lunes. 29.04.2024
Ada Colau
Ada Colau

Apelo a Nuccio Ordine para hablar de la propuesta que ha hecho Ada Colau de que Sumar incluya en su oferta electoral un referéndum para que los catalanes decidan sobre su relación con el estado español.

Esto del referéndum catalán tiene varias posibilidades y, según como se plantee, casi todas son ilegales según nuestra Constitución. Colau no ha explicitado cuál es su modelo exacto, cosa que en un terreno donde los detalles son fundamentales, sería necesario hacer.

Si nos referimos a un referéndum ilegal, la cosa está clara. Supongamos que Sumar lo incluye en su programa. Supongamos también que Sumar termina gobernando con el PSOE y supongamos que Sumar obliga al gobierno de coalición a que permita, y organice, ese referéndum. Para terminar de suponer, hagámoslo con que se termina celebrando después de que la Abogacía del Estado, el Consejo de Estado y cuantas instancias legales intervengan, lo reprueben. En ese caso, los miembros, y miembras, del Consejo de Ministros acabarían en la cárcel, tal como acabaron los promotores de los dos anteriores referéndums ilegales en Cataluña.

Colau no ha explicitado cuál es su modelo de referéndum exacto, cosa que en un terreno donde los detalles son fundamentales, sería necesario hacer

Como todo eso es suponer demasiado y, además, es absurdo que suceda, hay que convenir que la propuesta de Colau, aunque la pudiera asumir Yolanda Díaz, puede ser perfectamente inútil.

Y, sin embargo, no carecer de utilidad. En primer lugar, para Colau. Doña Ada, en horas, evidentemente, bajas después de haber tenido que dejar la Alcaldía de Barcelona, necesitaba una iniciativa para mantenerse en los titulares de la crónica política. Y esto del referéndum, la verdad es que mola. Parafraseando el dicho, Barcelona es bona si el referéndum sona. Además, después de haber evitado que el independentismo pueda dominar las dos aceras de la Plaza de San Jaume, necesitaba un gesto que compense su posición "españolista" y atenúe su posición sanchista. Creo que se trata de una propuesta cosmética de cierto valor y, por tanto, útil, para ella.

Pero, sobre todo, para el bando nacional, esa propuesta de Colau tiene una enorme utilidad. Por supuesto para VOX, donde no se distingue entre la señera y la estelada y cualquier gesto distinto a cantar el Cara al Sol les parece subversivo y digno de castigo ejemplar. Pero, lo que es más importante, para el PP, la imposible posibilidad de ese referéndum confirma sus tesis: la situación catalana no ha cambiado desde 2017.

El Partido Popular, más partidario del artículo 155 que de la Mesa de Diálogo, mantiene en su libro de estilo que el hecho de que ya no se exilie el President, no haya que enviar refuerzos de la policía y el AVE pueda llegar sin problemas a Barcelona no significa nada. Cataluña es irredenta y, si algo se puede hacer, aparte de la intervención de los antidisturbios, es a largo plazo y a base de que vaya por allí de vez en cuando Núñez Feijóo a catequizarlos como hacía Bartolomé de las Casas en las Indias proponiendo un colonialismo pacífico.

Una solución que solo tiene una vía, el diálogo, un marco, la Constitución Española y una necesidad, la de un mayor plazo para que prospere

Pero, las anteriores reflexiones, sarcasmo incluido, no deben hacernos olvidar algunos hechos. Por ejemplo, que el clima social catalán no es el mismo que el que provocaba que las cenas de amigos de los viernes estuvieran contaminadas por la división política. Por ejemplo, que la mayor parte de los grupos independentistas catalanes, y vascos, hayan colaborado con el gobierno de España durante los últimos cinco años apoyando parlamentariamente la mayoría de sus iniciativas. Y, por ejemplo, que aunque con la, quizás, necesaria, lentitud, hay una Mesa de Diálogo donde los gobiernos de España y Cataluña pueden hablar mientras al puerto de Barcelona llegan cruceros con turistas en lugar de un barco lleno de policías.

Sin olvidar que existen vías para que los catalanes puedan pronunciarse sobre los resultados, cuando los haya, de esa Mesa de Diálogo. Bien junto con el resto de los españoles, en alguna reforma legal que afecte a ambos, o bien en solitario si de lo que se trata es de algo propio como su Estatut.

Porque, entre el yo o el caos que entonan tanto independentistas del séptimo día como interpretes exclusivos de la patria una, grande y libre, esa Mesa es la única solución que existe para resolver el “problema catalán”, el nombre que se ha dado a la profundización en la identidad catalana y, sobre todo, a las pretensiones de algunas elites intelectuales en ese territorio. Una solución que solo tiene una vía, el diálogo, un marco, la Constitución Española y una necesidad, la de un mayor plazo para que prospere. Y, hablando de futuro de esa Mesa, pocas dudas hay de que tiene más con un gobierno de España como el actual que con uno que solo habla de derogar, es decir, de retroceder. Por ello, a los partidarios de la unidad de España, entendida como la convivencia entre españoles de distinto sentimiento identitario, debería interesarles el que el próximo gobierno español estuviera apoyado por una mayoría parlamentaria como la que ha hecho posible el gobierno progresista de Pedro Sánchez.

Pero, todo lo que suene a un referéndum cosecha 2017, ya sabemos cómo acaba.

Alguna utilidad de lo inútil