jueves. 28.03.2024

Refugiados, la vergüenza del viejo continente

Según la ONU, en 2019 llegaron a Lesbos 27 mil nuevos solicitantes de asilo.
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La miseria, el hambre, las enfermedades y las balas provocaron, no hace tanto tiempo atrás, un éxodo de europeos hacia diversos puntos de América Latina. Sus ciudades habían sido reducidas a escombros tras la Segunda Guerra Mundial, luego de la cual miles de sobrevivientes se vieron forzados a dejar atrás al viejo y ruinoso continente en pos de un asilo que les permitiera comenzar de cero.

La difícil experiencia por la que atravesaron los inmigrantes europeos aún está fresca en la memoria colectiva. O al menos en la de quienes la padecieron; porque para los líderes de la Unión los asuntos relacionados con inmigrantes y refugiados no parecen ser prioritarios, excepto cuando la tragedia se magnifica y las condiciones de estos seres humanos ocupa espacios en la prensa internacional.     

El incendio del campo de refugiados de Moria dejó sin techo a miles de personas que ahora duermen al raso, sobre el asfalto o en nichos de cementerios

El incendio del campo de refugiados de Moria, Grecia, ocurrido el pasado miércoles, dejó sin techo a miles de personas que ahora duermen al raso, sobre el asfalto o en nichos de cementerios, a la espera de una muestra de solidaridad de los países de la Unión Europea. Sin embargo la ausencia de un mecanismo apropiado para la distribución de refugiados y solicitantes de asilo sigue siendo una deuda pendiente, a pesar de los fallos judiciales del Tribunal Europeo de Justicia que en 2015 obligaron a Polonia, Hungría, Eslovaquia y República Checa a dar asilo a quienes huían de hambrunas y conflictos bélicos.

Y mientras los eurodiputados confrontan argumentos siempre estériles, miles de seres humanos llevan tres días sin comer ni beber. “La Unión Europea nos ha abandonado. Solicito a Bruselas que venga y nos apoye, no que nos deje. Somos como niños abandonados. Hemos soportado cosas que no sabíamos que podían ocurrir”, relataba ayer a un medio alemán Freddy Musamba, ex residente de Gambia que denunció la situación en Grecia y las condiciones en las que viven los refugiados.

moria 1Moria tiene capacidad para poco más de 2.750 personas, sin embargo alberga a más de 12.500 en su interior y en una ciudad de tiendas de campaña en un campo de olivos cercano. Desde enero han sido frecuentes los ataques perpetrados por los locales que exigen el cierre de Moria, 

La llegada de refugiados marca el día a día de esta región, una isla bañada por el mar Egeo en donde viven unas 80.000 personas. Cerca de 35.000 lo hacen en su capital, Mytiline; caracterizada por sus casas blancas, sus bares, sus embarcaciones de lujo y su puerto náutico, que contrastan con el llamado “cementerio de chalecos”, un vertedero en el que se amontonan los salvavidas de los 30 mil inmigrantes que llegaron a la isla en patera.

La tensión crece entre los lugareños y los inmigrantes. El odio y la xenofobia se viraliza en las redes sociales. Miembros del casi extinto partido ultraderechista Amanecer Dorado instan a “tomar medidas contra la avalancha de inmigrantes”.  "Hay que dar seguridad a los griegos y luchar contra la criminalidad. Los inmigrantes clandestinos no pueden estar en mi país, tienen que ser expulsados", aseguraba en diciembre de 2019  Kyriakos Velopóulos, líder de Solución Griega. "Tenemos que cerrar nuestras fronteras. Si nosotros gobernáramos construiríamos en nuestra frontera con Turquía un muro de cemento de seis metros de altura con minas antipersona bajo tierra".

Según la ONU, en 2019 llegaron a Lesbos 27 mil nuevos solicitantes de asilo. Este dato revela cómo se disparó el flujo de pateras a un nivel que no se registraba desde 2016. La deuda con los refugiados sigue pendiente. La Unión Europea tiene la obligación de responder ante esta crisis que avergüenza al Viejo Continente. 

Refugiados, la vergüenza del viejo continente