lunes. 29.04.2024

Paradero desconocido es el noveno poemario del escritor español Benjamín Prado. Narrador poético y poeta de cuentos, Prado es pura excelencia de rocanrol. Un músico que no necesita la música —que también cultiva, en la que colabora con ahínco— para serlo plenamente.

“Un pesimista alegre / un trágico feliz”.

Vino al mundo este libro de poesía en la primavera de 2023, y yo he ido leyéndolo como se leen los volúmenes cargados de poemas, como si el tiempo nos esperara. Y he obtenido a cambio un disfrute lento, sabio y juvenil, el de los versos que lo son entera y cuidadosamente.

Tres son las partes en las que el autor divide Paradero desconocido espléndidamente editado por Visor Libros: ‘Estado de alarma’‘En la vida real’ y Taller literario’.

“Paradero desconocido” es el noveno poemario del escritor español Benjamín Prado. Narrador poético y poeta de cuentos, Prado es pura excelencia de rocanrol

Leo en ‘Estado de alarma’ (de cuando “un fantasma llamado pandemia helaba el mundo”) poemas que no se acaban, que solamente se hacen los dormidos. Poemas como el titulado ‘Que quede entre tú y yo’ (cuando miramos atrás, a los días felices):

“Bailé sobre cuchillos e hice versos.
[…] Parecemos actores que hacen de nosotros 
cuando aún no sabíamos lo que iba a pasar, 
ni que la vida es una quimera”.

“Sobrevivir consiste en irse haciendo otros” (‘Vieja gloria’); “para ella todos somos personajes de un sueño, es ella, aunque ya no se acuerde, y no voy a entregársela al olvido” (‘Alzheimer’); “somos lo que se va, lo que dejamos irse” (‘Segundo tango del viudo’).

Almudena Grandes, la escritora amiga de Prado, fallece en el interior de ‘Estado de alarma’, donde uno de sus poemas es ‘El año de Almudena’:

“Fue en los tiempos del virus y las calles vacías. 
Fue el año que Almudena paró el tiempo:
para quienes la amábamos / el día de su muerte / nunca va a terminar”.

Hay algo en ‘La vida se me va’ que da de lleno (Benjamín lo consigue a menudo) en la médula espinal que debería tener mi alma, porque empiezo yo ya, siendo como soy solo dos años más joven que el poeta, a notarlo en todo eso de que la vida se me va (esto es la primera vez que lo escribo, que lo digo, y quizás que lo pienso), como me ocurre asimismo que “la música que amaba ya no suena en la radio”: en fin, “la vida se me va, pero aún la persigo”. Todavía la perseguimos, señor Prado, querido Benjamín Prado. 

Que es un libro de nuestro tiempo se siente en poemas como ‘Haters’, dedicado a aquellos que “creen que romper la caracola hará callar el mar”, aquellos que le apenan al poeta porque son “gente que no admira nada”.

Vino al mundo este libro de poesía en la primavera de 2023, y yo he ido leyéndolo como se leen los volúmenes cargados de poemas, como si el tiempo nos esperara

No es extraño que la mejor de las poesías de esta primera parte de Paradero desconocido sea una titulada ‘Una puerta abierta para Dylan’, siendo como es su autor un dylanófilo, un dylanólogo (muy) de pro. No hay más que ver la cubierta del libro, con ese sombrero tan Rolling Thunder Revue, tan Bob Dylan 1975-1976:

“Que tu vida sea tuya,
que al mirarte al espejo te parezcas a ti.
[…] Ten siempre a tu mano
las palabras que sirven
para decir que no.
[…] Puedes estar segura de que hagas lo que hagas
estaré algunas veces de acuerdo contigo
y siempre de tu lado.
[…] Recuerda que estar vivo no es igual que vivir”.

Aunque después de escribir eso de la mejor de las poesías… me detengo en el concienzudamente sabio y deliberadamente hermoso poema ‘País’, que será el único que aquí reproduzca completo, y que tal vez le gane por uno o dos goles poéticos de diferencia al anterior, no sabría decir:

"En mi hermoso país hay treinta y cuatro ríos,
tres mares y un océano, 
más de ocho mil ciudades
y menos de cincuenta millones de personas;
se hablan seis idiomas y hay cinco fronteras, 
once islas, trescientos días de sol al año
y casi la mitad
de sus quinientos mil kilómetros cuadrados
la ocupan las montañas.
Mi país lo visitan en un año normal
alrededor de cien millones de extranjeros
y muy pocos se marchan sin ganas de volver.
A otros paraísos
sólo puedes llegar siguiendo a la serpiente;
al nuestro, 
basta un vuelo 
de línea regular.
En mi país hay gente de derechas e izquierdas,
que, por lo general, 
como dice Machado, 
es, en el buen sentido de la palabra, buena
y cuatro indeseables que nos roban,
que se lo quitan todo a las que no lo tienen,
los que oyen en las puertas que les cierran
batir las alas de un dragón 
y saben
que en una sola lágrima cabe una tempestad.
No siempre los que ondean las banderas
son los mismos que lloran si arden nuestros bosques,
sufren al ver las casas que derribó un volcán
o, en los años de plomo, 
sentían que las balas que mataban a otros, 
a ellos 
les partían 
en dos 
el corazón.
En mi país no hay grandes yacimientos de gas
ni pozos de petróleo, ni minas de diamantes…
pero el oro 
crece en los olivos,
y las obras de arte hierven en las cocinas.
Lorca inventó la luna, Cervantes las novelas,
Velázquez el azul y Goya el miedo.
Sé que también nos sigue esa leyenda negra
que dice que aquí mandan la pereza y la envidia, 
que vivimos al borde de otra guerra civil…
Pero lo que yo veo 
es a mujeres y hombres
que se ganan 
con sus manos el pan 
y no sueltan la tuya cuando vas a caer.
Mi hermoso país se llama España 
y es la capital de la alegría."

En la segunda parte del libro (‘En la vida real’), que se cierra con el poema del mismo título (“en la vida real se muere en el intento”), brilla fulgurante y suena oscuro a la vez, o alternativamente, el enamoramiento, los enamoramientos, su fuerza, su ámbito, su estupor. He pensado que lo mejor es crear (yo) un solo poema con los mejores versos de este libro dentro del libro al que podría titular con uno de ellos, ‘Dar contigo fue inventar el fuego’:

“Estar enamorado es igual que
recordar que nada es para siempre,
que al final siempre llega el frío.
[Pero] eso es lo que no quiero que seamos
tú y yo.

Igual que el fuego pone a bailar a las sombras,
cuando entres por la puerta 
[tú que eres la mujer más hermosa de la Tierra]Ç
respiraré otra vez.

El orgullo es siempre un buen escudo
y una mala arma.
Tal vez los que nos quieran
nos confundan con otros.

En la vida no todo está tan claro
como que esta vez sí eres quien esperaba.

Hay quien siente dentro del corazón
una flecha oxidada.

Hay quien ve en la verdad
algo que nos engaña,
quien piensa en su pasado
igual que se recuerda un viaje al extranjero,
quien no puede soñar y vivir a la vez.

Todo crece en silencio y hace ruido al caer.
Convivir es que a veces
yo tenga tu opinión y tú tengas la mía”.

Un taller literario (qué poco me gusta la palabra taller para lo que se hace principalmente con la cabeza y el corazón) es la parte que cierra Paradero desconocido, y que precisamente Prado titula así, ‘Taller literario’, como el primero de sus poemas.

Los poemas de Benjamín Prado, que no está en paradero desconocido, que está aquí cerca de mí, dentro de mí, son el océano donde nos reímos y lloramos en mi mirada

Ahí van consejos para ti que quieres escribir (para mí, que escribo): “desde luego, empieza por contar la verdad”, no “olvides que un libro siempre habla de frente”, jamás utilices “la belleza de coartada”, tampoco empeores las cosas, “habla claro” y “que los maestros te hagan descubrir lo que eres”.

Cuando llego al poema ‘Salto de página’ cambio de opinión sobre el mejor poema del libro. La desbordante hermosura de los versos de esa poesía, de puro agradecimiento escritor/lector se palpa en estos que reproduzco ahora:

“Quiero darte las gracias
por dejar que mis versos miren desde tus ojos
un mundo que algún día ya no va a ser el mío,
[…] quién sabe hasta dónde va a llegar el futuro.
Hemos pasado juntos momentos tan felices”.

Más consejos de Prado al escritor que le lee, esta vez en el poema ‘Entre paréntesis’: “llegas hasta el final y ahí empieza todo una y otra vez”; “lo que te haya ocurrido no le importa a nadie, sólo importa que le vaya a pasar de nuevo a quien lo lea”.

Excelentes son también ‘Dime quién eres’ y ‘El cementerio de los elefantes’.

En ‘Escribir es hacer que hablen las estatuas’, el autor habla con el poeta Gerardo Diego: las poesías son como las mentiras; cuando poetas y mentirosos escriben y hablan, “todos creen la historia menos quien la ha contado”. No sé yo, Benjamín.

Los nuevos consejos literarios que se dan en ‘Qué te habías pensado’ solamente sirven si se entienden (también) fuera de la literatura: “sólo es eterno lo que no respira”, no se trata de contar la historia de uno, sino de “alterar la suya” (la del lector); se trata de “detener el tiempo” con palabras que sean como una vela que ilumina “un mundo anterior a la electricidad”.

“La ficción se parece a la realidad:
cuando una planta seca da una flor,
es que es falsa”.

Paradero desconocido se cierra con un poema titulado… ‘El poema’, que yo resumo así:

“El poema es un detector de mentiras.
Se lee siempre por vez primera
como la nieve cae siempre sobre la infancia.
Es un pez en tu mirada”.

Los poemas de Benjamín Prado, que no está en paradero desconocido, que está aquí cerca de mí, dentro de mí, un poco dentro de mí, son el océano donde nos reímos y lloramos en mi mirada, la que ve sus versos antes de que él me lo agradezca (prácticamente) en persona.

Benjamín Prado y un poemario de nuestro tiempo: 'Paradero desconocido'