Es una pésima noticia que incluso quienes parecen apostar por mantener la esfera pública decidan manejarla como si fuera una iniciativa privada cuyo único propósito es maximizar beneficios.
Lo que verdaderamente se defiende, sin saberlo la mayoría de las veces, es el entramado y la calígine de supervivencia de la monarquía restaurada por el caudillaje, sus intereses y sus paladines.