miércoles. 24.04.2024

Madrid: causas y consecuencias

elecciones madrid

Por Mario Regidor | Las convocatorias electorales en la capital del reino rara vez suelen dejar indiferente. Esta vez han sido unas elecciones autonómicas las que han girado el tablero político de una manera que pocos esperaban al inicio de la jornada.

Por un lado, es inapelable el triunfo del PP en la comunidad o, más bien, debería decir, el triunfo de Isabel Díaz Ayuso y, más concretamente, de su ideólogo y jefe de campaña, Miguel Ángel Rodríguez, que ha creado un “personaje” que amenaza por comerse literalmente a su jefe de filas, Pablo Casado. Luego entraremos en ello, pero vamos a ver qué es lo que ha pasado en la comunidad de Madrid.

El escenario político a nivel nacional se había polarizado en exceso. Ayuso había conseguido escenificar su oposición al presidente del gobierno con una fuerza que Pablo Casado no conseguía emular en sus panegíricos en sede parlamentaria bajo la égida de la libertad, ejemplificada en desafíos continuos que ni los propios “barones” regionales conservadores querían (o podían) seguir.

No podemos olvidar aquí el plan ungido por PSOE y Cs para tratar de arrebatar el gobierno regional murciano al PP y que desencadenó una oleada de mociones de censura y una apuesta política por parte de Ayuso para desembarazarse de su socio de gobierno y afrontar dos años de mandato con “libertad”. A la vista está que salió bien lo que debemos dejar en el debe de Cs, ya que, en al menos 3 ocasiones, se le ofreció a su cabeza de lista, Ignacio Aguado, los votos para una moción de censura que le hubiera puesto al frente de la comunidad.

La 'bajada al ruedo' del líder del partido, Pablo Iglesias, tenía algo de romanticismo y de épica, pero, sobre todo, tenía dos objetivos

Esta situación de polarización que se enquistaba más y más se reflejó en alguno de los cabezas de lista propuesto, como fue el caso de Unidas Podemos. La “bajada al ruedo” del líder del partido, Pablo Iglesias, tenía algo de romanticismo y de épica, pero, sobre todo, tenía dos objetivos. Uno era tratar de afianzar su maltrecho partido que no garantizaba superar la barrera del 5% para entrar en la asamblea, lo que consiguió no sin cierto esfuerzo y a costa de polarizar, aún más, la campaña y, por otro lado, y más importante, situó en la palestra de salida a una de las ministras mejor valoradas del gobierno para convertirla en su sucesora a nivel político y, a tenor de sus últimas declaraciones dimitiendo de todos sus cargos, también a nivel orgánico. La situación política en España se acelera y la dimisión del dirigente morado quedará en la incógnita de si se puede achacar a la arrogancia de no querer ocupar un escaño sin pena ni gloria en la asamblea o si es el sacrificio de un hombre que vive la política desde el punto de vista teórico y práctico y que se aparta de la escena mediática como una manera de reconstruir el partido sin su tutela directa.

Y no podemos dejar de hablar de Ciudadanos, el otro gran derrotado de la noche de hoy. Partía con 26 escaños y se quedó a 0. Es curioso porque, creo que han hecho la única campaña que podían hacer, con el único candidato que podía hacerla, pero, en determinadas situaciones, esto no basta cuando ya llevas meses herido de muerte, prácticamente, desde que Rivera desdeñó la posibilidad de hacer un pacto con Pedro Sánchez, pacto que sumaba mayoría absoluta y que, además, era el que preferían gran parte de los países europeos. Su alineamiento a posturas de derecha con la intención de dar un “sorpasso” al PP y su olvido de posturas moderadas, bisagra, y favorecedor de gobiernos a izquierda y derecha ha supuesto el enésimo fracaso de la política moderada en España. Ahora, sólo queda ver cuánto aguantan y ver si el goteo de cargos políticos al PP continúa y con qué fuerza.

La gran revelación ha sido, sin duda, Más Madrid y su candidata, Mónica García. Médica de profesión y poco conocida, ha sabido hacerse un hueco en la polarización reinante y convertirse en la imagen de la izquierda en la comunidad y ha revitalizado a un partido y a un líder que había suscitado cierto entusiasmo en su momento y que, después de una singladura algo alicaída, ha vuelto a recobrar fuerza planteando cuestiones políticas que se han podido hacer oír en diferentes sedes parlamentarias como la Europa y la España verde, el feminismo como forma de hacer política sin estridencias, el necesario enfoque de la digitalización y la innovación tecnológica en el servicio al ciudadano más vulnerable y, por último, problemáticas sociales como las enfermedades mentales y el acoso escolar, que han encontrado la debida repercusión en los medios de comunicación partiendo de un partido, a simple vista, poco relevante en el panorama nacional. Llevo años diciendo que Errejón puede significar mucho en la política española y espero no equivocarme. Pero, también su liderazgo podría verse afectado por el éxito de Mónica García.

El caso de Vox no deja de ser curioso. Dentro de este entorno polarizador, y al que su candidata contribuyó en grado sumo, no deja de ser paradigmático que apenas haya crecido en un contexto que le era sumamente favorable. Ayuso ha recogido cualquier exceso de voto a la derecha que hubiera podido darse y ha convertido los escaños de Vox en poco menos que irrelevantes para la investidura. De todos modos, conviene que la presidenta “in pectore” no se las prometa muy felices porque dentro de dos años, cuando se celebren de nuevo elecciones, más le vale a Ayuso conseguir la mayoría absoluta porque, de lo contrario, los escaños de Vox serán decisivos y, puedo asegurar, que no serán gratis: las consejerías de Seguridad y Educación podrían tener el nombre de personas del partido ultraderechista, pero también haría bien Casado en no sacar pecho excesivo de la victoria de su candidata, ya que, en caso de no lograr arrebatar el cetro presidencial a Pedro Sánchez en las próximas elecciones, el PP podría enfrentarse a un cambio de líder y Ayuso estaría muy dispuesta a confrontar su némesis en el “patio de los mayores” y tratar de derrotar al “sanchismo”.

El PSOE debe 'ponerse las pilas' a la hora de buscar nuevos nombres que presentar a la comunidad y a la alcaldía

El caso del PSOE se debe catalogar como un fracaso desde el principio de la campaña. Se quiso emular lo sucedido en Cataluña con Salvador Illa, pero partiendo de una premisa de salida errónea y que consistía en suponer que un partido como Cs tiene la misma base electoral en Cataluña (socialdemócrata preferentemente) que en Madrid (bastante menos centrada y más liberal y cercana al PP), sin ser similares los perfiles de los candidatos socialistas en ambos ámbitos. No cabe duda que se planteó mal el objetivo, los mimbres y la forma de alcanzarlo y es una pena porque Gabilondo era un buen candidato hace dos años, pero con esta situación de polarización extrema, los polos opuestos ganan y el centro se pierde. Ha sucedido así en numerosas ocasiones a lo largo de la historia y el sentido común se rebela ante esta perspectiva mil veces probada antaño porque, lo normal, debería ser, en un proceloso mar de dimes y diretes y de radicalidad en propuestas y modos de entender la política, que el pueblo volviera la cabeza hacia el único candidato que, de forma y de fondo, era el único moderado de la pomada electoral. Una vez dicho esto, el PSOE debe “ponerse las pilas” a la hora de buscar nuevos nombres que presentar a la comunidad y a la alcaldía, pero el tiempo apremia; ya no quedan 4 años, sino dos para la próxima convocatoria.

Un último apunte sobre la participación. Se ha dicho que estas elecciones han sido innecesarias, que no deberían haberse convocado y, mucho menos, en pandemia, pero lo cierto es que la participación se ha incrementado en 12 puntos… ¡en un día laborable! Y es obvio que la sempiterna cantinela de que la participación siempre beneficia a los partidos de izquierda se ha demostrado como falsa.

¿Traerá consecuencias en la política nacional la arrasadora victoria de Ayuso en Madrid? Sólo el tiempo lo dirá, pero creo que se avecinan tiempos de mayor polarización. Se huele la “sangre” en el ruedo político y no hay cosa que más alimente a las alimañas…

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