viernes. 29.03.2024

La negociación como base del cambio

Por Mario Regidor | La negociación como arte implica, aunque no lo exija una norma escrita, buena fe entre las partes.

A medida que avanzamos etapas en la vida, desde la infancia hasta la senectud, observamos cómo la negociación, queramos o no, pasa a ocupar una parte más o menos esencial en nuestras vidas de tal manera que, muchas cosas en la vida, acaban convirtiéndose en materia de negociación: con la empresa, con tu pareja, con los amigos, etc.

Además, en muchas ocasiones, sobre todo cuando hablamos de derecho laboral y por mor de la reforma implementada por el Partido Popular en el año 2012 y que cercenó múltiples derechos a la sufrida clase trabajadora, hubo una cierta tendencia ejemplificada por diversos jueces y magistrados, en donde el período de consultas obligatorio que era, hasta ese momento, un requisito poco menos que formal para cumplir la apariencia de legalidad en la aprobación de un Expediente de Regulación de Empleo, tornó en una mayor voluntad material de que, de forma efectiva, se demostrara por parte de la empresa, que había habido buena fe en la negociación y voluntad de llegar a acuerdos, aunque no se llegara a él finalmente. Todo ello en una eficaz demostración del sistema de pesos y contrapesos necesario en cualquier sistema democrático que se precie.

No obstante, la negociación como arte implica, aunque no lo exija una norma escrita, buena fe entre las partes. Es indispensable acometer este empeño de tal manera que, aún siendo enemigos o personas no bien avenidas, la confianza en llegar a un acuerdo impregne todo el ambiente. Ya veremos si podemos o no pero vamos a intentarlo.

Antes me he centrado en el aspecto laboral por ser el que está regulado por ley pero, como dije al principio, no cabe duda de que, en los tiempos que corren, la negociación se ha convertido en una de las palabras más usadas de nuestro lenguaje junto con la palabra “pacto”, por supuesto ya que se entiende que, del buen resultado de la negociación, conseguiremos llegar a un acuerdo o pacto que satisfaga a todas las partes implicadas.

Lo que nos lleva a la cara B del pacto, entendiéndolas como lados de una misma moneda y sin ambas vertientes el acuerdo es imposible de alcanzar. Me refiero a la cesión. Si en una negociación no ceden ambas partes, lo más seguro es que no se llegue a un acuerdo o que dicho acuerdo, si se llega, esté viciado de origen.

Ahora estamos asistiendo a un período político en donde, se observa un fervor por negociar y tratar de llegar a acuerdos como no se veía desde los albores de la democracia. Es cierto que está motivado por la fragmentación política resultante de las últimas elecciones pero, como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena.

Parece ser que hay un acuerdo entre PSOE y Ciudadanos. A mi modesto entender, es necesario sumar, como mínimo, otra pata a dicho banco para que aguante la mayor parte de la legislatura (pensar en los 4 años de mandato se me antoja como una utopía a estas alturas…). Dicha pata, a mi entender, debe ser PODEMOS.

Sé que puede ser problemático el devenir de este gobierno pero es, sin duda, el gobierno que necesita este país. No hace falta ser matemático para saber que PSOE y Ciudadanos no suman los votos necesarios para una investidura. Y que es necesario basar este gobierno en la necesaria reforma constitucional que los 3 partidos que espero que formen gobierno pregonan sin ambages. Una vez más, las dos palabras claves en este proceso son: NEGOCIACIÓN Y CESIÓN.

Las negociaciones, más o menos informales, se vienen observando, prácticamente, desde el día siguiente a la celebración de las elecciones, máxime después de la espantada de Rajoy a lo que constituía su obligación formal como líder del partido vencedor en las elecciones y que, con su comportamiento cobarde y acorde a su carácter, convirtió en una extraordinaria dejación de sus funciones nunca vista en la reciente democracia.

Ahora es época de acuerdos, de cesiones y, sobre todo, de eliminación de líneas rojas para que pueda salir adelante el mandato mayoritario de la ciudadanía expresado en un gobierno reformista y progresista.

Mucha suerte a todos los negociadores.

La negociación como base del cambio