sábado. 27.04.2024
Der_Brunnen
Óleo cortesía de Hans Bächle.

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La última cumbre de Múnich ha estado centrada en reforzar la unidad militar europea y en armar a su amado Zelenski en vez de buscar la paz que ninguno de ellos quiere para Ucrania, mientras el insoportable genocidio palestino sigue sumando muertos con la ayuda de Estados Unidos y Europa, porque ambos compinches siguen ayudando y vendiendo armas tanto a Ucrania como a Israel para que continúe cada uno su propia carnicería.

Al fin y al cabo, ¿qué solución pacífica se podía esperar de los EEUU, el principal protector del sionismo, que no cesa de vetar propuestas de alto el fuego en la ONU? ¿O qué puede esperarse de su sumisa Europa? Los EEUU no quieren nunca la paz porque su gran negocio es la guerra permanente en uno u otro lugar y con una u otra excusa. La industria de la muerte es su principal fuente de ingresos y poder hasta el punto de poderse afirmar que mientras existan los EEUU no habrá paz en este Planeta.

¿Y qué sucede con Europa? Que está a sus órdenes con sus tratados de libre comercio, sus fondos buitre entrando con hambre insaciable en educación, sanidad o fincas de vecinos con inquilinos a los que no dudan en expulsar. A la par, hincan sus sucios picos y llenan sus acaudalados buches en negocios rentables, fincas agrícolas, industrias de todo tipo, incluidas la alimentaria, o telecomunicaciones,  para llevárselo crudo al paraíso de los buitres, que es fiscal por naturaleza propia. De ellos, y de otros como ellos.

Y no es todo, ni mucho menos. Está también el lado cultural  y el religioso. Europa ha ido anglosajonizándose tanto tiempo que en muchos países como España, entre otros, también se celebran fiestas como Halloween, mientras las huestes de los vendedores de Biblias y las iglesias de esto o lo otro dan nuevo uso a locales cerrados por la crisis que sus patronos nos provocaron.

Esta Europa de la tercera edad ha decidido, pues, someterse a sus antiguos súbditos norteamericanos, dejándose conducir por ellos también en los negocios de guerra en Ucrania y Palestina. Esta Europa avejentada y seducida que siempre había presumido de arrogancia, baluarte pacifista, fortín cristiano y defensora de los derechos humanos, de las democracias y de otras hermosas flores del jardín humano, pasará finalmente a la Historia como una gran farsante y una vieja estúpida de 27 cabezas conducida hacia su irrelevancia y dando muestras de contento. El servilismo vergonzoso de nuestros políticos empujados por la orquesta de la muerte OTAN para involucrarse en estos dos conflictos donde quienes siempre ganan son los EEUU y siempre perdemos los pueblos está alcanzando cuotas nunca vistas.

Alimentando dos regímenes tan abominables como el ucraniano o el sionista, así vive hoy Europa, empobreciéndose pagando guerras que no son suyas, soportando la carestía de vida en nuestros países correspondiente a eso, y envileciéndose la UE moralmente contradiciendo así sin pudor todos y cada uno de los hermosos principios con los que pretendía deslumbrar al mundo.

Como se dice, las mentiras tienen las patas muy cortas, pero la verdad tiene una extensión universal y poderosa  y por eso es vista como peligrosa por el imperio de lo mentirosos, y la vida de este héroe de nuestro tiempo Julián Assange corre tanto peligro como la libre expresión del pensamiento de los comunicadores cuando su contenido daña el hígado del Poder.

El periodismo y la comunicación de la verdad corren peligro como nunca, y Assange en su prisión británica de alta seguridad como el peor y más peligroso delincuente, tiene un futuro incierto a pesar del clamor en contra de medio mundo. No, claro, del otro medio, del mundo de los poderosos mentirosos, del buitrerío y de los matones comepatrias.

Por desgracia, todo esto está sucediendo en Europa y pocas dudas hay de que volverá a suceder hasta que los europeos nos despertemos y pongamos en nuestras mentes, en nuestras conciencias, en nuestros actos y en el viento con fuerte voz un “HASTA AQUÍ LLEGAMOS”. Esto depende de una cosa: un elevado nivel de conciencia ética, espiritual y social. ¿Tenemos los europeos ese nivel? Para impedirlo están las leyes mordaza y las prisiones de alta seguridad. La verdad es más poderosa que todo eso, sí, pero, ¿hasta qué punto estamos dispuestos a defenderla? Eso cada uno lo sabe en su corazón.

La decrepitud de Europa o hasta aquí llegamos