miércoles. 01.05.2024

La capacidad de determinados medios de trocear la realidad para determinados fines es impresionante. “Triunfo apabullante del PP. España se ha teñido de azul y descalabro de Pedro Sánchez”. Poco más o menos, el futuro político a nivel estatal, es claro. Gobierno del PP, cual si fuera la ley de gravedad. Para estos medios, no hacían falta elecciones generales. Y así se podrían ahorrar unos cuantos millones en gastos electorales. Vamos a ver. Habrá que matizar los resultados del 28-M. Solo me fijaré en los de las autonómicas.

De entrada, en Extremadura, Castilla La Mancha, Asturias ha ganado las elecciones el PSOE, como fuerza política más votada. En Castilla la Mancha podrá formar gobierno al tener mayoría absoluta y en Asturias, sin mayoría absoluta, cabe pensar que podrá hacerlo con el apoyo de los 4 diputados, que tiene a su izquierda. En cuanto al PP, ha ganado en Aragón, Comunidad Valenciana, La Rioja, Navarra, Baleares, Murcia, Cantabria y Comunidad de Madrid.

Para formar gobiernos el PP salvo en la Comunidad de Madrid y la Rioja, que han alcanzado la mayoría absoluta, en Aragón, Comunidad Valenciana, Baleares y Murcia, Cantabria tendrá que contar con los votos de VOX. En Extremadura sin haber ganado para formar gobierno tendrá que contar con VOX o la abstención del PSOE.  En Navarra, vista la composición de su parlamento no podrá hacerlo.

El triunfo del PP era previsible, dada la práctica desaparición de Ciudadanos- ¡Qué ineptitud la de sus dirigentes, Albert Rivera e Inés Arrimadas-, que podría ser motivo de estudio sociológico-político! Es un ejemplo de cómo cargarse un partido.

Pongamos ejemplos de ese trasvase. En la Comunidad Valenciana, el PP ha pasado de 504.403 votos en las elecciones autonómicas en 2019, el 18,88% y 19 diputados, a 863.043, el 35,57% y 40 diputados en las de 2023. En cuanto a Ciudadanos ha pasado respectivamente, de 466.391, 17,45%, con 18 diputados, a 36.146, 1,45%, con O diputados. Vox ha crecido solo en estas elecciones 23.000 votos. Es claro el trasvase de votos de Ciudadanos al PP, aunque también a VOX, pero en menor medida. Esta dinámica podemos constarla en el resto de las comunidades autónomas.

Otro ejemplo, en Aragón, el PP ha pasado de 139.660, 20,87%, con 16 diputados, a 232.712, el 35,55%, con 28. Y Ciudadanos de 111.602, con 16,67% y 12 diputados, a 8.332, con 1,28% y 0 diputados. El VOX de Aragón ha pasado de 40.671, 6,08%, y 3 diputados, a 73.677, 11,25, y 7 diputados.

Como conclusión, del desastre de Ciudadanos, el gran beneficiado ha sido el PP, y en menor medida VOX. En ese sentido Feijóo ha sido más afortunado que Casado, ya que el primero ha llegado con la caída libre de Cs y Casado cuando estaba en la cresta de la ola. También, es cierto que, a muchos de esos votantes de Cs, pasarse al PP o VOX, no les ha planteado problema ideológico alguno, ya que eran 3 fuerzas políticas intercambiables, como observamos con su presencia en la Plaza de Colón, o la auténtica paranoia del antisanchismo.

Yo he tenido alguna conversación en las redes sociales con algún importante líder de Ciudadanos y he podido constatar que era de derecha pura y dura. Y que era una falacia lo de un partido de centro. Ha servido como muleta del PP, y esta trayectoria le ha conducido a su irrelevancia. Un inciso, en Zaragoza, concejales destacados de Cs, como Víctor Serrano y la vicealcaldesa, Sara Fernández, han ido en las listas del PP para el Ayuntamiento de Zaragoza. Jorge Azcón, calificó este trasfuguismo de libro, como “captación de talento”. Hace falta tener desfachatez. Hoy en el discurso de las derechas cabe todo.

 Merece la pena detenernos en los resultados de la Comunidad de Madrid. Ha ganado el PP con 71 diputados (70 después de contabilizar el voto del exterior), ha subido en 5 diputados, pero en votos ha perdido si nos fijamos en las elecciones de 2021, ya que en estas obtuvo 1.620.213 votos y las del 28-M han sido 1.586.985. En cuanto a Más Madrid y el PSOE prácticamente han mantenido sus votos, en torno a los 610.000, aunque ambos han subido en diputados, en 3 cada uno. VOX ha pasado de 330.660 a 245.215, con una pérdida de 2 escaños. En cuanto a Podemos con 158.831, un 4,73%, se ha quedado sin representación, cuando en 2021 tenía 10 diputados y 261.010 votos. Es un ejemplo de una ley electoral totalmente injusta

El PSOE ha perdido poder institucional después del 28M. Pero la razón no hay que buscarla tanto en su propia pérdida de votos y de escaños que es mínima, sino en la de sus socios Podemos e IU concurriendo juntos o por separado.

En las doce comunidades autónomas donde se han celebrado elecciones, el PSOE pierde 49.377 votos y 12 diputados respecto de los 3.174.712 votos y 238 diputados que tenía anteriormente, mientras que Podemos-IU pierden 420.562 votos y 32 diputados de los 978.899 votos y 50 diputados que habían obtenido en los comicios anteriores.

Esta sangría de votos que los ha hecho desaparecer de los parlamentos de Baleares, Canarias, País Valenciano y Comunidad de Madrid, dejándolos con una presencia testimonial en el resto, es la que ha llevado a dirigentes, a pedir la dimisión de Echenique, Belarra y Verstringe, responsables a su juicio de semejante debacle. Lo que ya no sé si habrán tomado nota.

Como conclusión ha ganado claramente el PP, aunque deberá contar en bastantes comunidades autónomas con VOX, bien entrando en el gobierno o apoyando desde fuera.

A los dirigentes populares les recomendaría la lectura del libro de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt Cómo mueren las democracias (2018), que toman como referencia el libro de Juan Linz, publicado en 1978, La quiebra de las democracias.  El PSOE, como acabo de explicar ha perdido poder institucional, pero no es un descalabro, como nos han querido reflejar los grandes medios. El descalabro ha venido en la izquierda del PSOE.

Y, ¿ahora qué? Se relamían de gusto los populares con su victoria. Pero, he aquí, que Pedro Sánchez, en un auténtico alarde de audacia o temeridad, ha decidido convocar elecciones generales para el 23-Julio. A los primeros no les ha sentado bien, les ha cogido con el pie cambiado, nada más hay que escuchar las manifestaciones de la auténtica descerebrada Isabel Díaz Ayuso: “Pedro Sánchez le quita a los españoles sus propias vacaciones, buscando desmovilizar el voto. ¿Qué presidente huye del respaldo ciudadano?” Pero, vamos a ver si nos aclaramos. Esto es de locura. Llevaban ya tiempo desde las derechas criticando a Sánchez de no convocar elecciones, porque quería mantenerse en el sillón. Y ahora que convoca elecciones, le critican también. La contradicción perpetua. Es auténtica locura.

En cuanto a las causas de la victoria de las derechas, me parecen claras. La campaña de la izquierda fue en positivo, mostrando las realizaciones del gobierno. Están ahí, sus políticas sociales-pensiones revalorizadas, SMI, reforma laboral y avances de derechos (eutanasia)-. Buen funcionamiento de la economía. Encauzar el problema de Cataluña, que lo heredó. Y todo esto para muchos españoles no ha contado suficientemente o ha contado mucho más la campaña en negativo de la derecha, Se saca de la chistera ETA, BILDU. Pucherazo electoral. Y con ello ha sido suficiente. Una mentira descarnada, ETA no existe. Y lo lamentable es que una mentira produce rentabilidad electoral. Han apelado a las emociones negativas.

Qué nivel de degradación, que a muchos medios y muchos ciudadanos les de igual la mentira. Por ello, nuestra democracia se está convirtiendo en un auténtico albañal.  No se puede cimentar una democracia en la mentira y en el odio. Es como para pensarlo seriamente. Mas, esta es la realidad de los resultados electorales. Las derechas han apelado a las emociones, mientras que la izquierda a la razón. Y hoy se vota más con las vísceras que con la cabeza.

Visto lo visto, ¿qué puede hacer la izquierda para volver a revalidar un gobierno a partir del 23 de julio? Un gran dilema. Es evidente que estos años de venta de gestión, de datos económicos, de empleo, de subida de salarios y pensiones no han funcionado. Y datos de hoy mismo, 2 de junio de 2023. El mercado laboral alcanza el record de 20,8 millones de ocupados, tras sumar 200.000 nuevos afiliados en mayo.

El desempleo cae en 49.260 hasta los 2,74 millones de parados, el menor nivel en este mes desde 2008. Estos datos a muchos españoles a la hora de depositar el voto les resultan irrelevantes. Por ello, me surgen una serie de preguntas.  Entre estos votantes a las derechas, ¿no hay ningún jubilado al que le han revalorizado el 8,5% las pensiones? ¿No hay ningún trabajador que ha visto revalorizado su salario mínimo interprofesional? ¿No hay ningún trabajador que haya encontrado trabajo por la reactivación de la economía? ¿No hay ningún trabajador que haya salvado su puesto de trabajo por los ERTES? Entiendo que no. Porque, si hay algunos de esos colectivos citados votan a las derechas, eso sería puro masoquismo. Votar a tu propio verdugo.

Entonces, ¿habrá que cambiar de estrategia?, ¿habrá que usar la misma de las derechas, que hablan de ETA, okupas, Bildu, comunismo, independentistas, inseguridad …? Mas, jugar en el marco del enemigo y con sus piezas, lo más probable es que la izquierda pierda. Las derechas tienen más experiencia y saben jugar mejor sus cartas. Son muy hábiles y están muy bien asesoradas y financiadas. Y su electorado asume sin problemas este juego de mentiras, cosa que no ocurre con el electorado de izquierdas.  Además, cuando la izquierda ha utilizado esta estrategia no le ha funcionado.

Tenemos el ejemplo del slogan del “antifascismo” en las elecciones autonómicas madrileñas de 2021 o en las elecciones andaluzas de 2018. ¿Qué hacer? ¿Seguir vendiendo gestión? Ya ha fracasado el 28-M. La única opción es apostar por una campaña dura, de confrontación de modelos. Vender lo hecho hasta ahora no por ser algo positivo per se para la gran mayoría de la sociedad como hasta ahora, sino contraponiéndolo a lo que podría venir si llegan las derechas: congelación de pensiones y del SMI, echar atrás la reforma laboral, privatización de los servicios públicos, recrudecimiento del tema territorial en Cataluña y Euskadi, derogar la Ley de Memoria Democrática, etc. Una campaña de movilización y de enfrentamiento sin complejos. Una campaña en negativo, pero a las izquierdas no les queda otra opción. Contraponer los dos modelos, que son muy diferentes.

Este cambio de estrategia lo acaba de manifestar Pedro Sánchez a su grupo parlamentario. Ha dicho entre otras cosas. “La extrema derecha y la derecha extrema están envalentonadas”. “Pero en España podemos parar esta corriente reaccionaria por nuestros hijos e hijas”. Advirtió Sánchez que la guerra será total en la nueva campaña: “la tormenta va a ser tremenda. La del 28-M solo fue un “aperitivo de suciedad, insultos y mentiras” y alertó que las derechas tratarán de crispar hasta límites insospechados para que los españoles no escuchen nuestros argumentos, con la finalidad de que bajemos la guardia y de desmovilizar a la gran mayoría”.

Ha denunciado las prácticas trumpistas de las derechas con todo su apoyo mediático, que se intensificarán en estas próximas elecciones. El trumpismo de las derechas españolas se diferencia de Trump, que este tuvo en contra los grandes medios de comunicación, mientras que aquellas cuentan con el apoyo incondicional de las dos grandes cadenas de televisión, además de otros medios.  Lo estamos constatando con los programas de Ana Rosa Quintana y Vicente Vallés.

La actuación de ambos es un insulto de desvergüenza y parcialidad informativa. En esa estrategia de enfrentamiento Sánchez dijo: “Nuestro partido no lo fundaron siete exministros de una dictadura con la financiación de unos cuantos banqueros. Sino unos trabajadores en una taberna”. Pese a los poderes que buscan derribarle, el voto iguala a todos: “Vale lo mismo el voto de un conductor de autobús que el del propietario de un canal de televisión, el de una cajera de un supermercado que el del presidente de un banco”. “Hemos cometido errores, pero los aciertos han sido mucho mayores y las conquistas logradas corren peligro si triunfan las derechas.” “Debemos dar la batalla”.

Y ya se han lanzado los grandes medios a criticar duramente a Sánchez de generar una situación de confrontación. Hace falta tener desvergüenza. Porque, vamos a ver. ¿Cuándo y quiénes trajeron la confrontación?  Será difícil encontrar un político, como Sánchez, en nuestra democracia con tantos y tan truculentos insultos. Ahí van algunos proferidos por Casado: «incompetencia culposa», «hacedor de sainetes», «ineptitud», «chiste de Gila», «fracaso estrepitoso», «bajeza moral», «usar a las víctimas», «chapuzas», «ruina», «usar a los españoles como a perros de Pavlov», «falsario», «negligente», «Gran Hermano», «hipertrofiado», «irresponsable», «caos», «nefasto», «zoco de prebendas», «tomar a parados como rehenes», «fraude», «contratación opaca» Y los dirigidos a Pablo Iglesias merecerían otro artículo aparte. Tras la violencia verbal hay una violencia oculta, contenida e insaciable. Insultar es disparar. La ira, como todas las emociones, sirve para movilizar, pero no para razonar. La ira está reñida con la política democrática porque no concibe la alternancia, solo la destrucción del rival. La apuesta por el insulto y la ira es, además de éticamente reprobable, un camino sin retorno. Empiezas por negar la verdad y acabas negando a tu adversario, no tan solo sus razones, sino hasta sus derechos.

La ira te arrastra al lodo, a la ciénaga y `propicia la revancha, no la alternativa política. Deslizarte por las pasiones viscerales es alimentar un monstruo que acabará devorándote. El insulto es, sin duda alguna, un síntoma de cobardía. Es la carencia de argumentos. Cohesiona a las tropas enardecidas dirigiendo su agresividad hacia la ofensa o la humillación del rival, reducido a un enemigo a destruir. La agitación emocional del insulto convierte a la masa en turba, que no quiere justicia, aunque la exija vociferante. Quiere venganza, que es otra cosa muy distinta. Mas, la política iracunda contagia. Ese contagio ya es visible en nuestra sociedad, polarizada con tal agresividad que disuade a los sensatos, inhibe a los tolerantes, intimida a los moderados y ensucia el campo de juego democrático. Mas el odio solo se combate rechazando el contagio. Hacerle frente con más odio, es lo que quieren quienes odian. No les hagamos el juego. Que odien ellos.     

Y los insultos del moderado Feijóo siguen en la misma línea. Hasta tal punto que su eslogan de campaña ha sido “Sánchez o España”, o lo que es lo mismo que Sánchez y que quienes le voten no son españoles. Nada nuevo bajo el sol. Ya he escrito en algunas ocasiones artículos en este mismo medio, como “España, el país de la exclusión”. En 1943, Gerald Brenan en El laberinto español: “Si hay una actitud española es ésta de creer que la solución a todos los problemas pasa siempre por excluir a alguien o librarse de alguien”.  Dios, ¡qué obsesión por excluir a una parte de los españoles!

Me declaro profundamente demócrata. Y aceptaré, como no puede ser de otra manera, los resultados del 23-J. No obstante, quiero terminar con una referencia a Antonio Machado, que me parece muy oportuna en estos momentos. Y es un aviso a navegantes españoles despistados.

Entre las numerosas reflexiones extraídas del Juan de Mairena, me ha impresionado una, que demuestra además de un extraordinario conocimiento de nuestra historia, una sorprendente visión profética de nuestro futuro. ¡Qué bien conocía la idiosincrasia española! Consecuencia de su profundo amor hacia España. Dice así, es para leerla despacio, con calma y para rumiarla: “En España —no lo olvidemos— la acción política de tendencia progresista suele ser débil porque carece de originalidad; es puro mimetismo que no pasa de simple excitante de la reacción.Se diría que sólo el resorte reaccionario funciona en nuestra máquina social con alguna precisión y energía. Los políticos que deben gobernar hacia el porvenir deben tener en cuenta la reacción a fondo que sigue en España a todo avance de superficie. Nuestros políticos llamados de izquierda —digámoslo de pasada— rara vez calculan, cuando disparan sus fusiles de retórica futurista, el retroceso de las culatas, que suele ser, aunque parezca extraño, más violento que el tiro”.

Naturalmente que hay partido