domingo. 28.04.2024

Dorogie yi mudry tovarishchie (Дорогие и мудрые друзья); en ruso:(queridas/os y sabias/os amigas/os):

La sabiduría, la clarividencia, el genial trenzado de conceptos y valoraciones son elementos al alcance de pensadores concienzudos y rebeldes. De personas que aspiran a ordenar las ideas y paradigmas, a fin de establecer un discurso- ahora lo denominan “relato”, la cuestión es que se ha puesto de moda el “palabro”- crítico para orientar a otros, como yo, que nos manejamos y braceamos ante las olas, desorientados, difusos, incoherentes e indecisos. 

Esto también ocurre, amigas y amigos míos, en la Ciencia Política. Dos autores -Boaventura de Sousa Santos y Daniel Bernabé- han escrito sendos excelentes artículos, una iniciática magnífica que me han posibilitado un criterio sólido sobre dos aspectos de la realidad circundante y de rabiosa actualidad: la Guerra que enfrenta a Ucrania con la Federación Rusa (Buenaventura de Sousa Santos; títulos: ¿Adiós a Europa), y la Ley Integral de Libertad Sexual (Daniel Bernabé; título: Cinco enseñanzas en torno a la ley del “sí es sí) Rubricaron con maestría dos referentes, que me han amueblado la cabeza, antes desolada y casi vacía. Les invito a leerlos. En mi caso, supusieron la búsqueda de las palabras, del pensamiento crítico atisbado rudimentariamente, casi velado. Me permitieron una reflexión pertinente y profunda sobre ambos temas; ¡a las claras!: me impulsaron obtener un pensamiento crítico de izquierdas ante realidades complejas, que mi sesera era incapaz de pergeñar. Aquí, sin duda, debe aplicarse la máxima de Lenin: “las cosas que no se saben explicar, es que no se saben”.

Quizás será que este alumno deficiente y precario- no preeminente ni ilustre- de la hermosa profesora Marta Hanecker, ésta que nos enseñó, amenamente, los conceptos marxistas del materialismo histórico y dialéctico en sus libros como cartillas de aprendizaje escolar marxista. De éstos nos conciernen algunos para ser aplicados a estas dos controversias, verificando la existencia de tres elementos que nos preparan para interpretar el contenido de los artículos propuestos: primero, siempre debe plantearse la crítica concreta sobre la realidad concreta; segundo, aunque hubiere cambio, incluso revolución, la transmutación de las mentalidades y de la ideología predominante no se produce de forma espontánea, más bien en un proceso lento, casi geológico, con acelerones y retrocesos enormes; tercero, siempre hay que preguntarse: ¿qué hacer?, meditar con prudencia, asesorarse con pericia y habilidad sobre nuestra acción política, aunque se llene de sillas la verdad y haya que sentarse en una de ellas para discernir y debatir las consecuencias. No quiere esto último decir que desistamos de la tensión del horizonte utópico que acariciamos. Como dijo el magnífico cantautor, Silvio Rodríguez, con atino: “siempre vale la agonía de la prisa/ aunque se llene de sillas la verdad”.

Marta Hanecker, ésta que nos enseñó, amenamente, los conceptos marxistas del materialismo histórico y dialéctico en sus libros como cartillas de aprendizaje escolar marxista

Claro siempre sería mejor leerlos que conformarse con esta reseña, pero ya sabéis que de forma harto compulsiva no puedo dejar de citarlos- mi texto es un tostón-, porque son esclarecedores En el caso de la Ley Integral de Libertad Sexual estimo que la meritoria Ministra, Irene Montero, ha demostrado demasiada obcecación y soberbia, sin medir y ponderar, en ocasiones, sus manifestaciones públicas.

Pasando a otra cuestión, me acaban de remitir una foto “histórica”. Se trata de la instantánea de la Candidatura de Comisiones Obreras, disparada ante el jardín donde se encuentra la escultura en piedra de la cabeza del eminente científico español Ramón y Cajal- conocido popularmente como el “cabezón”-; estamos en los años 90. Todos muy jóvenes y decididos; no en vano ganamos dos elecciones seguidas en el Hospital y en el Área de Salud, conmigo como cabeza de lista. Esto último lo digo como mera curiosidad y a título de inventario…

La inesperada y bendita aparición de la fotografía ha supuesto para mí una inspiración saudosa. Yo entonces era un aprendiz. Otros aires hinchaban nuestras velas; otras tribulaciones nos desvelaban. Esa vuelta al túnel del tiempo tan nostálgica e inesperada- saudosa- merece un brindis cuando nos veamos. ¡Queda tanto por hacer!; pero hay relevo, hay continuidad, ilusión por mejorar y brindar por nuestro esfuerzo orientado a una causa noble. En cualquier caso, aunque no la hubiere, nosotros seguiríamos recitando aquel hermoso verso de Ángel González: "Sin esperanza; con convencimiento". 

Pero sí hay esperanza, se encuentra en el empeño diario, en la lucha cotidiana, de los actuales componentes de la Sección Sindical del Hospital Universitario Ramón y Cajal, por transformarlo todo, por no cejar en el empeño, por dedicarse a aquello que merece la pena y da sentido a vuestra visión del sindicalismo de clase. Sólo puedo agradecéroslo de todo corazón.

Yo fui cabeza de lista, porque hacía falta un enfermero- la categoría profesional más frecuente en el Hospital, también para desmentir el clasismo que otros manifestaban como pecado original: el “obrerismo”- vicio y falta nefandas- en un Sindicato de Clase que decían carecer de Titulados Universitarios-; inmediatamente después en la lista venía una médica y una auxiliar de enfermería, hoy Técnicos en Cuidados Auxiliares de Enfermería-: bueno, abundaban otros elementos, que mis compañeros creían importantes: mi buena imagen entre el colectivo- sí, hombre es ese enfermero tan majo de la Unidad Coronaria, nos ha dado clase de Cardiología; no te acuerdas el de la comprensión del electrocardiograma-, mi pretendido pico de oro y un consenso generalizado entre distintas corrientes del Sindicato, en aquel momento histórico. Alguien hasta pretendía que yo tenía capacidad de liderazgo y una atención mantenida de escucha atenta, diálogo y concordia- mi relación con UGT era excelente, en unos tiempos revueltos entre ambas formaciones sindicales, que me hacían idóneo. Recuerdo, en este contexto, que unos compañeros del sindicato italiano de la Confederación General Italiana del Trabajo (en italiano, Confederazione Generale Italiana del Lavoro, abreviado CGIL) no discernían –non capisco- como había en nuestro País, dos Sindicatos de Clase haciendo lo mismo. Improvisé una balbuceante explicación que los dejó, absolutamente, fríos y turulatos.

Nada de contenidos ideológicos tronantes o, del programa máximo; datos, afirmaciones verificables, prudencia, tolerancia, números y sentido común

Menos mal que como los Emperadores Romanos, tenía una excelente compañera Auxiliar de Enfermería, Guillermina, en la tercera fila en cuclillas, la segunda por la derecha. Ella jugaba el papel de Pepito Grillo, o de esclava que me recordaba aquello de “memento mori”. Me reconvenía: “tú no sabes la responsabilidad que has contraído siendo el portavoz de Comisiones Obreras, no puedes permitirte ciertas licencias o absurdas observaciones”. “Jorge, fíjate bien sobre tu discurso; tú estás aquí y los trabajadores a años luz del contenido que predicas o, por el contrario: “ahora sí, Jorgito, tú y los trabajadores vais de la mano, pegados al suelo, esto lo ganamos”. Nada de contenidos ideológicos tronantes o, del programa máximo; datos, afirmaciones verificables, prudencia, tolerancia, números y sentido común.

En el discurrir amplio de un sindicalista de clase siempre hay buenas y malas circunstancias y vivencias. Entre las buenas la que más me ha impresionado fue el regalo de una calculadora- con que me obsequiaron las compañeras de la limpieza, para vuestra información ésta era eléctrica, bendita tecnología, con teclas y manivela para sacar el papel; la crème de la crème. Esa Contrata no está vinculada administrativamente al Hospital; es decir: se trata de una Empresa externalizada, feminizada y con bajos salarios. Yo los asesoraba y defendía, tanto ante el empresario como ante la Dirección del Hospital. En los conflictos tenía que realizar cálculos sobre sus nóminas; todos ellos hechos a pulmón, realizados con papel y lápiz. Esa dedicación solidaria con ellas, me valía también cierta reconvención de compañeras y compañeros estatutarios: “oye, ¿tú por quién has sido elegido?, ¿cuál es tu dedicación a tiempo completo?” Contradicciones que uno asumía con buenismo y voluntad solidaria.

En cualquier caso, también he tenido momentos difíciles, ominosos y aciagos. Recuerdo especialmente dos. Ambos no se desprenden de una discordancia sobre la acción sindical o de dificultades en la conexión del abordaje de asuntos, directamente, relacionados con las/os trabajadoras/es. Se trata de disfunciones que más bien tenían que ver con asuntos transversales a nuestra actividad, más bien concernientes a reacciones personales que no gestioné bien. Pese a todo, pronto las aguas volvieron a su cauce y la lealtad predominó sobre cualquier otra disfunción.

En plena reunión de la Junta de Personal con la cúpula directiva del Hospital, que debatía un solo punto: la Productividad Variable, su distribución, cuantías y criterios de asignación; después de una exhaustiva intervención de Comisiones Obreras, teniéndome a mí como ponente- me había dejado las pestañas en los listados facilitados por la Administración; yo había destripado sus entrañas y elaborado las correspondientes críticas y las preguntas a realizar; vamos me había sumergido en sus contaminadas y procelosas aguas abismales, además de someter a los datos a tortura inclemente, claro está hasta que me dijeran lo que yo quería oír-, al Director Gerente del Hospital, un tal Caparrós, de mala memoria y peor gestión, no se le ocurrió otra cosa que- delante de todos los Delegados Sindicales y los miembros de Dirección- dedicarse a alabar mi exposición y ofrecerme, ¡por mis especiales facultades!, un puesto como Adjunto de Enfermería en su equipo gestor. ¡Escándalo, anatema! Yo que siempre fui muy formal y reflexivo durante estas reuniones- por cierto, fuimos nosotros quienes forzados la misma, recurriendo “in extremis” al cumplimiento normativo regulado para dar cuenta de la Productividad Variable asignada y la denuncia ante la Dirección Provincial del extinto INSALUD- dije, muy comedido, que declinaba, amablemente, el ofrecimiento. Recuerdo que, en aquellos momentos políticos, estaba muy de moda la expresión neoliberal proferida por Deng Xaoping (¿comunista?): “no importa de qué color es el gato, lo que importa es que cace ratones”.

Siempre fui una persona tolerante y respetuosa con los disidentes, compañeros que deseaban la Revolución aquí y ahora

El ínclito Caparrós me hizo otro “favorcito”: “tú serás comunista, pero a mí eso no me escandaliza, lo que me gusta de ti es la potencial capacidad de gestión que se intuye en tu discurso”. A todo esto, el eximio e irresponsable Gerente, tenía delante a la Directora de Enfermería y, ni corto ni perezoso, me espetó lo ya expuesto, por supuesto sin contar con ella. 

En las bancadas de la Junta de Personal del Área-la IV- que se encontraban abarrotadas como en un Parlamento desarrollando una Sesión Plenaria; no exagero, el número de Delegados superaba las 45 o 50 personas. Siempre fui políticamente correcto, aunque este término, en aquel momento, no estaba en el diálogo ni en el vocabulario de la “Res Pública”. Los míos, ante mi tibia respuesta se levantaron y salieron indignados de la Sala de Juntas-el Parlamento-, dejándome sólo, más sólo que la una. Llevaban las bufandas puestas como forma de protesta; la razón es que considerábamos ese concepto retributivo- la Productividad Variable- como un tapabocas, injusto y disruptivo. 

Después vinieron los dicterios, las imprecaciones, las francas desconsideraciones; incluso los más exaltados- “zorocotrocos” les llamábamos cariñosamente; es decir el ala más comunista y reivindicativa de la izquierda extraparlamentaria, los puros del programa máximo- solicitaban mi dimisión. Siempre fui una persona tolerante y respetuosa con los disidentes, compañeros que deseaban la Revolución aquí y ahora, con la impulsividad de los que llevan la razón histórica por bandera, que reivindican la Dictadura del Proletariado, la violencia verbal e incluso física para conquistar los cielos y ser partera de la Historia- así, con mayúsculas; el Poder, ese oscuro objeto del deseo. Muchos de ellos abandonaron CC.OO. y legítimamente y emprendieron otros caminos diferentes, se afiliaron a otros Sindicatos, optaron por encontrarse más identificados con su pensamiento y su práctica político-social.

 Poco a poco, las aguas volvieron a su cauce, pero dejaron cicatrices, sobre todo en mí, que por aquellos tiempos creía que podía llevarme bien con todo el mundo. No había madurado, todavía no tenía asumido que la empatía, el esfuerzo dialogante y la concesión universal de las bienaventuranzas eran, en muchas ocasiones, una ilusión de un mundo en el que la justicia vive en un delicado éter, y hay que ir a buscarla, a veces, al Olimpo. No atendía, entonces, a los versos del poeta-Silvio Rodríguez-: “yo sé que hay gente que me quiere/ yo sé que hay gente que no me quiere”.

Nadie puede imaginarse lo que supone una huelga de ese tipo en un Hospital, sobre todo si es seguida mayoritariamente. El asunto era grave y urgente

Hete aquí que años después me ocurrió otro incidente, un cuento aleccionador. Una huelga de la Contrata de Limpieza estaba convocada y faltaban días para su inicio. Nadie puede imaginarse lo que supone una huelga de ese tipo en un Hospital, sobre todo si es seguida mayoritariamente. El asunto era grave y urgente. Intenté, por todos los medios, llevar a la conciencia de los despreocupados Directivos Públicos la necesidad de perseverar, con denuedo, en un postrero intento de mediación. “Vosotros tenéis la responsabilidad, no resguardaros en la coletilla de que el servicio está externalizado”. “Poned, inmediatamente, a trabajar a vuestros Servicios Jurídicos y hallad una solución”. ¿Alguien me hizo caso? Ellos, por supuesto, no. 

Yo entraba de noche, la víspera de la última reunión antes de la huelga. Obviamente, era a tres bandas: empresario, trabajadoras y Administración. Yo asistía a la misma como invitado del Comité de Empresa de las limpiadoras. Menos mal que la noche de marras la Unidad Coronaria estuvo como una balsa de aceite; eso me permitió, una vez más leerme el Convenio, la Plataforma Reivindicativa, el Pliego de Condiciones y el informe económico del empresario. Lógicamente, la Administración del Hospital no presentó documento alguno, ¿para qué?, era una pérdida de tiempo. 

¡Eureka!, encontré una solución que pudiera ser factible y posibilitar una mediación tanto en los aspectos salariales como de condiciones de trabajo. No la voy a contar porque no viene a cuenta y además era farragosa y aburrida. Después de no dormir me incorporé a la reunión; todo el mundo con cara de póker y en silencio absoluto, se cortaba el aire con cuchillo. Humildemente, pedí la palabra- también la paz- y desgrané mi engendro nocturno con determinación e ilusión. Adhiéranse entusiastas, diéronse cuenta los interlocutores de que lo expuesto por mi persona estaba velado en los documentos y había salido a la luz “espontáneamente”. “¡Manda huevos”, el único que habla allí era yo, un invitado novato y juguetón! El empresario dijo sí; intervine en la asamblea de las trabajadoras (utilizo el femenino porque la mayoría de la plantilla eran mujeres, aunque también había hombres) y éstas igualmente me confirmaron su asentimiento. Los Directivos de mi Hospital, locos de contentos, no cambian en sí de gozo; pero los muy taimados no utilizaron su aparato fonador en ningún momento. Huelga desconvocada. Todos casi contentos, en la medida en que hay que ser felices con lágrimas en los ojos- gente feliz con lágrimas-y, a veces, pragmáticos. 

Parecía todo olvidado, porque lo de las limpiadoras era cosa de Jorge. Nos lo explica en un momento y volvemos a nuestros estatutarios y laborales que tienen miga. Pero, amigo, como muchos otros días llega, con un mensajero celador como siempre, el correo de la Dirección. Entre éste, se encuentra una carta con membrete y mucha rimbombancia dirigido a la Sección Sindical de Comisiones Obreras. En su contenido se desgranaban un conjunto de alabanzas desmedidas al servicio prestado por Jorgito al buen funcionamiento del Hospital, la paz social y el entendimiento entre las partes. ¡Otro favor inmenso! Los míos me miraban incrédulos y no salían de su asombro. Me entregaron la carta porque, obviamente, no iba a ser guardada ni archivada para su santificación y devoción en los AZ de un Sindicato de Clase. Fue condenada a la “damnatio memoriae”. Todo ello, significó otro sofocón absurdo y esperpéntico. La noticia corrió como el rayo. Tumultuó mi ánimo, y a otra cosa mariposa. Eso sí, esas cuestiones dejan cuentas pendientes.

Ya me llevo mi boca, que suficiente perorata he expuesto. Conclusión: vamos a la cama, que hay que descansar. Mañana hay que madrugar. ¡Hala, todos los peques nos vamos a la cama! ¿Recordáis ese pequeño espacio televisivo de la familia Telerín? Pues, eso. Mañana a la Manifestación por la Defensa de la Salud Pública en nuestra Comunidad Autónoma y contra el Plan de Urgencias Extrahospitalaria, o mejor dicho de la Atención Primaria impuesta por nuestro Gobierno Regional, con su Presidenta Doña Isabel Díaz Ayuso, alumna ilustre de la Universidad Complutense que también es la mía. Atención: paso lista de asistencia.

Posdata: no quisiera excederme en mi propio ego, pero quién quiera identificarme en la foto puede hallarme en la segunda, de pie, el cuarto por la derecha; ¡vaya pájaro! 

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