lunes. 13.05.2024

Úrsula San Frutos | @ _suula_

Hay una cosa muy bonita de la música en vivo, y no es solo saber que cientos, o miles, de personas comparten una misma pasión. Sentir que un artista ama su propia música y la transmite con tanto cariño y tanto cuidado al público es una experiencia que te cambia la vida. The Lumineers juntó en Madrid a más de 3.000 personas que venían de todas partes (“yo he venido desde Irlanda,” comentaba una chica. “Yo vengo desde Colorado,” gritaba otro. Este último fue el más entusiasta de todos.)

Wes Schulz, vocalista de The Lumineers, salió al escenario de Noches del Botánico cuando todavía no había caído el sol, vestido con su guitarra y su icónico sombrero fedora, sonriendo. No necesitó presentación, su sola presencia fue suficiente, y comenzó directamente a cantar BRIGHTSIDE, del álbum de 2022 con el mismo título. El público ya no cabía en sí, y apenas había empezado. Hacía más de un año que The Lumineers no paraba en Madrid, desde el último concierto en el WiZink Center. Noches del Botánico ha sido una parada más en el tour de festivales que ha emprendido la banda, y que ha pasado por Boston o Irlanda, entre otros.

Terminada BRIGHTSIDE, y con el resto del grupo ya en el escenario (teclado y piano, violín, guitarra, batería), The Lumimneers pasó a Cleopatra, uno de sus temas más populares. Los asistentes la cantaron a pleno pulmón, para eso es uno de sus himnos. El propio Schulz no se lo creía: “guau, cuánto ruido hacéis”, dijo. Pidió al público que gritara todavía más fuerte para el estribillo de A.M. RADIO

The Lumineers hizó honor a la fama que le precede con un espectáculo redondo, repleto de letras míticas y melodías inconfundibles

Wes Schulz no se conformó con arrodillarse ante el público madrileño mientras interpretaba REPRISE, ni con darle la mano a los afortunados que consiguieron engancharse a la barrera y regalar las púas de su guitarra. De repente, el cantante saltó del escenario, directamente entre la gente que le abría paso y le lanzaba las manos. Acababa de terminar Charlie Boy, de su álbum homónimo de 2012. “Te queremos, Wes. Tu música me ha curado,” le gritaba el fan de Colorado.

A estas alturas, la gente ya se había dado cuenta de que el hombre al piano, Stealth Ulvang, estaba descalzo en el escenario. Para los que no siguen a la banda, esto puede parecer una excentricidad, pero pronto pudieron entender el motivo. Cuando menos se esperaba, Ulvang se subió al piano. De pie y saltando sobre el instrumento durante Leader of the Landslide volvió loco al público. También quiso darse un paseo por la grada, guitarra en mano, antes de que el público se lo tragara de nuevo.

Ninguna de las chicas de The Lumineers se quedó sin brillar. Empezando por la mítica Cleopatra, la banda interpretó también Angela, Gloria y Donna. Esta última fue, sin duda, la puesta en escena más íntima de la noche. Schulz se sentó sobre el piano a cantar, bañado en luz amarilla. Fue un momento delicado, casi místico.

La despedida tampoco dejó nada que desear. Entre vítores y aplausos, la violinista de la banda, Lauren Jacobson, abandonó el escenario con una voltereta, primero ella sola y después acompañada de Ulvang. Ambos habían sido un terremoto a lo largo de la noche, y esto solo sirvió para ponerle un broche de oro. The Lumineers hizó honor a la fama que le precede con un espectáculo redondo, repleto de letras míticas y melodías inconfundibles.

Magia en vivo: The Lumineers ilumina Madrid en Noches del Botánico