viernes. 19.04.2024

Más ricos, más pobres

Siempre se ha dicho que la mejor herramienta para combatir la pobreza y la violencia que ésta genera es la educación. Lo que nunca queda claro...

¿Usted se da cuenta?, me preguntó hace unos días un anciano maltrecho por la acumulación de desencantos. Cuanto más pobre hay en el mundo, más se incrementa el número de hijos de puta. ¿Habrá relación entre una y otra cosa?, ¿será la una consecuencia de la otra?

Siempre se ha dicho que la mejor herramienta para combatir la pobreza y la violencia que ésta genera es la educación. Lo que nunca queda claro es si esa educación deben recibirla los pobres para seguir siendo pobres pero con buenos modales, o los ricos para dejar de cagarse en el hambre de los pobres y ayudar a erradicarlo. Lo cierto es que el desempeño en la labor de reducción de la pobreza está siendo desigual, al igual que la distribución del ingreso mundial; desaciertos que algún papamoscas aún considerará inintencionados.

En una de las reuniones que el Banco Mundial celebra anualmente, James D. Wolfensohn, expresidente de tan respetada institución, explicó que mil millones de personas controlan el 80% del Producto Interno Bruto de todo el mundo, mientras otros mil millones luchan por vivir con menos de un dólar diario. “Éste es un mundo desequilibrado”, señaló Wolfensohn en un arrebato de luminosidad que casi lo hace desvanecer. “Hay que equilibrar la balanza”, sentenció luego ante una audiencia que -copa de Chandon en mano- adhirió a la iniciativa entre alabanzas y vitoreos. “Cuánta razón tiene James”, dijeron los invitados a aquel cóctel que año tras año celebran los business men's más mentados del planeta.

Pocos años después de aquel discurso, más precisamente en 2012, el péndulo de torsión de la balanza daba la nota incrementando en un 5 por ciento el número de ricos en el mundo y tirando por la borda los buenos deseos de toda aquella parva de estadistas a contramano. 

Algo salió mal y la riqueza de las personas con alto poder adquisitivo, cuyo patrimonio neto suma un mínimo de 30 millones de dólares (22,9 millones de euros), creció un 2%, hasta los 26 billones de dólares (19,8 billones de euros). Y peor aún. En los próximos diez años se espera que 95.000 personas más rompan la barrera de los 30 millones de dólares en términos de patrimonio personal. En este punto y seguido surgen algunos interrogantes, los mismos con los que cavila mi viejo y maltrecho amigo ¿Habrá relación entre una y otra cosa?, ¿será la una consecuencia de la otra? ¿Se incrementa el número de hijos de puta cuanto más aumenta el número de pobres en el mundo? Fíjese que por cada dólar que se invierte en todo el mundo en ayuda humanitaria, los países destinan diez a sus respectivos presupuestos militares, los países del G-7 dedican al menos cuatro veces más a gastos militares que a ayuda humanitaria y los 500 individuos más ricos del mundo tienen ingresos más importantes que los 416 millones de personas más pobres del planeta, lo que refleja que algo de acertado tendrán quienes, al igual que mi viejo y maltrecho amigo, creen advertir cierta relación entre el padecimiento de unos y la hijaputez de otros.    

Más ricos, más pobres