sábado. 27.04.2024

"La guerra era un desastre sangriento. ¿Qué había de nuevo en la guerra? La guerra ocasionaba desgracias al pueblo. ¡Es tan triste ver a los soldados, a los pobres muchachos conducidos al matadero como ovejas!": así se conducía Alexandra Kollontai hace muchos años, hace más de un siglo, a través de las páginas de La bolquevique enamorada, libro publicado hace nada por la editorial navarra Txalaparta. Bien, pues así se conducen los responsables de las guerras de hoy... y no sólo en el Oriente europeo, no sólo en el Oriente Medio.

Con perdón: "`Un periodista muere al día en Gaza: cómo las bombas hacen peligrar los ojos del mundo en la Franja´ es el titular del artículo de Javier Hernández para el Huffpost el 7 de noviembre, trabajo en el que en el que se reflejaban las informaciones destiladas tras ponerse en contacto con Alfonso Balduz, presidente de Reporteros sin Fronteras (RSF), "una ONG que vela por los intereses, la seguridad y la libertad de prensa de los periodistas". 

A la guerra acuden aprovechados y desgraciados, hombres y mujeres interesados e interesadas en contar al mundo cómo nos hallamos como parte de la raza humana

"Su primera afirmación ya puede dibujar en nuestras mentes -añade Hernández- una idea de la crudeza y virulencia de la guerra: `Desde el inicio del conflicto ya van casi treinta periodistas muertos (lo que supone uno al día). La mitad estaban trabajando pero la otra mitad no. Muchos de ellos estaban protegiendo a sus familias en los momentos de los bombardeos´". Bien, pues... ya bien avanzado este mes de noviembre, precisamente RSF recordaba que `La represión contra los periodistas palestinos sigue la estela de la guerra en Gaza´. Y, ¿qué es de los conflictos actuales en lo referente al periodismo? 

RSF todavía se hace eco, hace nada, de otras situaciones no menos conflictivas: `Muere el corresponsal de la televisión rusa herido en un ataque ucraciano en Zaporiyia´ nos llevaba, también a modo de titular, hasta este otro conflicto el viernes 24 de este maldito mes... ¡en El Mundo!. Leamos: "Al cumplirse 638 días de guerra en Ucrania, el corresponsal de guerra del canal Rossía 24 de la televisión pública rusa, Boris Maksúdov, ha fallecido tras resultar herido el miércoles durante un ataque del ejército ucraniano en la región de Zaporiyia".

No resulta extraño, por todo ello, que, en La bolchevique enamorada, Alexandra Kollontai escriba: "Cuando Vassilissa se encontraba en la calle un destacamento que marchaba hacía el frente, tenía que volverse para no verlo. Iban a reunirse con la muerte, pero cantaban a voz en grito". Se trata de la guerra de siempre, aquí y allí, a la cual acuden aprovechados y desgraciados, hombres y mujeres interesados e interesadas en contar al mundo cómo nos hallamos como parte de la raza humana. O algo así. 

La bolquevique enamorada... de su revolucionario; el periodista enamorado... de su profesión. ¡Señor, baja y... llévanos a todos!

El periodista enamorado... de su profesión