jueves. 28.03.2024

Me niego a odiar

Cataluña es España por las interacciones que hemos vivido durante siglos, por el apoyo mutuo que nos hemos dado en todo este tiempo

Por Fernando Santamaría | El odio es una de las herramientas que usa el poder para manipularnos. Cualquier sentimiento que surja del interior de uno mismo no pasa por la cabeza y por tanto no se racionaliza, no se analiza.

Llevaba tiempo dando vueltas en mi cabeza este escrito, se hizo más necesario tras los atentados en Barcelona, pero con los últimos acontecimientos de este referéndum presuntamente interruptus en Cataluña es ya inevitable. Tampoco es bueno hablar en caliente, motivo por el que he tardado tanto en escribir.

Durante los atentados de Barcelona se transmitieron por las redes sociales vídeos terribles y noticias interesadas falsas o medio verdades, algunas de ellas ya llevaban años entre nosotros, su impacto es ya muy grande entre la población y les hace no ver que la población musulmana es la que más sufre a este tipo de terroristas. Es uno de los motivos por el que hay tantos refugiados en nuestra Europa. Y la gente no lo ve, solo criminaliza a todo un grupo humano sin filtros, con toda la injusticia que eso representa. Eso es el triunfo del odio, del fascismo, contra la democracia y la convivencia pacífica entre los pueblos.

Se usa mucho el término franquista o fascista o nazi en estos tiempos. Para mí todo es lo mismo, todo representa el odio entre distintos, la destrucción de la democracia y de la convivencia entre los que son diferentes, haciendo cada vez más pequeño el círculo de los elegidos, de los puros, hasta que solo queda uno, el mismo dictador. Desde este punto de vista, por comparación, el terrorismo es solo ideología fascista y pretende el mismo fin: imponer por la armas y el odio un régimen totalitario.

No quiero hacer directamente una comparación entre nacionalismo y fascismo, porque el último, como he explicado, se basa en el odio. El primero suele basarse en la idea de superioridad, que también usa el segundo para implantar el odio entre la población. El nacionalismo también usa el victimismo, idea que aunque aparentemente contradictoria se complementa perfectamente con ser superior.

Los nacionalistas en Cataluña llevan desde que tengo uso de razón con este doble discurso. Los catalanes son los que más y mejor trabajan y además el Estado les roba. Se ponen como defecto que son muy agarrados con el dinero, pero al mismo tiempo lo venden como virtud (es que a ellos no les gusta tirar el dinero). Al mismo tiempo tienen una fijación con Andalucía o Extremadura haciendo en estas dos regiones diana de sus discursos anti-España. Este victimismo es el camino que tienen abierto los nacionalistas para implantar el odio entre sus seguidores.

Yo nunca me he sentido nacionalista, pero siempre he defendido la identidad cultural de mi tierra y la diversidad cultural de mi país. Siempre defendí la posibilidad de que los diputados catalanes, vascos o gallegos hablaran su idioma en el parlamento, pues el idioma es también lo que define tu forma de pensar y prefiero diputados que piensen cuando votan las leyes. Es cierto que también me gusta que hablen mi lengua para entenderlos sin filtros, pero entiendo que prefieran hablar en su idioma. EL idioma es una identidad cultural, pero también hay un sentido de la educación en un país de raíz turística como el nuestro. Si un turista viene a hablar contigo y los dos podéis hablar en un idioma común lo usáis para comunicaros entre sí. Lo contrario sería maleducado.

Y ahora empezamos con los hechos que me hicieron terminar por escribir. Cuando escucho hablar tanto a los lideres secesionistas catalanes como a los manifestantes pro-republicanos catalanes veo como hay un odio entre sus expresiones que se disfrazan con frases como “cortar con Rajoy”, “Cataluña no es España”, “España nos roba”. Nuevamente victimismo y odio.

También está el tema del referéndum. Yo no veo al referéndum como una acción democrática. Una acción democrática es tal cuando se toma con todos los datos encima de la mesa y comprendidos, cuando estamos libres de odios y medias verdades y cuando comprendemos cuales son las consecuencias totales de nuestra decisión.

Para entender lo que significa la secesión lo primero es verlo como la ruptura total con tu familia, con tus amigos, con tu entorno. Los españoles hemos sufrido y superado juntos muchas calamidades y a muchos gobernantes ineptos y asesinos. Todos hemos sufrido y nos hemos beneficiados aproximadamente por igual juntos. Recalco lo de juntos porque al nacionalismo le encanta decir que el sufrimiento de los suyos es el peor mientras los demás vivían o viven como reyes.

No se rompe con Rajoy, se rompe con tus hermanos y amigos.

Cataluña es España por las interacciones que hemos vivido durante siglos, por el apoyo mutuo que nos hemos dado en todo este tiempo. Y Cataluña es España porque en ella Cataluña ha conservado su identidad cultural, ha sido aceptada por lo que es y por como es, cosa que no siempre ha pasado en la incorporación de otros territorios  a otras naciones o imperios. La forma de ser catalana, como la de otros pueblos que conforman España se respeta por la gente normal. Ha progresado dentro de España e incluso se ha apoyado por encima de otras zonas de España en bastantes ocasiones historicas.

En la expresión de España nos roba es donde más se vende la idea de pueblo explotado, humillado y sometido en la cual se aprecia una falta de autocritica y de victimismo mayor. En la España de las autonomías se hace un reparto progresivo típico de los Estados Democráticos donde las autonomías ricas ceden más a las pobres para distribuir la igualdad y eliminar la pobreza de todos los territorios. Esa pobreza no se debe a que esos territorios estén habitados por gente vaga o ladrones, sino porque el Estado las favoreció menos en gobiernos o épocas anteriores. Y se ve porque cuando esos hermanos de otros territorios llegan a Cataluña progresan y hacen progresar a Cataluña. Y cuando los catalanes llegan a otras comunidades progresan y hacen progresar a esas Autonomías. Todos somos igual de trabajadores ante un mismo estado de formación.

En la frase de “España nos roba” nunca he comprendido porque los catalanes no ven que en este Estado de las Autonomías tiene como las demás Autonomías la misma capacidad de auto-administración. Si hay problemas de gestión los causan los propios gestores catalanes, no España.

Cuando hablamos de corrupción, desgraciadamente no es un problema solo de Cataluña, lo hemos sufrido en toda España por igual. Y lo que menos puedo comprender es como no hacen cuenta los catalanes con los responsables de los sablazos a las finanzas catalanas del 3%.

Cuando los representantes secesionistas hablan de su república una de sus tres condiciones iniciales es perdonar a los del 3%.

¿Cuándo seáis una República a los payeses casi no les tocará dinero en el reparto por territorios pues donde más dinero se produce y por tanto más impuestos es en la ciudad de Barcelona o municipios industrializados? ¿Y qué pasará con Tarragona, Lleida, o Girona? ¿El 90% de los impuestos irán a Barcelona o las localidades industrializadas y el resto tendrá menos recursos que cuando formaban parte de España? Si aplicáis una economía redistributiva ¿Barcelona o los municipios industrializados se sentirán robados y pedirán la secesión de la República Catalana?

Salir de España tiene consecuencias. España está en la Unión Europea, dentro de la influencia del Banco Central Europeo para bien y para mal. No se podría usar el Euro de forma unilateral en Cataluña, tendrán que crear una moneda sin valor internacional y sin un intercambio justo de divisas con la moneda catalana recién creada por un tiempo no estimado que puede hacer salir de todos los mercados a las empresas catalanas en los mercados mundiales. No se tendrían acceso a los apoyos y subvenciones de la Unión Europea. No se entraría de forma inmediata, tendría que ponerse la República Catalana detrás de otros países para entrar en la Unión Europea, como Turquía y Serbia. Esto no es una amenaza, es una exposición de hechos que los dirigentes catalanes se empeñan en desmentir sin ninguna prueba. Solo hay que leer la forma de acceso a la Unión en su propia Constitución y Tratados. Los dirigentes catalanes secesionistas pueden forzar la situación para salir de España incumpliendo la Constitución española, pero no pueden forzar a incluirlos en Europa incumpliendo otra Constitución más.

El derecho a decidir a mi me motiva a hacer muchas preguntas según los argumentos que oigo decir o veo en los escritos de los manifestantes. ¿A quién beneficia más? ¿Quién va a pagar el pato de este movimiento?

Y los recortes. Convergencia los defiende y aplica porque están en su ADN ideológico, ¿De verdad creéis que salir de España os va a librar de esos recortes? Los recortes forman parte de una ideología, la neoliberal, que está arrasando el mundo y destruyendo una democracia tras otra. Si un país tan grande como España ha caído bajo su influjo, un país más pequeño como el que sería la República Catalana ¿podría librarse de él o seria un bocado más fácil aún? Teniendo en cuenta que Convergencia, o como se quieran llamar ahora, los defiende en su ideario.

Pero en un conflicto político no sólo una parte tiene la responsabilidad añadida.

Las iniciativas y, sobre todo, formas brutales del PP contra Cataluña por el Estatuto aprobado en tiempos de Montilla y su gobierno Tripartito o como el boicot a los productos catalanes. Boicot que boicoteé todo lo posible comprando productos catalanes cada vez que los veía en el mercado, o la recogida de firmas contra el estatuto aprobado antes por todos los catalanes y con los argumentos que se defendían.

Hay tantos errores cometidos por el PP actual que los rompe como interlocutores válidos ante los catalanes. Lamentablemente los del 3% tampoco son unos interlocutores válidos por la carga personal que meten en todas sus negociaciones o soluciones.

O la criminalización de lo catalán. Y os comprendo perfectamente, porque soy andaluz y como tal he sido mancillado multitud de veces por estos partidos de derechas y nacionalistas en sus usos y opiniones, hasta tal punto que para una parte de la población española ser andaluz es ser vago y borracho aprovechado del Estado, que vive cobrando prestaciones sin trabajar. Esa presión que vosotros estáis sufriendo desde hace 5 años hay muchos españoles de diversas Autonomías que estamos sufriendo desde siempre por los mismos medios que Cataluña ahora. Hay una forma de hacer política triste y desintegradora de agrupaciones políticas que no entienden que puedan perder votaciones o que no entienden que se puede opinar o vivir distinto.

La desintegración no es el camino, nunca lo fue y nunca lo será. Un referéndum desintegrador no tiene cabida y más cuando se observa que viene del odio, de posturas contrarias y negacionistas de la postura del otro sin capacidad de negociación. Para que haya un Referéndum deberían existir otras condiciones en la opinión pública, debería haber un verdadero debate en la opinión pública dado desde medios independientes, que no dependan ni de los Estados o Gobiernos, ni de los medios de la extrema derecha que tanto mal han hecho hasta el momento por nuestra democracia. Deberían imponer que no hay tabla rasa para los corruptos ni del 3% ni de ninguna clase. Debería mostrar como de verdad se vive en cada rincón de España, como sufrieron los españoles de verdad al Franquismo en cada rincón de país.

EL discurso del victimismo, del odio y de la exclusión no es el camino. Debería mostrarse en las cadenas públicas de comunicación que pasa de verdad en España, como vivimos. Debería hacerse pedagogía de integración y no de odio. Ensalzar lo bueno que tenemos todos los pueblos que componen España, lo que ofrecemos todos, qué aportamos de verdad, cómo nos enriquece la diversidad cultural, el bi o trilinguismo. En suma, conocer los problemas que de verdad sufren en cada comunidad, en cada ciudad y como se combaten y vencen.

Necesitamos conocernos, no separarnos. Necesitamos comprendernos, no odiarnos.

Todos somos responsables de los que nos sucede, no hay grupos de personas mejores y peores. No necesitamos competir entre nosotros, sino trabajar en equipo, complementarnos.

Cualquiera que venda la exclusividad, las diferencias que nos separan, debería ser arrojado de la vida pública democrática.

Me niego a odiar, me niego a establecer más fronteras entre los pueblos. Me siento orgulloso de mi cultura, de mi familia y de compartir mis valores y la visión que aprendí de mi familia y de mi entorno con otros y de escuchar y aprender de otros distintos a mi, a mi cultura o mi visión del mundo. No soporto el egoísmo, la visión única, la monoculturalidad. Me siento una persona democrática y que vive mejor en democracia. Por supuesto, la democracia siempre es mejorable.

No creo en la vía judicial como única vía de solución a este problema. Creo en una visión negociada, en una visión integradora, donde todas las Autonomias de España se sientan iguales. Necesitamos en todas las partes interlocutores nuevos, sin el peso de la corrupción que ahoga todos sus discursos.

¿Cómo es posible llegar a un acuerdo las dos partes, si sus negociadores se sienten libres de peso, porque mientras exista el conflicto se libran del peso de la ley por sus corrupciones?

Mientras siguen intentando vendernos el odio al otro y lo consiguen, que es lo más triste. El actual pulso no es el derecho a decidir, no es el referéndum, es librarse de la responsabilidad ante la corrupción de estos políticos atrincherados en sus poltronas y posiciones con los españoles como secuestrados y robados.

Me niego a odiar, me niego a hacerles el juego. No es momento de referéndum. Primero que paguen los corruptos. Luego hablar, pero no Cataluña frente a España, sino con cada Comunidad y el Gobierno de España sentados en la misma mesa y con la Constitución abierta a cambios y reformas, más abiertos de mente.

Me niego a odiar