lunes. 29.04.2024
Foto de archivo

Núñez Feijóo está acostumbrado a navegar sin esfuerzo. Si tenía que hacerlo en el mar, prefería que le llevasen y, si podía elegir, obviamente que se decidía por un profesional, como lo es un contrabandista gallego. Nadie mejor que un experto en capear cualquier problema para saber que vas a llegar a puerto o, al menos, a la playa más solitaria.

En política, don Alberto siempre se ha visto aproando con los vientos favorables de una mayoría absoluta que le evitaban, no solo los esfuerzos necesarios para marear la embarcación, sino tener el conocimiento suficiente para manejar el timonel con las hechuras suficientes. El liderazgo nacional de su partido, recordemos, solo lo logró cuando le llamaron, por aclamación, después del naufragio que había sufrido Pablo Casado.

Pero, en cuanto ha empezado a rolar el viento y ha habido que trasluchar para pasar de la empopada a través, don Alberto ha tenido que apuntarse a un curso acelerado de náutica. Ahora es cuando se enterará de lo dura que es la navegación en Madrid, donde, ya se sabe, no hay ni playa. Ahora, tiene que ciar o correr. De momento, fachear. Nunca orzar.

Ahora es cuando se enterará de lo dura que es la navegación en Madrid, donde, ya se sabe, no hay ni playa

Ha podido parecer sorprendente el mensaje que el pasado domingo trasladó a sus fieles ante el castillo de Soutomaior, esa especie de Covadonga gallega desde donde pretende reconquistar el poder para la derecha española. Resulta que, dando por hecho que no va a obtener la investidura para la que ha sido encargado de solicitar por el Jefe del Estado, ha anunciado una investidura a largo plazo. En definitiva, ha hablado del programa que va a anunciar pero, como diría José Mota, hoy, no…. mañana.

Se trata, don Alberto, de un político singular como lo son las curiosas iniciativas a las que nos tiene acostumbrados. La negación persistente de los datos concretos de la realidad española, el apostolado en Europa de las maldades de su país, el intento, fallido, de derogación del sanchismo y la apertura de un casting para seleccionar tránsfugas de otros partidos, son solo algunas de esas iniciativas, entre las que no hay que olvidar el, llamémosle así, olvido de cumplir con algún artículo que otro de la Constitución Española. Sin embargo, esta investidura “en diferido en forma de simulación” como diría esa abogada del Estado que ya saben, parece de lo más novedoso que se ha hecho en política. Solo comparable al voto de censura que presentó Ramón Tamames.

Pero todo adquiere más sentido si se cambia el punto de vista. Porque, en realidad, lo que ha hecho Núñez Feijóo es presentar su candidatura a unas posibles, y próximas, primarias en el Partido Popular. Una vez que el más elemental cálculo aritmético le permite estimar como imposible su investidura en este periodo electoral, ha iniciado la preparación de la siguiente. Pero, para ello, la primera etapa de ese periplo es lograr que su partido le nomine para pilotar la travesía. Lo cual, va a llevar más de un trámite.

Núñez Feijóo va a pelear en unas primarias. Si lo hizo Sánchez, pensará, ¿por qué no lo va a hacer él?

Después de ese primer acto de presentación de su candidatura, fijémonos en sus pasos iniciales respecto de sus posibles aliados parlamentarios. Si descontamos a su fiel UPN, lo que le aporta un, uno, solo diputado, Núñez Feijóo cuenta con Coalición Canaria, dispuesta a votar por quien le aporte más, ya sea el PP o el PSOE. VOX está aguantando, cada vez, con más esfuerzo, los desaires populares y, a partir de ahí, y excepto algún tránsfuga que echarse al recuento, todo es desierto. ¿Quién puede pensar que sus enemigos declarados pueden ayudarle a "derogarlos"?. Efectivamente, nadie, ni siquiera él mismo. Por eso ha renunciado a convencerles.

Pero, en cambio, todavía puede convencer a los suyos de que, aún, no es un juguete roto y de que, contando con que los demás son muchos y no muy bien avenidos, con tiempo, puede reconquistar el poder ilegítimamente arrebatado por el sanchismo con la ayuda de las urnas.

De ahí que todo lo que vaya a hacer sea, exclusivamente, para uso interno. En primer lugar, una reunión con el presidente del Gobierno que, hasta ahora, ha ilegitimado, pero que le puede proporcionar una buena foto que permita visualizar su ascenso desde el Senado al Congreso. Se trata de un encuentro en el que lo mejor que podría pasar para Núñez Feijóo es que no hablaran de nada una vez que hubieran posado para las cámaras, pero del que espera salir con vitola de aspirante a una investidura. Al fin y al cabo, pensará, fotos con el Jefe del Estado o con el Presidente de Gobierno, aunque sea un okupa, adornan en el anaquel de cualquier librería.

A continuación, parece que se va a reunir con los presidentes de las Comunidades Autónomas. Como casi todas son de su partido, ahí empezará la labor de proselitismo que le interesa, la de convencerles de que puede ser el mejor candidato de futuro para el PP. Hay quien duda del interés de que, además, se reúna con los presidentes que no son de su partido, pero, excepto en el caso de Emiliano García-Page, tampoco creo que haya muchas posibilidades de que se produzcan esos encuentros. Con Abascal ya se ha reunido, en secreto, naturalmente, y con los populistas y separatistas, se reunirán otros que no sean él. Cuestión de fotos, que es de lo que se trata. Con los amigos de los terroristas, ni eso.

En fin, que como nunca es tarde si la dicha puede ser buena, Núñez Feijóo va a pelear en unas primarias. Si lo hizo Sánchez, pensará, ¿por qué no lo va a hacer él? Todo sea por el Phantom. 

Núñez Feijóo se presenta a las primarias del PP