vejez.


Datos clave de estudio:

1. La satisfacción con la vida disminuye durante la adolescencia (de 9 a 16 años), se recupera y alcanza su punto máximo alrededor de los 70 años antes de disminuir hacia los 96 años.

2. Las emociones positivas tienden a disminuir constantemente desde la infancia hasta la edad adulta tardía.

3. La investigación subraya la importancia de cultivar el bienestar en varias etapas de la vida, y los hallazgos son cruciales para diseñar intervenciones, especialmente para los adultos mayores.

Por último. compartir esta reflexión de Don Miguel de Unamuno: “Una de las ventajas de no ser feliz es que se puede desear la felicidad”.

La felicidad a lo largo de la vida