lunes. 29.04.2024

Jaime Polo Mínguez | @lovacaine

“Henry Sugar tenía 41 años, soltero y rico. Era rico porque tenía un padre que lo era y ahora está muerto” Así comienza la extravagante historia de un personaje peculiar bajo la narración de un escritor entusiasmado por su obra. Así comienza el primero de cuatro cortos de Netflix que prepara el maravilloso director Wes Anderson sobre la antología de libros de Roal Dahl.

Si hablamos de fidelidad entre obras, no hay ningún tipo de duda. En sus 37 minutos exprimidos a velocidad récord, desde su inicio hasta el final se recita el libro de Roal casi completamente de manera textual. Empieza suave, Ralph Fiennes murmurando detalles para sí mismo en una recreación de Dahl y su estudio de escritura, hasta que por arte de magia y como si algo se metiera dentro de su cuerpo, Dahl mira a la cámara, se dirige a nosotros y comienza a recitar la historia en tiempo récord.

Los escenarios se relacionan de manera excepcional con las palabras de Dahl. Mientras nos narra rápidamente sobre el pedante londinense Henry Sugar, el mundo que les rodea se construye y evoluciona a pasos agigantados, se da prisa por acomodar a la cámara y por acomodar el ojo del espectador fundiendo perfectamente lo que vemos, lo que escuchamos y lo que sentimos.

La película más innovadora de Wes Anderson que utiliza y perfecciona sus patrones estilísticos, el trípode, la perpendicularidad y el humor negro sutil e inteligente

Visualmente es, probablemente, la película más innovadora del director de Texas. Wes Anderson utiliza y perfecciona sus patrones estilísticos basados en la perfección simétrica, el trípode, la perpendicularidad y el humor negro sutil e inteligente. Aunque estemos ante una representacion y adaptación literal de la obra de Dahl, el autor del proyecto está presente. Este detalle me parece de vital importancia, Anderson se convierte en el “verdadero autor” en el sentido que su vision artística y creativa se manifiesta plenamente en la película, y esto es lo que brinda la singularidad y la originalidad a la adaptación. En última instancia, Wes Anderson logra capturar la esencia de Dahl, pero también la reinterpreta y la lleva a nuevos niveles de expresión artística, dejando claro que su influencia y estilo son inconfundibles en el proyecto final. 

Al gran director contemporáneo se le suma un reparto grandioso que aprueba cualquier pelicula, es imposible defraudar con ellos en pantalla. Ralph Fiennes comenzando el monólogo, Dev Patel como el narrador médico, Ben Kingsley como el hombre que puede ver sin usar sus ojos y, por último, pero no menos importante, Benedict Cumberbatch como Henry Sugar; sus actuaciones crean simbiosis entre la obra de ambos artistas, entre Dahl y Anderson.

La maravillosa historia de Henry Sugar