lunes. 29.04.2024

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¿Qué clase de demócratas son aquellos que no condenan una dictadura? Nadie en su sano juicio, que forme parte de cualquier gobierno demócrata y que tenga un mínimo de formación y sensibilidad, sería capaz de no hacerlo. Al menos en teoría.

La propuesta de ley del PP y Vox presentada en las Cortes de Castilla y León para su tramitación, bajo del nombre de “Ley de Concordia”, no condena la dictadura franquista. ¿Esto es porque las gentes de PP y Vox son insensibles, ignorantes y faltos de juicio, aunque formen parte de un gobierno democrático? Pues sí, en teoría y en la práctica.

Son conscientes. Forma parte de su estrategia. Se trata de un experimento más que la extrema derecha está desarrollando en Castilla y León, midiendo sus resultados y consecuencias, para trasladarlo al conjunto de España en el momento que puedan. No lo hacen porque el PP esté “secuestrado” por las condiciones de Vox para mantenerse en el poder. Eso es lo que nos hacen creer. En realidad, es una estrategia compartida. 

Decía la filósofa Hannah Arendt que “la muerte de la empatía humana es uno de los primeros y más reveladores signos de una cultura a punto de caer en la barbarie”

El PP, con la excusa de Vox, está haciendo lo que siempre quiso hacer, pero no se atrevía. No es que el partido que lleva toda la vida gobernando Castilla y León ahora sea reo del discurso de Vox y necesite acercarse a sus posiciones para ganarle los votos prestados. Simplemente está desarrollando su programa compartido con la extrema derecha, que es el de siempre.

En dos años de gobierno han hecho saltar por los aires el Diálogo Social, desmantelado el Servicio Regional de Relaciones de Trabajo (SERLA) y ahora van a por las víctimas del franquismo y la memoria histórica. Su objetivo último es acabar con todo lo que haya supuesto cualquier tipo de avance en Castilla y León en materia de igualdad de oportunidades, derechos y reparación democrática. Y están criminalizando al movimiento sindical, cuestionando al movimiento feminista y negando la agenda 2030 dejando hacer a los agricultores.

Cualquiera con un mínimo de sensibilidad y de formación, que además sea demócrata, cuando lea la Ley de Concordia de Castilla y León, podrá llegar a la conclusión de que, al menos, es una propuesta de ley tramposa para las familias, que excluye y anula a las asociaciones memorialistas, que impide intencionadamente el rigor histórico, que oculta al franquismo desde la "concordia" y la equidistancia, y que atenta contra la Ley de Memoria Democrática.

La coalición de “gobierno” de PP y Vox en Castilla y León, al igual que en otras comunidades autónomas, no es para gobernar, ni para mejorar la vida de la gente, ni siquiera para gestionar bien los recursos públicos, porque, entre otras cosas, son bastante vagos. Lo que pretenden es experimentar con la respuesta ciudadana para medir hasta donde pueden llegar desmantelando los avances conseguidos. Cuanto menos se les responda socialmente, más destruirán desde las instituciones, utilizando el poder para librar la batalla cultural. No gobiernan para todos y todas, lo hacen contra quienes no son como ellos. Así es la extrema derecha, siempre lo fue.

Decía la filósofa Hannah Arendt que “la muerte de la empatía humana es uno de los primeros y más reveladores signos de una cultura a punto de caer en la barbarie”. La extrema derecha, desde la Junta de Castilla y León no está empatizando con las víctimas del franquismo porque no las reconoce, solo quiere olvidarlas, negarlas, pisotearlas en las cunetas donde yacen desde hace décadas para vergüenza del mundo democrático que sí condenó sus dictaduras y reparó a sus víctimas.

En dos años de gobierno han hecho saltar por los aires el Diálogo Social, desmantelado el Servicio Regional de Relaciones de Trabajo (SERLA) y ahora van a por las víctimas del franquismo y la memoria histórica

Pero definidos los gobernantes, conviene no olvidar a los gobernados. Quienes mandan en Castilla y León han sido votados democráticamente, igual que Hitler fue votado libre y democráticamente en su día en Alemania. Lo demás es suficientemente conocido.

Algunos pensarán que es una exageración y que nada tiene que ver lo de ahora con lo de entonces, pero simplificar o quitarle importancia a lo que la extrema derecha hace desde las instituciones es el primer paso para dejar morir a la democracia. Los demócratas deberíamos saber a estas alturas del momento histórico en el que nos encontramos, que la insensibilidad ante el franquismo, o ante Palestina, o ante Ucrania, o ante el asesinato de mujeres, o ante el cambio climático…, es un aviso para rearmar la resistencia democrática.

Urge la respuesta social ante la barbarie que pretende la Junta de Castilla y León, no sólo con la Ley de Concordia, sino con todo el desmantelamiento paulatino y silencioso de lo demás: diálogo social, sanidad, educación, dependencia, etc. Urgen movimientos y plataformas en favor del feminismo, de la sanidad, contra la guerra y contra el cambio climático. Y también no olvidar la importancia de votar cuando toca.

El pasado 23 de julio, los demócratas conseguimos reeditar un gobierno de coalición para continuar la agenda de avances y progreso en España. Los demócratas debemos saber que en las próximas Elecciones Europeas del 9 de junio nos jugamos el modelo de Europa que nos ha traído paz, prosperidad y bienestar en los últimos 50 años. Y que, en la medida en que exista resistencia democrática a la extrema derecha, a través del voto consciente, podrá frenarse a la internacional reaccionaria belicista de Putin, la anarcocapitalista de Milei, la genocida de Netanyahu y la golpista de Trump.

Rearmar la resistencia democrática