jueves. 28.03.2024

Pobre Marte

No hay aún ninguna certeza que confirme la existencia de vida inteligente en otros planetas; sin embargo en el nuestro hay sobradas muestras de una estupidez inconmensurable.

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No hay aún ninguna certeza que confirme la existencia de vida inteligente en otros planetas; sin embargo en el nuestro hay sobradas muestras de una estupidez inconmensurable. Si la naturaleza es sabia, seguramente se preguntará qué clase de especie es esta que, no conforme con diseminar todo su potencial destructivo en su propio hábitat, pretende ahora exportar su contaminante presencia a lejanas galaxias.

Ejemplo de la estupidez que caracteriza a nuestra malograda especie, es la reacción que ha provocado el hallazgo de agua en Marte; noticia que esta semana ha conmovido a algunos raros especímenes humanos que ya aceleran la idea de potabilizarla, mientras que trecientos millones de africanos aún esperan exactamente lo mismo.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), dos de cada mil personas - tres cuartas partes de ellas, menores de cinco años - sufren algún tipo de enfermedad relacionada con el consumo de agua contaminada o de mala calidad; y la mitad de los africanos sufrirá en algún momento de su vida problemas de salud por esta misma causa. La diarrea es la consecuencia habitual del consumo de agua no potable y es una de las principales causas de mortalidad infantil al provocar deshidratación y acentuar las consecuencias de una mala nutrición crónica.

Sin embargo nada de esto preocupa a los científicos de la NASA ni tampoco a los humanos de a pie que promueven y aplauden cada una de estas prepotentes intervenciones interplanetarias cuyas consecuencias aún desconocemos. Potabilizar el agua de África no urge tanto como potabilizar la que acaba de descubrirse en Marte, hallazgo que ha requerido de una inversión económica varias veces superior a la que haría falta para lograr el mismo cometido en este planeta. Cabe preguntarse entonces si es posible aún encontrar algún síntoma de vida inteligente en nuestro planeta. La respuesta puede ser decepcionante, más aún si tenemos en cuenta las expectativas que ha despertado esta nueva “conquista”. Pablo de León, el argentino que diseñará la primera vivienda en Marte, anunció a la prensa que “en los próximos años ya habrá urbanizaciones listas para ser habitadas en el Planeta Rojo”. Una realidad para la cual sólo tengo una reflexión: Pobre Marte.

AGUA EN ÁFRICA

Trece años pasaron de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible que tuvo como sede Johannesburgo. Allí, las buenas intenciones de las luminarias del Planeta Tierra volvieron a manifestarse a favor de reducir a la mitad el número de personas sin acceso a agua potable. Sin embargo, como suele suceder, no ha habido grandes avances al respecto. Por el contrario, el retroceso se ha hecho visible para las entidades no gubernamentales que trabajan en distintas regiones de nuestro planeta, y que denuncian la falta de intervención de los gobiernos a los que les corresponde aportar lo necesario para la creación de infraestructuras que garanticen la correcta distribución de los recursos hídricos.  

Una consecuencia directa de la escasez de infraestructuras de captación de agua superficial es que tres de cada cuatro africanos utilizan agua subterránea como fuente básica de agua potable, a pesar de que no supone más de un 15% del total de los recursos hídricos aprovechables. Por otro lado la calidad de las aguas subterráneas es muy variable. En los países subsaharianos contienen con frecuencia arsénico y fluoruros, siendo este último un problema especialmente grave en los países que se disponen a lo largo de la falla del Rift. En los países más desarrollados, como Sudáfrica, es frecuente la contaminación por residuos industriales y agrícolas tales como metales, pesticidas o fertilizantes; pero el principal problema lo constituye la falta de depuración de las aguas residuales urbanas, en países caracterizados por el desarrollo caótico de los barrios marginales de las grandes ciudades. Los problemas resultantes, como la aparición de brotes de cólera y tifus y la gastroenteritis endémica, constituyen las principales causas de mortalidad infantil en las zonas más pobladas del continente.

Pobre Marte