sábado. 27.04.2024
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Pleno del Congreso de los Diputados en la sesión constituida celebrada el 17 de agosto.

En términos de escaños –no así en votos- estas elecciones generales al Parlamento español se ha decantado en un hecho político: la derecha española y españolista del PP y Vox no pueden investir presidente al Sr. Feijóo, presidente del PP, ni siquiera con el apoyo de UPN y Coalición Canaria. Sí puede hacerlo el Sr. Sánchez, secretario general del PSOE, con la ayuda de Sumar y con otras fuerzas nacionalistas que ya venían apoyando al Gobierno de coalición anterior del PSOE y Unidas Podemos, pero si a estas fuerzas se añade la derecha independentista catalana de JpC, el partido de Puigdemont. Queda por ver si necesitará el Sr. Sánchez para la investidura la simple abstención de JPC o el sí en el caso de que Coalición Canaria votara en contra o se abstuviera. Este es el panorama.

Pero aquí no vamos a repetir los análisis o supuestos análisis de medios de comunicación sobre el tema y el fracaso de casi todas las encuestas privadas y sí el acierto relativo del CIS “de Tezanos”, como gusta decir a los medios de comunicación reaccionarios –casi todos- y a los políticos de derechas. Vamos a tratar de profundizar en los parámetros estructurales en los que se mueve la política española y sus consecuencias. Para ello vamos a diseccionar las tres fuerzas políticas e ideológicas protagonistas del devenir político y de gestión de España desde la llamada Transición hasta ahora. Empezamos por la derecha. Comienzo con una afirmación fuerte, radical, que la mayoría de los posibles lectores no compartirán de verdad, en serio: desde el siglo XIX la derecha española no ha sido capaz de construir un partido de derechas y... democrático. El siglo XIX está plagado de pronunciamientos –“Los 7 entierros de la democracia” que describió Jordi Solé Tura en la revista Siglo XXI- y los más o menos 70 intentos de golpe de Estado que ha relatado Josep Fontana en texto casi actual. En el siglo XX hubo dos golpes de Estado de la derecha y ambos triunfaron a su manera: el Primo Rivera (padre) en connivencia con el rey de entonces Alfonso XII y el de Francisco Franco y sus secuaces en el año 1936, como es sabido. Muerto Franco en el año 1975 la derecha ha intentado construir un partido de derechas que aceptara... elecciones, creyendo que por el hecho de haber elecciones ya hay democracia. Es verdad que es la condición necesaria e imprescindible, pero no suficiente como se ha demostrado desde la llamada Transición hasta este año del 2023. Los franquistas que diseñaron la España política tras la muerte del dictador intentaron seguir una especie de franquismo con elecciones, prohibiendo, por ejemplo, que se presentara el PCE a las primeras elecciones de 1977 tras la ley de la Reforma política del año anterior. Ese era el deseo de Manuel Fraga, presidente de la entonces Alianza Popular, partido aglutinante del franquismo y de una nueva derecha que pudiera mirar a los ojos sin avergonzarse a las derechas europeas alemanas, francesas, italiana, etc. El resultado fue un fracaso porque a las primeras de cambio –es decir, a las primeras elecciones democráticas, las de 1982- el PSOE obtuvo 202 diputados en el Congreso, la más grande mayoría absoluta habida hasta entonces: el proyecto de la derecha de la sobrevivencia electoral del franquismo fracasó en las urnas. Pero no por ello el franquismo desapareció... sociológicamente, porque siempre ha estado ahí hasta el presente y tiene ahora nombres políticos propios: Aznar, Aguirre, Abascal, Ayuso, Feijóo, etc. Es verdad que con diferentes caretas, con variados potingues cosméticos, pero en el fondo nada ha cambiado en la derecha española y su deseo de detentar el poder con o sin urnas, como sea posible. Incluso alguien más joven como Pablo Casado repetía machaconamente lo de “ocupa” para la presidencia del Gobierno obtenido por Pedro Sánchez a través de una moción de censura, que es un procedimiento perfectamente constitucional y refrendado el cargo por el mismísimo Jefe del Estado, el rey Felipe VI. Se le ha tildado al Sr. Sánchez de golpista por el PP y Vox y también por medios de comunicación –de intoxicación más bien- como el ABC, El Mundo, La Razón, medios audiovisuales, redes, etc. Para Rajoy Zapatero “había traicionado a los muertos”; El PP ha bloqueado sistemáticamente la renovación del Tribunal Constitucional y el Consejo General del Poder Judicial pidiendo al PSOE que cambie la ley actual, ley que, en cambio, sí le valió al PP para obtener en ambas instituciones una mayoría conservadora. Hasta la aparición de Vox estaban mezcladas en el PP las dos almas reaccionarias de la derecha españolista: la franquista, que tiene su origen en el siglo XIX tras la Restauración, y la de los intentos fallidos de una derecha democrática homologable con las derechas europeas de hace apenas un quinquenio. Pero han fracasado porque la sociología que la sustenta se corresponde a la visión reaccionaria de una parte de la población española que fue el sostén sociológico de los 40 años de dictadura. El problema que tiene la derecha españolista franquista ahora es que su masa crítica ya no es mayoritaria aunque sea por escaso margen. Y la cosa se le complica al partido mayoritario de esa derecha reaccionaria de origen franquista por la aparición de Vox, un partido fascista sin tapujos, que no trata de ocultar su fascismo actualizado, sino que lo tiene a gala: partido machista, xenófobo, negacionista del cambio climático, contrario a todos los avances de derechos civiles de los últimos años –que vienen de la época de Zapatero-, y crítico con el Estado autonómico, no porque piense en sus defectos –que los tiene y graves- sino porque es una forma de atacar a la democracia. Para el PP -y como dice la canción algo cambiada- “sus males no tienen remedio: contigo porque me matas, sin ti porque no... llego”. El resto de los partidos nacionalistas –es decir, nacionalistas pero no españolistas- nada quieren con un PP con Vox, obligando al partido de Feijóo –por poco tiempo- a elegir: o Vox o nos. Salvo UPN, claro, que es el PP camuflado. Con lo cual el PP está obligado a tener mayoría absoluta con Vox o esperar en el banquillo fascista para tener otra oportunidad.

El PP está obligado a tener mayoría absoluta con Vox o esperar en el banquillo fascista para tener otra oportunidad

El PSOE y el resto de la izquierda estatal han tenido trayectorias muy diferentes aunque menos de lo que se ha querido presentar. El PSOE hasta Suresnes (1974) era un partido revolucionario aunque no de obediencia soviética; a partir de aquel congreso, F. González y A. Guerra convirtieron el partido en un partido neoliberal. Como prueba de ello es que su primer ministro de Economía fue Miguel Boyer, un neoliberal de los de entonces. Y así todos los ministros del área económica del Sr. González en sus 14 años de gobierno. Luego vino la reconversión industrial y la panoplia nefasta de tipos de contrato, lo de que “la mejor política industrial es la que no existe” del ministro Solchaga, o el mantenimiento de un salario mínimo de vergüenza. Pero el PSOE de la mano de Zapatero profundizó y cambio los llamados derechos civiles –el aborto pasó de ser casuístico a uno de plazos-, el matrimonio homosexual, los derechos de los lgtbi, etc. Y con Pedro Sánchez la política macroeconómica pasó de la nefasta austeridad de Rajoy a la brillante gestión económica actual de un keynesianismo moderado, a pesar de la herencia recibida de la crisis del 2007, el covid y la guerra en Ucrania. Tal es así que España tiene actualmente récord en cotizaciones, cotizantes y recaudación en la Seguridad Social, récord en al creación de empleo pasando por primera vez de los 21 millones de empleados y de contratos fijos. Y con una inflación aún alta pero moderándose. También espectacular la subida del salario mínimo con un aumento del 47% en poco más de una legislatura y ya muy cerca de lo aconsejado por la Carta social europea. Falta mucho pero lo hecho es notable en poco tiempo y con esas condiciones señaladas.

Y con esta fuerza se ha conseguido un gobierno de coalición con la emergente y ya menguante Unidas Podemos desde el 2019. Ahora con Sumar, que es Unidas Podemos con más de una docena de fuerzas de izquierdas minoritarias en el conjunto del Estado. Pero en el origen estuvo el PCE, que se decantó por el eurocomismo de la mano de Santiago Carrillo, aunque fuera de manera oportunista y algo tardía –le ganaron por la mano los italianos del “pichi”-, y luego Izquierda Unida de la mano principalmente de Julio Anguita. Pero aquí hubo una dificultad de entendimiento porque IU no aceptaba el neoliberalismo económico del PSOE y éste no quería contaminarse con la propaganda anticomunista de la derecha. Pero ahora PSOE y Sumar han resuelto sus diferencias y, tal es así, que el problema no serán esas diferencias sino sus demasiadas coincidencias. Ambos partidos son socialdemócratas en lo ideológico y keynesianos en la macro –aunque esto Yolanda Díaz quizá no lo sepa-. No va a haber ningún problema en el entendimiento de ambos partidos y si se reedita el gobierno de coalición Díaz volverá a ser ministra y vicepresidenta de gobierno. La secular diferencias de la izquierda española de ámbito estatal por fin se han resuelto y es de esperar que perdure.

Y estos dos bloques de derecha e izquierda se suman en España los partidos nacionalistas, que en el caso de Euskadi y Cataluña son, además, separatistas en el caso del PNV, ERC, JpC y PDC, estos dos últimos hijos de Convergencia i Unió. De los 4 anteriores 3 son claramente de derechas y ERC lo es también cuando el tema que no les ocupa es la cuestión territorial. Pero aquí se da una paradoja y es la de que los 3 de derechas nacionalistas ya no votan –ni lo harán en algún tiempo- con la derecha españolista del PP y Vox. Y ello implica una ventaja para la izquierda porque, aun cuando haya una mayoría sociológica de derechas en el conjunto del país –que no la hay- la derecha españolista tiene enormes problemas para gobernar sin esas derechas nacionalistas. Y eso es una anomalía porque implica una disfunción y falta de representatividad de la derecha si se analiza la cuestión en términos ideológicos. Pedro Sánchez ha dado el paso definitivo de contar con esas derechas que más temen al españolismo franquista del PP y Vox que a la socialdemocracia estatal del PSOE actual. Dicho de otra forma, es un hecho estructural en España que el bloque de la izquierda puede gobernar con menos votos y escaños que la derecha –incluso con más de un millón de votos de diferencia en contra- merced a esta división entre las derechas españolas.

Ciudadanos hizo el paripé de apoyar al PP como si no existiera Vox y fracasó con estrepitoso ridículo

También es un hecho estructural político que no se pueda configurar un partido político de ámbito nacional inequívocamente democrático y con ruptura del pasado franquista de la derecha. La prueba de ello es el fracaso del partido Ciudadanos, más allá de los errores cometidos por el que fuera su líder, Albert Rivera, un mozalbete atolondrado de la política. Además ese hecho inequívoco tendrá siempre su constatación empírica con la no alianza ni por activa ni por pasiva con un partido fascista como es Vox. Ciudadanos hizo el paripé de apoyar al PP como si no existiera Vox y, claro, fracasó con estrepitoso ridículo, como no podía ser de otra manera.

Hay muchos temas abiertos y pendientes de mejor solución en España pero el principal por excelencia es el territorial. Hay que decir que el Estado autonómico español como tal es un Estado fallido. Lo es por varios motivos. Uno de ellos es el fiscal, debido al error de que haya impuestos compartidos y cedidos que permiten a las Autonomías gobernadas por el PP practicar el “dumping” fiscal. Hay 3 especiales que son el IRP, el de Sucesiones y el del Patrimonio, que les da a las Autonomías la posibilidad de reducir trama autonómica o bonificar hasta el 99% o 100% el impuesto. Es un absurdo que se cedan impuestos o la posibilidad de modificarlos parcialmente para la suficiente financiación autonómica y luego los gobiernos de derechas de estas Autonomías reduzcan sus ingresos pensando que van a recibir más votos en las elecciones autonómicas. Ha sido un inmenso error. Una posible solución es lo que se ha hecho ante el impuesto sobre el Patrimonio, que es crear un impuesto de ámbito estatal central sobre las grandes fortunas y que éste sea deducible en el patrimonial de la Autonomía. Pero algo así parece difícil hacerlo con los otros impuestos, por eso la mejor solución es la de que los impuestos cedidos o compartidos entre la Administración Central y las Autonomías sean los mismos en todas ellas y que sólo se puedan modificar ¡al alza! por los parlamentos autonómicos. Pero el problema está ahí. El otro problema de la cesión de competencias estriba nada menos que en la construcción del Estado de Bienestar, donde existen –al igual que en los impuestos- 17 Sistemas de Salud y 17 Sistemas de educación. Es verdad que la dificultad en abordar estos temas no es técnica sino socio-electoral, porque en esto parece que la masa crítica de los ciudadanos en los que prima el egoísmo es mayor que en la que prima la solidaridad. Pero el problemón está ahí.

Los socialistas catalanes han recibido más votos que los independentistas, lo cual ha sido crucial para una posible investidura de Sánchez

Decía que esta visión del resultado del 23J es heterodoxa por varios motivos que resumo: porque se considera que el PP es un partido tardofranquista y no democrático con todas sus consecuencias, porque Vox persigue acabar con la democracia sin más tapujos, porque todos los nacionalismos son de derechas, incluido el de ERC, porque Sumar es y debe seguir ya siendo un partido socialdemócrata al igual que lo es el actual PSOE y porque los 3 bloques ideológicos en los que se mueven los partidos españoles se corresponden con una sociología española que tiene su origen en el siglo XIX, razón por la cual no se va a cambiar, pero electoralmente puede haber variaciones significativas tales que permitan gobiernos progresistas o reaccionarios tardofranquistas. De momento la cosa pinta más para lo primero. Por ejemplo, los socialistas catalanes en estas elecciones han recibido más votos que los partidos independentistas, lo cual ha sido crucial para esa posible investidura de nuevo para Pedro Sánchez, pero que hace tremendamente difícil tener una legislatura también progresista. Y llegado a este punto cabe preguntarse: ¿por qué no se le da al PP el estatus de partido tardofranquista como hecho estructural y no como un insulto? Y la razón es que hacerlo así, al menos por parte del PSOE, sería como reconocer el fracaso de la “modélica” Transición española, que ha sido incapaz de crear un partido de derechas democrático no franquista de ámbito estatal. El descaro del PP en las autonomías copulando políticamente con Vox puede ayudar a ese reconocimiento en lo político cuando lo ya es en lo sociológico.

En estas elecciones se ha dado más movilización de la izquierda que en ocasiones anteriores y cierta abstención en la España nacionalista y en la neofranquista o fascista, y todo ello gracias a Vox. Esto así la izquierda juega con cierta ventaja que puede consolidarse más allá de la presente legislatura. En realidad sólo tiene visos de que pueda gobernar el bloque conservador o reaccionario si el PP se desprende de Vox –desaparece como pasó con Ciudadanos- y, además, consigue la mayoría absoluta o casi, porque en ese caso sí podría contar con el voto favorable de UPN, de Coalición Canaria y soñar con el apoyo del PNV en algún momento.

Capítulo aparte es el ridículo de las encuestas encargadas por los medios de comunicación privados, la mayoría de derechas. De entrada hay que decir que un tamaño muestral de 3.000 encuestados no puede dar estimadores aceptables de escaños debido el mínimo por circunscripción y por, secundariamente, la ley D´Hont. Las dos únicas que se han acercado han sido la de la cadena Ser y el País y la del CIS. La razón de esta bondad de estimación en el caso del instituto público es el tamaño muestral, más de diez veces superior que en las encuestas privadas. Y eso por no entrar en posibles manipulaciones de estos medios privados de derechas. Pues sí, señores del ABC, El Mundo y la Razón y de más medios audiovisuales de derechas, el, CIS “de Tezanos” os ha dejado en ridículo. Y el verdadero problema no es este sino que resulta inadmisible que la circunscripción electoral siga siendo provincial en un Estado de Autonomías. Otra reforma pendiente.

Elecciones 23J: una visión heterodoxa