lunes. 29.04.2024
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—Isaac, ¿crees que deberíamos casarnos? —Albert estaba leyendo detenidamente una página de Internet sobre la Ley de matrimonio homosexual.

—No sé —dudó Isaac— Creo que estamos bien así, la verdad es que no lo he pensado, ¿por qué lo dices?

—Por si cambian las cosas —repuso Albert.

—¿Las cosas?, ¿qué cosas? —Isaac no entendía bien lo que su novio intentaba transmitirle.

—Las cosas de la política, hombre, ¿qué va a ser?

—Ah, bueno, no sé, ¿piensas que pueden cambiar? —Isaac continuaba mostrándose dubitativo.

—Esto no pinta nada bien, querido, no te estoy diciendo nada que no sepas. Por eso creo que lo mejor es asegurar nuestra situación —Albert se mostraba muy seguro de lo que estaba diciendo.

—O sea, hacer lo nuestro legal, quieres decir.

—Claro. Piensa que hace años legalizaron las parejas del mismo sexo y la gente puede casarse sin problemas. Bueno, hasta ahora —le recordó Albert con una mueca dubitativa.

—¿Y estás seguro de que a partir de ahora nadie podrá casarse? —Isaac no ocultaba sus temores —Nadie como nosotros, quiero decir.

—Si ganan los que quieren prohibirnos lo vamos a tener muy crudo, Isaac —Éste no recordaba a su amado un gesto tan serio.

—¿Por qué lo crees, Albert? —Su pregunta imitaba el gesto serio de su novio.

—No es que lo crea, es que estoy seguro, Isaac. No hay más que escuchar lo que dicen. Mira, te leo esto del programa electoral de Vox —dijo Albert mientras buscaba en Google:

”Paralizaremos la tramitación de la Ley de Familias por la cual la institución familiar queda desdibujada por el reconocimiento de dieciséis tipos diferentes de familias, pretendiendo la desnaturalización de la célula básica de la sociedad”.

—O sea —quiso especificar Albert— que para esa gente, nosotros ni ninguna pareja del mismo sexo, sean las formadas por solo hombres o solo mujeres, o por las de transexuales, o quienes no se definen sexualmente, o queer, etcétera, no van a ser familia reconocida legalmente. Es decir, no vamos a existir para ellos si llegan a gobernar.

—Si llegan a gobernar con el PP quieres decir.

—Claro, ¿cuál iba a ser? PP y Vox tampoco se diferencian tanto, lo están demostrando ahora con los pactos en comunidades y ayuntamientos.

—Es verdad, Albert. Me parece haber leído el otro día que en 2005 el Gobierno de entonces, creo que el de Rodríguez Zapatero si no recuerdo mal…

—Sí, el de Zapatero.

—Claro, el de Zapatero. Fue el que legalizó el matrimonio homosexual…

—Sí —corroboró Albert— ley que, obviamente, el PP votó en contra y recurrió ante el Tribunal Constitucional con el argumento más o menos de que la unión legal de dos personas del mismo sexo desnaturaliza la institución del matrimonio…

—Así es —aseguró Isaac— Llegaron a decir algo así como que el matrimonio homosexual se opone a la naturaleza de lo que para ellos es lo normal, o sea, la unión heterosexual.

—No deja de ser curioso —continuaba señalando Albert— que cuando se hizo esa ley muchas parejas homosexuales de ideología afín a la derecha, incluido algún diputado, la utilizaron para casarse. Así se escribe la historia, querido.

—Igual pasó con la Ley de divorcio, que los adeptos a la ideología conservadora se opusieron en su día, pero bien que han acudido a ella para divorciarse —rememoró Isaac poniendo una mueca irónica— Otro tanto con el aborto, que los nuevos ahora quieren prohibir, y los otros irán a la zaga.

—Ley del aborto de la que bien se sirven para abortar cuando les da la gana.

—La hipocresía no tiene límites.

—Y te digo más —señaló Albert— en sitios donde están gobernando en coalición, como en Castilla y León, incluso donde gobiernan solos, como en Madrid, las mujeres tienen que irse a otra comunidad para abortar. Con el divorcio no se atreven, pero descuida, todo se andará. De modo que cosas veredes, amigo Sancho. En esas comunidades de gobiernos conservadores o ultraconservadores no hay, por descontado, una ley trans ni LGTBI, y en ayuntamientos donde también gobiernan sustituyen las concejalías de Igualdad por las que llaman de Familia, que para ellos, como te leía, sólo hay un tipo: la formada por un hombre, una mujer y los hijos. Y ya mejor no hablar de la violencia machista, que según ellos es sólo violencia doméstica, o sea, una forma de ocultar una realidad más que evidente; o contra nuestro colectivo, Isaac, que para esa gente ni existimos. Esto ya está pasando donde gobiernan y en pocos días lo vamos a seguir viendo allí donde también están pactando para gobernar.

—Es la España que nos hiela el corazón, que dijo Machado —enfatizó Isaac. “Esa España inferior que ora y bosteza, vieja y tahúr, zaragatera y triste, esa España inferior que ora y embiste”

—Te lo sabes bien, amado mío. Y también recuerda que a Lorca lo mataron, además de por republicano y por artista y poeta y dramaturgo y persona alegre, también por maricón, como les encanta decir a los fachas —A Albert se le torcía el gesto mientras hablaba— Este país lo están convirtiendo de nuevo en un albañal. Te repito las palabras de Unamuno ante los fascistas que le gritaban ‘Viva la muerte y muera la inteligencia’: “Me duele España”. Estos fascistas de nuevo cuño quieren hacer de ella otra vez la ‘España de charanga y pandereta’ con sus banderas que exhiben haciéndolas suyas, sólo suyas, no de todos.

— “… florecerán las barbas apostólicas y otras calvas en otras calaveras brillarán, venerables y católicas… el vacuo ayer dará un mañana huero…” —continuaba Isaac memorizando en voz alta los versos de Machado.

—Así que, amor mío, lo mejor será que nos casemos, ahora que todavía nos dejan— zanjó Albert con una sonrisa.

—Va a ser lo mejor, Albert, sí —Isaac ya no dudaba— Menos mal que tenemos unos padres que nos entienden y nos defienden.

—Claro que sí, unos padres maravillosos que nos han apoyado desde el minuto cero. Venga, vamos a ir pensando en fechas y en un lugar bonito donde celebrarlo. Dame un beso y brindemos con un vino fuerte como sólo los audaces beben el placer.

—Ahí te quiero ver con Kavafis.

Albert e Isaac se casan ante la llegada de católicas calaveras