domingo. 28.04.2024

@Montagut | Entre las tenidas blancas, es decir, ceremonias masónicas abiertas al público, esto es, a los profanos, el denominado “reconocimiento conyugal” o “matrimonio masónico” es una de las más originales y, además, de las menos frecuentes, al menos en el presente. Pero, aunque tampoco abundaban en el siglo XIX, sí se dieron, y los masones se preocuparon de las mismas porque se consideraba que tenían un marcado carácter pedagógico en relación con el mundo exterior.

En el Diccionario Enciclopédico de la Masoneríaque dirigieron Lorenzo Frau Abrines y Rosend Arús i Arderiu, es decir, dos masones fundamentales del siglo XIX, y que publicaron en el año 1883, se no explica que el “reconocimiento conyugal” no era muy común y, seguramente, por eso, interpretamos no había un ritual determinado en ese momento, aunque esta afirmación puede ser matizada. 

La masonería era claramente defensora del matrimonio, otro aspecto que permite comprobar su clara vinculación con la sociedad de su tiempo

La ceremonia se comenzaba como tenida de masones en primer grado (aprendiz) para luego suspenderse con el fin de que se convirtiese en una tenida blanca, dando entrada a los invitados de ambos sexos.

En esta tenida tendrían un evidente protagonismo el venerable y el orador de la logia (dos oficios fundamentales en lo que denomina el “oriente” de una logia) porque estaríamos hablando, como ya hemos indicado, de una tenida con un marcado carácter pedagógico. El venerable debía explicar el objeto de esta reunión, y que no era otro que el de tomar acta de la “rectificación” que hacían los esposos que, después de haber cumplido con los requisitos de la ley civil (nótese que no se especificaba nada del matrimonio religioso), solicitaban el reconocimiento y la sanción “fraternal” de los masones. 

Tanto el venerable como el orador tenían que explicar en sus discursos las excelencias del matrimonio, para que después, se tomase el juramento de ambos cónyuges de “amor, fidelidad, adhesión y confianza mutua”. En esta ceremonia se imponían también anillos y se celebraba un banquete posterior con baile incluido.

La masonería era claramente defensora del matrimonio, otro aspecto que permite comprobar su clara vinculación con la sociedad de su tiempo. En la misma, y en línea con lo que decíamos del valor pedagógico de este tipo de “reconocimientos conyugales” debían hacerse notar las excelencias de la masonería aplicadas al matrimonio y a la que se consideraba la paz del hogar. La masonería aprovechaba esta ceremonia, esta tenida blanca, para ofrecer la mejor impresión a los profanos, por lo que convenía que se cuidase mucho, no tanto el ritual en sí, sino sobre ideas que vinculaban la masonería con el matrimonio, y para que fuera un “acto serio y atractivo al mismo tiempo”.

El matrimonio masónico en el siglo XIX