jueves. 02.05.2024
Ajedrez jaque mate

“El ajedrez es una lucha contra los errores de uno mismo.” (Califa al-Ma´mun. Siglo IX) “Todos creyeron que el encuentro de los dos jugadores de ajedrez había sido casual”. (Jorge Luis Borges. Examen de la obra de Herbert Quain)

¡Qué cabrón, qué cabronazo! Pero, ¿cómo lo ha hecho? Estaban en el medio juego, equilibrado, tranquilo, posicionalmente a la espera de algún movimiento táctico. De repente, realiza un movimiento al escaque Cb5 capturando un caballo contrario, de tal forma que sacrifica su dama devorada por un alfil blanco adversario. ¿Audaz, temerario? ¡No, sencillamente, sublime!

Mi cabeza me estalla, estoy completamente embotado, me duelen hasta las pestañas. Busco un asidero donde reposar mi perplejidad. Torpemente, me levanto de la cama, sale despedido el tablero con todas sus piezas contra la pared de este cuartucho de hotel de medio pelo. ¡Joder, a mis 64 años, el ajedrez de competición, entre la pandemia y la maldita guerra, ya no me da para vivir como antes! ¡Todo se ha ido al carajo! Ansiosamente, intento encontrar la revista, la información periodística, el desarrollo de la partida, el análisis, el resumen crítico; ¡yo qué sé!

Un pelele cercado de libros de ajedrez, apuntes, diagramas, botellas, blísteres de pastillas psicotrópicas. Basura mental que eructa tácticas y estrategias de este maldito juego

Mis pies se atascan y enroscan con una frazada tirada en el suelo de esta leonera. Me pego un golpazo descomunal y me desplomo en el piso enlosado y frío, como un pelele cercado de libros de ajedrez, apuntes, diagramas, botellas, blísteres de pastillas psicotrópicas. Basura mental que eructa tácticas y estrategias de este maldito juego.

Al fin, en uno de los escasos momentos de lucidez mental, recuerdo el titular y algunas notas del periódico: “Bratislava. Partidas de exhibición. Serguéi Tretiakov, a sus 18 años, vence al campeón mundial, Magnum Carlsen, en una partida memorable. El joven Serguéi, no es una promesa, es ya un gran maestro. El “mago” ruso vence a la “máquina” noruega”.

Ajedrez Lujurioso

El “mago” ruso -lo único que tenemos en común-, me espera, en menos de 24 horas, en esta competición del abierto de Dresde. Después del sacrificio de su dama dio jaque mate, en cinco movimientos prodigiosos. Tejió una horizontal como una vulva a la espera de una penetración salvaje de la torre, colocó sus dos alfiles como dos diagonales que lamiesen, lascivamente, cada mamila con la nuez de Adán. Para colmo, su peón de rey no paraba de dar por culo en el centro del tablero. ¿Dónde, coño, memorizó esos movimientos?

El último analista que viaja conmigo, me ayuda, aguanta y consuela es el anciano y gran ajedrecista soviético: Yosupov. Dice que la clave se encuentra en una partida de 1922, ganada por Alekhine a Bogoliúbov en 53 movimientos.

No puedo más, que se la metan por dónde les quepa los oligarcas del capitalismo mafioso y su corte de antiguos y nuevos “miembros” de la “nomenklatura”, junto a las bestias pardas de los aparatos de seguridad e inteligencia.

El jovencito Tretiakov regresará a Rusia, como un ídolo. Cada vez que me embriago con vodka, veo a mi único héroe adolescente soviético: ¡Yuri Gagarin, con esa sonrisa, esa donosura, esa aureola de pionero, de cosmonauta primigenio! Joder, todas las buenas historias acaban mal. Pero Yuri; ¿por qué te estrellaste con tu caza MiG-15UTI? Ya no habrá perrita Laika que te ladre.

Finalmente, esta lujuriosa y obscena guerra. Todas las guerras son, por definición, una lujuria de muerte y destrucción

Yo no volveré nunca. Estoy harto de palizas, detenciones, “caricias” de los antidisturbios (OMOM), del corrupto sistema judicial. Las sórdidas cárceles, amenazas, insultos, provocaciones, ejecuciones simuladas enlodaron mi cerebro cercenando mi capacidad de memorización de partidas, de cálculo, de plasticidad e imaginación del otrora gran maestro de ajedrez.

Salí en 2020, tras el plebiscito constitucional de julio. Era imposible vivir en un régimen populista, salvajemente neoliberal, imperialista, religiosamente ortodoxo, obscenamente homófono, militarista, perpetuador de su poder antidemocrático y depredador de cualquier tipo de disidencia. Un infierno espantoso de violaciones múltiples rememoradas.

Finalmente, esta lujuriosa y obscena guerra. Todas las guerras son, por definición, una lujuria de muerte y destrucción. Cuando aparecen el pensamiento crítico se suicida, saltando por la ventana. Debo ver menos el telediario con su rastro, inmisericorde, de sangre, víctimas y horrores.

El negocio funciona, llaman a la puerta y me encuentro un bellísimo efebo con una botella de champán en una cubitera helada. Vamos, ¡sin perder tiempo!, que me ensarte con su pene enhiesto y después me sodomice con el trofeo de Linares, Jaén: un peón gigante de 50 cm. Éxtasis maldito. Viejo ajedrecista es imposible enrocarte. Pierde con método. ¡Muérete, fósil de la Guerra Fría! “Omnia est certus consummata”.

Peón de rey