jueves. 28.03.2024

Democracia o Bolsonaro

Mientras la playa de Copacabana amanecía este jueves con cien tumbas simbólicas en tributo a las 40 mil víctimas fatales del coronavirus en Brasil, Jair Bolsonaro, el más escéptico de los mandatarios respecto de la gravedad de la pandemia, instaba a sus seguidores anticuarentena  a  “invadir hospitales de campaña para ver si están llenos o no”.

Cuesta creer que un país como Brasil, que reconstruyó sus instituciones democráticas después de largos 21 años de dictadura, esté ahora en manos de un desquiciado. No conforme con negar las evidencias del desastre sanitario provocado por su nula gestión, el mandatario amenaza ahora con enquistarse en el poder si el resultado del juicio político en su contra le es adverso. “Las Fuerzas Armadas de Brasil no cumplen órdenes absurdas, como por ejemplo la toma del poder. Tampoco aceptan los intentos de toma del poder por otro poder de la República, violando las leyes, o a causa de un juicio político", dijo en un comunicado firmado también por dos generales, el vicepresidente Hamilton Mourao y el ministro de Defensa, Fernando Azevedo.

Si bien Bolsonaro llegó al poder mediante el voto popular, lo que conquistó a la facción del electorado que se ve representada por el líder del PSL fue su fuerte perfil autoritario y su discurso fascista. Esta característica, que por otro lado le restó números en imagen positiva una vez iniciada su presidencia, sumó un clamor que sus seguidores incondicionales manifiestan mediante métodos que recuerdan a los tiempos del Ku Klux Klan. Puede sonar exagerado, pero hace tan solo unos días el presidente de Brasil acudió a una manifestación en la cual sus seguidores exigían el cierre del Congreso y del Tribunal Supremo. Bolsonaro  se paseó a caballo, mientras unos trescientos simpatizantes lo vitoreaban -antorchas en mano- muchos de ellos vestidos con uniformes paramilitares.

Ante el hecho de que un presidente electo asista a una manifestación en la cual se pide el cierre de las instituciones democráticas el Tribunal  Supremo de Brasil, a través de un comunicado firmado por Celso de Mello, advirtió que el país se estaba “convirtiendo en la Alemania de Weimar, con los seguidores de Bolsonaro empeñados en destruir la democracia y sustituirla por una despreciable dictadura”. 

No son solo estos actos los que exponen la afición del presidente del Brasil por lo castrense. En su primer año de gobierno Bolsonaro incorporó a más de 100 oficiales militares en servicio y retirados, muchos del los cuales son parte de su gabinete.

Según la consultora Datafolha, la evaluación de los primeros 500 día como Jefe del Ejecutivo es la peor desde 1997. Un 43 por ciento considera que la gestión de Bolsonaro es mala o pésima, otro 22 por ciento opina que es regular, y solo el 33 por ciento la cataloga como excelente o buena. Pero más allá de las encuestas lo que verdaderamente preocupa es que Bolsonaro pueda provocar una crisis entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial para justificar la intervención militar.

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