domingo. 28.04.2024
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La apelación al “voto útil” es recurrente. Y ¡cómo no!, ya vuelve a estar muy presente y de seguro que lo estará aún más hasta extremos de empacho de aquí al 23-J. Algo similar y emparentado (de modo nada inocente) está ocurriendo con “la lista más votada”. Ambos conceptos -o más bien lemas o consignas- son expresión de la pendiente por la que la autodenominaba democracia plena se degrada para dejar paso a la “estabilidad” y a la “gobernabilidad”, los banderines de enganche agitados por nostálgicos anhelos de restauración del borbónico turno bipartidista y cabal transgresión de la regla de oro del procedimiento democrático: la prevalencia de la mayoría (de la mitad más uno para arriba), junto al respeto de la minoría (uno menos por debajo de la mitad) [1].

Lo que de verdad se oculta bajo el envoltorio ‘celofánico’ del voto útil, es su contrario, es decir la desagradable realidad del “voto basura”, es decir de los millones de votos que la turbina trituradora del sistema electoral arroja sistemática y permanentemente al vertedero de la “no representación”, como de modo quizás no suficientemente reiterado se ha puesto de manifiesto a lo largo del escrito del cual el presenta artículo procede.

Millones de votos que la turbina trituradora del sistema electoral arroja sistemática y permanentemente al vertedero de la “no representación”

Cierto es que el elector está obligado (moral o racionalmente) a preocuparse y a preguntarse por la motivación de su voto y por el posible destino del mismo; o si se prefiere por su simple utilidad.

El dilema que en tal sentido debería planteársele al ciudadano que reside en aquellas provincias (en torno a 25, la mitad de las españolas) es qué ha de hacer en la concreta situación actual -hic et nunc-, sabiendo como debería saber, que si lo hace votando por partidos que en otras distintas obtendrían escaños, en la suya no podrá lograrlo de ninguna manera porque el sistema electoral lo impide. Ha de aceptar que mientras otros compatriotas se benefician de la proporcionalidad, él ha de someterse al sistema mayoritario; o en otras palabras que el decimonónico sufragio censitario sigue rigiendo en la práctica para él [2].

Y es en esos lugares donde la solicitud del voto útil resulta más tentadora, porque la racionalidad que encierra, en parte, no deja ver su dimensión ‘chantajista’. Si tu principal objetivo, en esta ocasión es, por ejemplo, ante todo dar continuidad a un gobierno cuyos méritos propios aprecias; o simplemente cerrar el paso a uno que amenaza no solo con hacerte perder lo logrado, sino por traerte mayores males en el incierto futuro que se avecina, podrías renunciar a la opción propia cediendo una vez más a la lógica del mal menor; y entregar tu voto no ya al partido de tu preferencia o más afín, para concedérselo a quien con mayores posibilidades de obtener representación aspiras a que siga siendo socio del partido al que por el el sistema- y por razones de eficacia- no va a valer de nada que le apoyes con tu voto. 

Ha de aceptar que mientras otros compatriotas se benefician de la proporcionalidad, él ha de someterse al sistema mayoritario

Con todo el dilema no termina ahí. Has de saber contrapesar esa decisión, en caso de que tal sea tu opción, con el convencimiento de algo obvio: en la medida que fortaleces a tu socio a costa de debilitar - siquiera simbólicamente- a la contraparte o sea al partido de tu preferencia,- estarás renunciando a algo de tanta importancia como la capacidad de influir sobre el primero, lo que en buena medida está en el centro de la motivación por la que sigues apoyando dicha asociación. 

Pero aún más, si te planteas el escenario no solo del éxito sino también el de la derrota, es necesario prestar atención a otro objetivo tan importante o más que la referida continuidad de tu preferida fórmula de gobierno (de izquierdas o meramente de coalición progresista): cerrar el paso o al menos contrarrestar el riesgo nada improbable de retorno al bipartidismo, que bajo fórmulas y disfraces transitorios, te devuelve al punto de origen que no es -ni puede ser otro- que el deterioro de la democracia, con la corrupción como su indisoluble acompañante.

Ese dilema tenía teóricamente una sola forma política de resolverse: el ‘ticket electoral’ o el acuerdo de una lista conjunta de los potenciales socios, limitado a esas veintitantas provincias. Pero mencionar y razonar en las presentes circunstancias sobre las ventajas de ello, sería entregarse por entero a la ensoñación.

Pareciera que las elecciones van de lo que no van y de ahí la patraña de la lista más votada, como si de una  competición deportiva se tratase

Estos son los elementos en juego. No cabe dar ni esperar consejo, el dilema habrá de resolverlo cada cual a solas con su conciencia.

Estrechamente vinculado a lo anterior -el voto útil-, aunque no se perciba a simple vista, está el otro mantra de la ¨lista más votada’. Son los dos senderos confluyentes que se pretenden allanar para conducirnos de regreso al bipartidismo. No es de extrañar que sus valedores sean al tiempo los tan insignes como recalcitrantes partidarios de ese retorno. 

Esa fórmula que se pretende colar con retórica que no es capaz del ocultar grotescas triquiñuelas dialécticas- como a las que venimos asistiendo propósito de Extremadura-, constituye en realidad un paso más en la inquietante degradación del parlamentarismo y su acelerada conversión en un régimen presidencialista.

Qué más da que aquí no se esté eligiendo directamente al Presidente porque la vigente Constitución así no lo quiso al dar preeminencia al parlamento. Pareciera que las elecciones van de lo que no van y de ahí la patraña de la lista más votada, como si de una  competición deportiva se tratase, recurriendo para ello a una fórmula que al no estar -¿todavía?- respaldada por la suprema ley, se pretende colar mediante complicidades y pactos opacos, disfrazados de Consensos extramuros e invocaciones a la Razón de Estado. 

Adenda de última hora

 “9,1% de votantes socialista (al PSOE) estaría pensando votar a los populares, lo que podría suponer hasta 600.000 votantes (Noticia y dato extraído de Macroencuesta CIS) 

Esos 600 mil votantes equivalen aproximadamente a un 2,5% del total de votos que se emitirán. Como actualmente la diferencia entre los porcentajes respectivos del PP y del PSOE, podrían ser de ese orden (con 2 puntos y medio de ventaja del primero) [1], en caso de no producirse habría que restarlo del correspondiente tanto por ciento del PP y sumárselo al del PSOE, con lo cual se invertirían los términos y éste pasaría a ocupar- al igual que en 2019 - la primera posición.

Caben por supuesto todas las hipótesis intermedias sobre la entidad del transvase, y en esa medida la posición preeminente puede pasar del uno al otro. 

El otro gran interrogante es el grado de participación (o sea de abstención) que finalmente se registrará. Aspecto y terreno este más incierto -tanto en cantidad, como en el signo del voto de quienes finalmente movilizados decidan pasar de la abstención al sufragio-, y sobre el que por lo general los predictores poco suelen aclarar sus hipótesis al respecto, si es que las tienen. 

En definitiva, de cuál sea la decisión final de esos 600 mil votantes más la de quienes abandonen la abstención por el voto- cuyo conjunto de ambas cabría cifrar en el doble (1,2 millones), va depender todo: tanto “el partido más votado” como la mayoría y el signo del gobierno [2]. 

Ha de tenerse en cuenta además que estando esos 600 mil votantes -más los abstencionistas que dejen de serlo- desigualmente repartidos por el territorio y siendo también dependiente de éste el comportamiento de los mismos, los resultados en escaños, con el mismo número total de transvasados y de nuevos participantes, puede llegar a ser muy distinto, ya que tanto la predisposición al abandono del partido como sobre todo el coste de un escaño en votos ,difiere mucho entre pequeñas y grandes provincias [3].

Así que el acierto o el error de los respectivos partidos (el de los fugados y el que los recoja) en sus campañas (con sus respectivos “marcos”) respecto a ese nicho, puede llegar a ser decisivo.

Y algo similar puede decirse de la abstención. 

Ambas variables son mucho más importantes- por su entidad numérica y por su posibilidad de implementarse- que el “voto útil” (de SUMAR a favor del PSOE) dado el (menor) atractivo y  posibilidades que dicho designio o consigna tiene para llevarse a cabo  con éxito.


[1] La exigencia de mayoría cualificadas, legitimada como un prudente plus garantista del respeto a la minoría, en la degrada práctica consuetudinaria ha quedado convertida en lo inverso: un derecho a veto por parte de la minoría que prostituye así la mencionada regla de oro. Hemos tenido ocasión de padecerlo con ocasión de la renovación constitucional de órganos del estado ( Poder Judicial sobre todo)  y lo llevamos sufriendo desde hace ya casi medio siglo con una Constitución irreformable que blinda a modo de cerrojo la monarquía borbónica , el turno bipartidista mediante el sistema electoral y varias cosas más.  
[2] Ateniéndonos a las estimaciones que el CiS acaba de proyectar para cada provincia a partir de su Macroencuesta preelectorlal ( 29.201 entrevistas), sigue pasando que en la mitad de éstas (26) SUMAR no logrará ningún escaño (ni sus votantes de esos lugares representación” alguna ), merced a un sistema electoral fraudulento.
En consecuencia cerca de medio millón de votos a SUMAR serán “ 
inservibles” , estos sí “inútiles” o mejor dicho ”útiles” para legitimar el beneficio extra que gracias a ese sistema obtendrán la pareja del turno bipartidista, o dicho de otro modo, para legitimar la puerta de atrás” a través de la cual un sistema que se dice proporcional queda convertido en mayoritario y con ello la democracia *suplantada* por la oligarquía en aras a la gobernabilidad”. 
En otras palabras la legitimación de un sistema electoral *dual* que es descaradamente mayoritario en la mitad de España (¿por casualidad la más conservadora?) y en  la otra mitad cuasi proporcional. 
Y mientras tanto siguen circulando como si nada mitos y falacias, sin que nadie las contradiga, ya sean las que culpan de todo esto al “
belga”(dHont), o las que siguen con la cantinela que llama provincias favorecidas”, precisamente a aquellas en donde buena parte de sus electores están castigados y excluidos para siempre como ciudadanos, gracias a la *estafa* de un sistema atado y bien atado por los albaceas del franquismo).
[3] De todo ello trata el impecable análisis recogido hoy en el artículo de Esteban Hernández que publica El Confidencial "Si Sumar no rellena el hueco, lo rellenaremos nosotros”)

Voto útil y lista más votada