lunes. 29.04.2024

Pablo D. Santonja | @datosantonja

“La penúltima en casa” nos muestra que aún se puede hacer comedia desde una perspectiva inclusiva sin entrar en guerras políticas. Nos encontramos ante aparentemente una comedia blanca, de esas que tocan temas aptos para todos los públicos. Anabel Béjar, directora de la obra, realiza una obra estilo “sitcom” donde el peso lo lleva un electo de actores entre lo real y lo clown que no pasan desapercibidos.

Con arquetipos perfectamente dibujados, explotan sus tópicos para progresivamente ir deconstruyéndolos hasta mostrar elementos salvajes que te llevan a presenciar situaciones incómodas e hilarantes. Desde los manidos tópicos sevillanos, el guaperas pedante, el amigo chic, la influencer hasta llegar a la mujer reprimida y perfeccionista. Todos esos tópicos son cogidos y transformados para enseñar su cara B, siendo el espectador partícipe de esa caída a la locura que cada personaje muestra por una pelea simple y anodina.

“La penúltima en casa” nos muestra que aún se puede hacer comedia desde una perspectiva inclusiva sin entrar en guerras políticas

La obra comienza con 5 amigos que llegan a casa por invitación de Antonio, para rematar una cena con amigos tomando una copa en casa. Todo bien hasta que un suceso a la hora de pagar la cuenta en el restaurante desata un aluvión de críticas, juicios, destapando secretos y abriendo cajones que deberían permanecer cerrados.

Si tenemos suerte siendo puntuales, podemos ver el inicio de la obra desde el momento en que los personajes llegan al Teatro La encina, en Embajadores. Desde la cola de entrada llama la atención 5 personas exaltadas y aparentemente bebidas intentando coger un taxi. Un acierto de la obra que hace que cuando empiece el texto ya tengas definido casi los roles y la actitud de cada personaje. Pero las sorpresas no terminan, porque al entrar en el patio de butacas te recibe un camarero algo pasado de rosca que va adelantando parte de lo que va a acontecer en los próximos casi 90 minutos que durará la obra.

Siempre me ha gustado mucho los autores que bromean con su propia obra y la convierte en parte del chiste

Durante toda la obra se juega con una fachada de superficialidad, constituciones que rompen la cuarta pared y por momentos toma el carácter de burla de sí mismo siendo consciente del absurdo del conflicto generado. Siempre me ha gustado mucho los autores que bromean con su propia obra y la convierte en parte del chiste. En este caso, rompiendo con el espectador con momentos en los que los personajes pelean a cámara lenta cual clowns de circo, exageran deliberadamente reacciones, caras y respuestas, o salen de sus personajes para crear otros nuevos en una fracción de segundo. Y ese humor físico tontorrón e inocente tapa por momentos unos diálogos y unas conversaciones completamente delirantes que toca temas de actualidad y muy delicados pero que para el espectador pueden pasan desapercibidos. Feminismo, estereotipos, crítica a la actualidad, y una maravillosa y fresquísima conversación sobre quién es peor persona: si Maria Teresa de Calcuta o el Dalai Lama. Sin duda, muy fino.

Si quieren pasar un rato agradable, desconectar el cerebro y reírse sin pretensiones, “La penúltima en Casa” es su comedia. 

'La penúltima en casa': humor para todos sobre todos