sábado. 20.04.2024

Y Rajoy se cayó de Maduro

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De nada le sirvió al líder del Partido Popular pregonar corrupciones ajenas en pos de ocular la propia. La caía de Don Mariano será recordada como uno de esos instantes preciosos que suele regalar la Democracia, cuando ésta hace honor a su nombre.

Aún resuenan en mi cabeza los cánticos de los populares concentrados en la sede de Génova, aquel  glorioso día de 2011 que derecha más rancia celebró con globos y saltitos. La promesa de una política “Como Dios Manda” florecía entre quienes se rasgaban las vestiduras ante el fatal destino al cual el PSOE había conducido a España.

Sin embargo al Partido Popular no le alcanzó con la protección mediática de la que supo gozar, ni tampoco con la perenne pretensión de colocar el foco de atención en Venezuela y en la peligrosidad de un posible crecimiento del inesperado Podemos. Tapar el sol con la mano fue tarea que Rajoy y los suyos no pudieron sostener. Más de 800 pequeños ayuntamientos se vieron salpicados con escándalos de corrupción en las diferentes provincias gobernadas por los populares, con casi 500 de sus miembros imputados.

Que la corrupción mata es algo que España deberá aprender a partir de ahora. La estadística de suicidios arroja un dato escalofriante: casi 11 casos al día. La cifra se incrementó durante la crisis. Los medios de comunicación no profundizaron en las causas, aunque durante los últimos años se atrevieron a relacionarlas directamente con los procesos de desahucio y las necesidades básicas de la población, no cubiertas.

La “política como Dios manda” trajo consigo el desastre económico que provocó una nueva ola de emigrantes españoles, que salieron disparados hacia Europa o América Latina en busca de horizontes más esperanzadores. Y mientras esto ocurría, Mariano Rajoy sorteaba cada escándalo protagonizado por algún miembro de su partido, escudado tras su propia autoreferencia de honestidad y transparencia.

Pero la mentira tiene patas cortas. Y en ocasiones la Justicia suele caer del lado menos esperado por quienes se creen sus propietarios. La “honestidad” de Don Mariano no pudo colarse ya como una verdad irrefutable, sino más bien como una trillada escusa, como una vil jugada de quien pretende colar un nuevo aunque estéril engaño.

Esta vez no ha colado. Esta vez Mariano ha debido decir adiós. Y detrás suyo queda una España asolada por el desastre, que deberá replantearse esta etapa de su historia. Venezuela ya no cuela. Y Rajoy se ha caído de Maduro.

Y Rajoy se cayó de Maduro