miércoles. 24.04.2024

Investidura: ¿Queda lo peor?

Mario Regidor | Es posible que Sánchez no sea investido como presidente pero el mérito de haberlo intentado no se le puede negar.

Mario Regidor | Escribo este artículo mientras escucho por la radio el discurso de investidura de la única persona que ha tenido a bien, sabiendo que no tiene los votos necesarios para convertirse en presidente, coger el toro por los cuernos y no desairar el mandato real de ser aspirar a la investidura como Presidente del Gobierno de España. Simplemente, por eso, Pedro Sánchez se merece mi respeto y mi admiración.

No podemos olvidarnos de que es el líder de un partido que consiguió 90 diputados del total de 350 que pueblan el Congreso. El PSOE fue el segundo partido más votado a 33 escaños del vencedor de las elecciones: el Partido Popular. Pero eso no fue óbice para que Pedro Sánchez asumiera con honor y orgullo el mandato de Felipe VI y, donde Mariano Rajoy dijo no por no tener los apoyos necesarios, ni tampoco molestarse en exceso en buscarlos. En esta difícil tesitura, el candidato socialista sí asumió el reto, consiguiendo el apoyo confeso para esta primera sesión de investidura de Ciudadanos y Coalición Canaria.

De esta primera sesión de investidura saldrá lo que tenga que salir. Me refiero… Es posible que Pedro Sánchez no sea investido como presidente pero el mérito de haberlo intentado, partiendo de una situación de inferioridad aritmética que ha tratado de ir paliando en estas semanas con acuerdos transversales no se le puede negar y, ya hablando en clave interna, no cabe duda de que dicha capacidad demostrada de llegar a acuerdos con otras fuerzas políticas le han fortalecido en la batalla orgánica que le espera en el Congreso Federal de mayo.

De todos modos, ¿en qué tesitura nos encontramos una vez pasada esta investidura? En el mejor de los casos, no hará falta una segunda y tendremos un gobierno progresista y reformista con un programa político a desarrollar realista y confiable y con Pedro Sánchez de Jefe de Gobierno. Pero, poniéndonos en lo peor, ¿en qué escenario nos quedamos?

Primeramente, a partir de ahora comienza el plazo de dos meses que Mariano Rajoy no quiso empezar a contar en una sesión de investidura que, a buen seguro, hubiera demostrado que no tenía los votos necesarios para ser investido presidente lo cual, teniendo en cuenta que partía de una mayoría absoluta previa y que el PP fue el vencedor de estas elecciones resultaba una ignominia que habría causado una catarsis en su partido que le hubiera obligado a dimitir.

Dicho esto, se nos plantea una disyuntiva… ¿Qué hará el rey? ¿Abrirá un nuevo período de consultas? Parece lo lógico y, sin embargo, la ley no le obliga a ello aunque tampoco le obliga a no hacerlo. Llegado el caso, ¿nominará al mismo candidato? ¿Volverá a intentarlo con Mariano Rajoy, arriesgándose a que, como un enamorado que no sabe lo que quiere le diga, otra vez, que no? ¿Nominará a otro candidato distinto, tal vez Pablo Iglesias o Albert Rivera? ¿Fracasará el diálogo y se deberán convocar nuevas elecciones?

Sinceramente, la cuestión permanece muy abierta pero si la intuición tiene algo de predicamento en estas cosas y la verdad es que creo que sí, les voy a decir mi teoría…

No creo que Pedro Sánchez se haya presentado a una investidura en condiciones de inferioridad para no articular una mayoría que le permita presidir el gobierno, máxime teniendo en cuenta la cobardía de nuestro actual presidente en funciones cuando partía de una situación de mayor holgura aritmética aunque de nula disposición al diálogo para formar gobierno.

Por todo lo anterior, y teniendo en cuenta que sin el PSOE no se puede articular un gobierno del cambio en este país, primero por lo que representa y segundo por su voluntad inequívoca de alcanzar acuerdos con fuerzas teóricamente muy dispares a nivel ideológico como Ciudadanos y Podemos, siendo el socialista el único partido presente en el hemiciclo que puede aunar una mayoría de gobierno reformista y progresista debo reafirmarme en que, finalmente, se llegará a pergeñar un programa de gobierno en el que se encuentren, con las debidas cesiones en aras del bienestar de la ciudadanía y de un gobierno estable, los principios irrenunciables de los 3 partidos políticos que, actualmente, pueden representar el modelo del cambio en nuestro país: PSOE, Podemos y Ciudadanos.

Sé que es difícil, sé que es complicado, sé que requerirá múltiples componendas que no serán aceptadas de muy buen grado por los poderes fácticos internos de los partidos implicados pero, por encima de todo, sé que es necesario. La ciudadanía nos lo exige. No podemos fallarles.

Investidura: ¿Queda lo peor?