viernes. 29.03.2024

Esclavos en pandemia

La precarización en el mercado de trabajo agrario de los Estados Unidos es extrema.
jornaleros

Son considerados “trabajadores indispensables”. La opción de quedarse en casa no incluye a los miles de inmigrantes que desempeñan tareas agrícolas, faenando la tierra de sol a sol. Sucede en Honduras, México, y Guatemala. Pero también en Estados Unidos, en donde las estadísticas de contagiados y fallecidos por Covid-19 no contemplan a quienes se encuentran en situación irregular o solo cuentan con contratos bajo visados temporales.

Sin guantes, y en ocasiones sin agua ni jabón, miles de trabajadores inmigrantes cultivan vastos campos del sur de los Estados Unidos. Su labor permite llevar alimentos a la mesa de la tercera población más grande del mundo, una nación que a lo largo de su historia ha requerido de mano de obra barata para garantizar la ocupación de sectores que son el motor de su economía.

En Oxnard, California, más de 600 migrantes trabajan en el sector agrícola sin acceso a los servicios de salud. La mayoría de estos trabajadores llegaron al país por medio de contratistas usureros que les ofrecen albergue y comida. La vulnerabilidad de estos inmigrantes ha sido denunciada y expuesta por asociaciones civiles y organizaciones no gubernamentales por los Derechos Humanos. Según la Organización del Proyecto Mixteco/Indígena (MICOP), las condiciones de trabajo de los inmigrantes ponen en riesgo la vida de muchos de ellos.

La pandemia ha expuesto este riesgo. Durante el mes de julio se registraron decenas de contagios entre trabajadores agrícolas. La pandemia, además, produjo que los contagiados que residen hacinados en los complejos de viviendas para empleados agrícolas no pudiesen regresar a su país de origen, lo que ocasionó un fuerte incremento en el número de infectados.

Son miles los jornaleros que no han recibido insumos de protección. Carecen de guantes, tapabocas e información para protegerse del coronavirus

Son miles los jornaleros que no han recibido insumos de protección. Carecen de guantes, tapabocas e información para protegerse del coronavirus. Sin embargo los contratistas se han asegurado de concederles un certificado que indica -en el caso de ser demorados por la policía- que son “trabajadores indispensables”; es el permiso con el que cuentan para desplazarse sin el riesgo de ser deportados.

La distancia social es una obligación que no pueden cumplir. Las casetas improvisadas pueden albergar a diez o más trabajadores. Y en el camión que por la mañana los recoge para trasladarlos se amontonan de a decenas. La precarización en el mercado de trabajo agrario de los Estados Unidos es extrema. Históricamente los terratenientes se han inclinado a la captación de inmigrantes mexicanos, a los que “valoran” por su capacidad para soportar la explotación a la que son expuestos.  Los jornaleros migrados suelen llegar al comienzo de cada cosecha y retornar a su país cuando merman las necesidades laborales en la agricultura. Sin embargo ahora la pandemia retiene a cientos de ellos que deambulan por el sur de California arriesgándose a ser arrestados. Una realidad que los medios de comunicación hegemónicos no están dispuestos a hacer pública.

Esclavos en pandemia