jueves. 25.04.2024

Trump o el caos

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Por Mario Regidor | La muerte o, mejor dicho, el asesinato de George Floyd por parte de un policía de Minneapolis por haber pagado en una tienda con un billete falso de 20 dólares está ocasionando una conmoción sin precedentes en gran parte del territorio estadounidense donde se están sucediendo las manifestaciones y los enfrentamientos entre los cuerpos policiales y ciudadanos que se sienten agraviados por un racismo que prevalece desde la fundación de los Estados Unidos como país.

Evidentemente, no podemos obviar el hecho de que en 5 meses escasos hay elecciones presidenciales y que Trump sabe cómo convertir una situación adversa como ésta en una oportunidad de usar los medios de comunicación a su antojo y fortalecer su liderazgo.

A la ya consabida complacencia de Fox News hacia su persona y su política (otro día hablaremos más extensamente de este tema…), se une el hecho de que la mayor parte de disturbios sucede en ciudades y estados gobernados por “débiles” demócratas a los que Donald Trump puentea y, casi obliga, a pedir ayuda que a él le viene muy bien para poder fortalecer su imagen de autoridad mal entendida.

Este presidente deslenguado, crápula, al que parece no importarle ni la integridad de las mujeres, ni el respeto a las minorías, puede revalidar su mandato al frente del país más poderoso del mundo (todavía…) y, lo que es peor, con la connivencia de millones de americanos y de todo el organigrama y estructura del partido político más antiguo del espectro estadounidense: el Partido Republicano.

Sí, amigos míos, nos referimos al partido que dio presidentes a su país como Abraham Lincoln, que logró unificar a los Estados Unidos en una infame Guerra de Secesión aboliendo por primera vez la esclavitud (aunque viejas prácticas todavía subsisten en el imaginario colectivo de algunos americanos blancos que podrían fácilmente hacer renacer el Ku Klux Klan de sus cenizas, como hemos visto en el caso de George Floyd). O Woodrow Wilson, que inició el multilateralismo en las relaciones mundiales siendo el impulsor de la Sociedad de Naciones, precursora, a su vez, de la Organización de las Naciones Unidas actual y que, paradójicamente, el Senado estadounidense no permitió que Estados Unidos formara parte.

No obstante, los tiempos cambian y, con ellos, los partidos políticos. No olvidemos que, no hace mucho tiempo, el Partido Demócrata era el partido de los segregacionistas del sur estadounidense. Nos referimos a estados como Tennessee, Alabama, Arkansas, Georgia y tantos otros que cimentaron el poder y las presidencias demócratas durante tantos años. Ahora, son los adláteres del Partido Republicano los que pregonan la vigencia de los ideales que antes defendían otros políticos blancos de diferente partido. Como vemos, el mismo perro, con distinto collar… Decíamos al principio de este párrafo que los tiempos cambian… Bueno, quizás me estoy equivocando y no están cambiando tanto…

La situación es crítica y al Partido Demócrata ni está, ni se le espera. Salvo algunas tomas de posición contrarias a la violencia política azuzada por el presidente Trump, por parte de nuevos políticos como Alexandra Ocasio Cortéz o, “viejas glorias” como Bernie Sanders, alineados con el ala izquierdista del partido, no parece haber vida inteligente en el seno del partido del burro, máxime después del fallido intento de Impeachment que ha fortalecido al presidente “anaranjado”.

Por su parte, Biden sigue escondido en el sótano de su casa, como Trump en el búnker de la Casa Blanca. La diferencia es que éste domina los medios de comunicación y los mensajes y aquél espera agazapado a que el día de votación se confirme lo que vienen apuntando los sondeos. En cualquier caso, ambos parecen estar “confinados” y ninguno por el Coronavirus…

Todo lo anterior hace que nos tengamos que plantear una pregunta: ¿Es posible “to heal this nation” (sanar este país)? como decía la canción de apoyo de la primera campaña de Obama (Yes we can) o, por el contrario, ¿Estados Unidos está condenado a perder su legimitidad moral igual que va perdiendo, lentamente, su posición como potencia central en el mundo?

No cabe duda de que estos sucesos, así como la gestión polarizante que está realizando el presidente Trump desde su Casa Blanca en formato “Álamo”, amén de su política exterior aislacionista, está condicionando el devenir geopolítica mundial de los próximos años.

En otro artículo hablaremos de cómo le está “comiendo la tostada” tanto Rusia como China a Estados Unidos, beneficiándose de su política de aislamiento que, al contrario, de lo que pregona el lema de Trump: “Make America Great Again”, está llevando a su país al precipicio ético, moral, social y político.

Pero antes, vamos a observar cuidadosamente cómo sale Estados Unidos de esta coyuntura o, más bien, si sale…

Trump o el caos