martes. 23.04.2024

Una pobre vieja, sola y enferma

El regreso de Cristina Fernández de Kirchner a la Casa Rosada –esta vez como vicepresidenta de la Nación- marca un punto de inflexión en la historia de la Política con mayúscula. La épica de su retorno ha hecho saltar los resortes de una derecha que nunca ocultó sus deseos de verla en prisión, aún cuando las pruebas de los procesos judiciales a los que fue sometida arrojaron resultados negativos.

kirchner kirchner 2Cristina Fernández de Kirchner fue una de las mayores preocupaciones del gobierno de Mauricio Macri. Tanto lo fue que, por decreto, el ahora ex presidente nombró a los jueces que debían encarcelarla, presionó a fiscales y libró una feroz cruzada contra ex funcionarios kirchneristas. “Querían que desapareciéramos”, dijo ayer Cristina luego del acto de asunción de Alberto Fernández. Y así fue. La derecha más rancia de la Argentina, heredera de la que celebró el cáncer de Evita, confió a Macri la tarea de sepultar para siempre al “populismo”, representado en la figura de Cristina Kirchner. La maquinaria mediática y judicial utilizó los peores recursos en pos de satisfacer los deseos de la casta burguesa y retrógrada cuya peor pesadilla siempre fue el progresismo. “¡Hay que matarla!”, decía enardecida de odio una de las asistentes a la fiesta de despedida de Macri. Con total impunidad los medios del poder económico reprodujeron los deseos funestos de una derecha convencida de “estar del lado de los buenos”. Imágenes de Cristina Fernández colgada, acribillada a balazos o decapitada se transformaron en un clásico de las marchas macristas; viva representación de la naturalización del odio inoculado por el gobierno que ya es historia. (En la imagen: Cristina Fernández de Kirchner, este martes en Casa Rosada, observando el busto de Néstor Kirchner)

Cristina Fernández de Kirchner ha regresado a la Casa Rosada. No pudo Macri, no pudieron los medios hegemónicos, las operaciones judiciales, la estigmatización permanente, las miles de portadas venenosas de Clarín y La Nación. No pudo el poder real, ese que usó a Mauricio Macri para convertir a la Argentina en un enorme territorio sacrificable. La contrapartida de semejante embestida parece haber sido un pueblo que no se dejó engañar, que supo generar dudas ante tantas certezas berretas. Cristina Fernández de Kirchner ha vuelto a la política argentina mirando a los ojos de sus votantes, tal como se despidió en diciembre de 2015. “Usted es una pobre vieja, sola y enferma. Y ojalá la historia la juzgue como la mierda que fue”, vomitó aquel día el periodista macrista Jorge Lanata, quizás creyendo que “la historia” que iba a imponerse era la que la derecha siempre se empecina en construir.

Una pobre vieja, sola y enferma