jueves. 02.05.2024
Edificio del Rectorado de la Universidad Complutense
Edificio del Rectorado de la Universidad Complutense

"En un tiempo en el que Isabel Díaz Ayuso todavía no copaba titulares, el futuro político de una de sus predecesoras al frente de la Comunidad de Madrid comenzaba a resquebrajarse. Y con él se torcía también, o al menos sufría algún bache, el de miles de estudiantes de la Universidad Rey Juan Carlos". Así nos servía el escándalo Guillermo Hormigo en elDiario.es el pasado 24 de marzo. 

"Cuando elDiario.es comenzó a publicar las informaciones sobre las notas falsificadas en el máster de Cristina Cifuentes, el alumnado se vio sumido en una mezcla de vergüenza, indignación, resignación y en algunos casos hasta reafirmación personal de aquello que ya intuían sobre su propio centro de estudios", añade Hormigo en dicho trabajo. Y, a continuación, pone las cosas (las sucias cosas) en su sitio, pues, "aunque estudiantes que conversan con Somos Madrid reconocen el `injusto estigma´ que les acarreó, hay quienes no consideran que se trate de un caso aislado, si bien "sí excepcionalmente grave, mediático y dantesco´: así lo define Álvaro (26 años), que por aquel entonces cursaba tercero de Periodismo y Comunicación Audiovisual en el campus de Vicálvaro". 

Pese a que todos cuantos pudieron estar involucrados en ese máster de Ciencias del Tejemaneje hicieron cuanto estuvo en sus manos y en sus bolsillos para que la pelota no rodara demasiado rápida, Guillem, otro alumno salpicado por el sarao, sostiene en el artículo en cuestión que, con "la perspectiva que le otorga haber pasado por otras dos universidades", entiende que "`en todos los sitios cuecen habas´, aunque en la Rey Juan Carlos todavía más´". 

Y, al igual que a Guillem ya nada le sorprende, a Paco Roda, tampoco: "Entonces sales de la tienda y te preguntas si vives en Pamplona. Y te dices que sí, solo que lamentas una vez más que la velocidad de las cosas nos haya traído hasta aquí. Ya lo dice Juan Tallón: `La velocidad lo redime casi todo, aunque sin renunciar a crear sus propias enfermedades´". Se trata de su libro Resistiendas (Pamiela), donde repara en el pasado y en el presente de una serie de establecimientos viejos de narices, los que obligan a echar en falta la atención de las tiendas de barrio. 

Las escuelas y las universidades era pocas pero... bien diferentes. Tan alejadas del presente universitario como del arbitrario panorama político de nuestros días

De los barrios de antaño, en los que las escuelas y las universidades era pocas pero... bien diferentes. Tan alejadas del presente universitario como del arbitrario panorama político de nuestros días. El titular del texto editorial de Abc era, el pasado 26 de marzo, el siguiente: "La extrema izquierda se lanza a por la complutense" y el del artículo de Chema Molina para Público tres días después, este otro: "Los ataques contra Esther del Campo: así exporta la ultraderecha sus métodos a las elecciones en la Complutense". ¿Cuál era la realidad en dicho proceso? 

Chema Molina: "El último intento de atacar a la catedrática ha sido divulgar que este miércoles, día de las elecciones, el campus de Somosaguas estaría cerrado por una avería en el suministro de agua (...). El equipo de Del Campo explica a Público que se trata de una nueva estratagema para `evitar que los alumnos voten´". ¿Otro ejemplo del combate? Molina recuerda, entre otros desvaríos, que "el creador de contenido ultraderechista Infovloger, cercano a Vox, ha sido una de las últimas voces en incorporarse a esta táctica divulgando el bulo de que la Complutense va a ser `asaltada por Podemos´. Entretanto, desde la candidatura de Goyache no se han pronunciado para condenar estas prácticas". Al final del proceso, "Goyache revalida su cargo como rector de la Universidad Complutense", tal y como puede leerse en la noticia que, como otros medios, incluye en su edición del 29 de ese terrible mes elPlural, ejemplar en el que también puede leerse: "El Gobierno de Ayuso obliga a profesoras en permiso por maternidad a asistir presencialmente a cursos de formación". 

Es un artículo de Rubén Rozas, en el que se nos hace saber que tal presencia obligatoria se ha perfeccionado "bajo la amenaza de que, si no iban, suspenderían las prácticas necesarias para empezar a ejercer la profesión. De esta manera, muchas madres han tenido que asistir a clase con sus hijos recién nacidos porque la Consejería de Educación no permitía que asistieran a la lección en línea o saltársela pese a que alegaran una causa de fuerza mayor; lo que ha provocado que, por ejemplo, algunas de las afectadas hayan tenido que parar durante la clase para dar de amamantar a sus hijos". 

Con perdón, ¿no se asemeja, todo ello, al panorama social y político de hace más de medio siglo?

Desfase en la Universidad