lunes. 29.04.2024
Ignatius Farray

Vicente I. Sánchez | @Snchez1Godotx

Debo ser sincero para empezar: creo que es imposible analizar una obra como "El show de Ignatius Farray". Se trata de una de esas experiencias que deben vivirse, y como el propio cómico canario nos advierte en varios momentos, gran parte de su fuerza emana de un pacto muy particular que surge entre los espectadores que asisten. Un pacto basado en el respeto y la libertad, pero también en la aceptación de ciertos comportamientos que fuera de esas paredes no solo serían imposibles, sino que podrían ser incluso denunciables. En definitiva, es un espectáculo que, durante dos horas, o tal vez más si se anima, busca poner a prueba a través de todas las herramientas posibles.

Estas líneas buscan simplemente ofrecer algunas impresiones sobre el show que actualmente se presenta una vez al mes en el Teatro del Barrio. Espectáculo que es de esperar evolucione y ofrezca tantas experiencias como estados de ánimo tiene Ignatius Farray.

Ignatius solicitó al técnico que encendiera la luz para poder ver bien la cara de todos los espectadores y poder humillarlos de forma precisa si fuera necesario

En la función que tuvimos el placer de disfrutar el pasado 21 de octubre, Ignatius apareció en el escenario con una botella de agua y un montón de folios medio arrugados. Tras presentarse, solicitó al técnico de la sala que encendiera un poco la luz para poder ver bien la cara de todos los espectadores y poder humillarlos de forma precisa si fuera necesario. Desde el principio, quedó claro que el juego con el espectador sería constante y que algo inusual tendría que suceder tarde o temprano.

En esta ocasión, el cómico canario nos contó que se había inscrito en un curso de teatro con Juan Mayorga y que antes de empezar quería leernos una disertación que tenía que presentar en pocos días. Y no era una broma, la leyó completa. Así comenzó un espectáculo en el que durante más de dos horas, el cómico respondía a los distintos comentarios y reacciones que provocaba en el espectador la lectura de su "disertación".

Entre provocación, grosería y faltada, el bisturí de Ignatius disecciona con gran maestría la sociedad del bienestar y muchos de sus vicios y debilidades

Un texto provocador y también brillante en el que Ignatius habla de la depresión, la pornografía y otras frivolidades, pero en el que también realiza una disección brillante de gran parte de los problemas de Occidente. Así, entre provocación, grosería y faltada, el bisturí de Ignatius disecciona con gran maestría la sociedad del bienestar y muchos de sus vicios y debilidades. Página a página, sucedieron cosas, como cuando una pareja de mediana edad abandonó (ligeramente indignada) el teatro cuando el cómico nos daba una "master class" sobre el "presemen" y los aceites lubricantes de Johnson & Johnson. Este momento inspiró al espectáculo a evolucionar por caminos diferentes.

"El show de Ignatius Farray" es un espectáculo único que sabe, como pocos, poner contra la pared al espectador y su paciencia. Farray retuerce los límites del humor y ofrece una obra que busca provocar y nos enfrenta a lo moralmente aceptable y tolerable. La respuesta del público ante la provocación es un elemento fundamental del espectáculo, e Ignatius sabe sacar oro de ello gracias a su agilidad para improvisar.

Finalmente, es imposible no rendirse ante una propuesta como "El show de Ignatius Farray". Bajo la máscara del loco provocador se esconde un verdadero genio de la comedia que sabe muy bien qué teclas pulsar en cada momento.

La deliciosa provocación de Ignatius Farray