jueves. 28.03.2024

Greta Thunberg, Boyan Slat y yo

Greta Thunberg
Greta Thunberg

Por Ignacio Apestegui | Pobre Greta, pobre niña histriónica, uno la ve gritando ante las cámaras o en los GIFS repetidos de sus memes y te das cuenta que no hay que hacerle mucho caso a las palabras locas que dice. Más teniendo en cuenta que solo habla de tonterías como el cambio climático o la extinción de las especies.

Una niña cuyo único mérito apreciable es escaparse de clase los viernes, para sentarse delante del parlamento sueco durante año y medio, hasta que algún otro vago, con intención de saltarse las clases, empezó a copiarle el cartel lleno de diéresis (seguro que lleno de faltas de ortografía ya que faltaba tanto a clase) para llamar la atención de los padres, como tanto les gusta hacer a los adolescentes molestos.

Por otro lado, tenemos a Boyan, un holandés que con 14 años creó un sistema para limpiar el océano de plásticos. Para probarlo lanzó una campaña que logró recaudar 2,2 millones de dólares y logró realizarlo con éxito.

En estos días, Boyan, ha puesto en marcha las primeras barcas automáticas, completamente propulsadas por energía solar, para limpiar los ríos de los Países Bajos de plásticos. Máquinas que serán exportadas para la limpieza de ríos de todo el mundo.

Y mientras, yo, cuando tenía 16 años estaba tomando Kalimotxo en Las Palmas de Gran Canaria, en la Calle 2 de Mayo en un Bar que se llama “Pachichi”, que por cierto aún sigue abierto, y aunque parezca que mi descripción de Greta Thunberg es despreciativa es todo lo contrario.

Admiro a ambos jóvenes con pasión desenfrenada.

Greta es una joven con Asperger, un trastorno del espectro autista que la dificulta interrelacionarse en algunos aspectos con sus semejantes, pero esto ni la denigra ni la eleva. Le ha puesto muchas piedras en el camino de la vida, aun así decidió cargar la mochila de su alma con la responsabilidad del futuro de la humanidad.

La admiro. La admiro y respeto. Si fuera mi hija me llenaría de orgullo y de hecho sus acciones han valido para que mi manera de hacer las cosas sea diferente. A aquellos mezquinos que la ridiculizan y, como yo tomaban kalimotxo con 16 años, les pregunto:

¿Vosotros con vuestras acciones movilizáis mil millones de personas? ¿Implicáis jóvenes de 128 países? ¿Intentáis concienciar empresas multinacionales? ¿Qué hacéis vosotros aparte de soltar bilis por las redes sociales?

Y qué decir de Boyan Slat… creo que alguna vez todos (bueno todos los que estudiamos ingeniería) tuvimos charlas rociadas con cerveza en las que imaginamos salvar el mundo. Pero él debió dejar la jarra y se puso a hacerlo y no volvió a atrás sí no que siguió haciendo más.

Hay personas que son incomparables. Hay personas que pertenecen a campos del conocimiento y de la cultura de manera diferente. Genios que sobresalen más allá de los demás. Albert Einstein, Marlene Dietrich, Marie Curie, Nicolás Maquiavelo, Greta Thunberg, Boyan Slat… No se pueden comparar entre ellos. Pero todos tienen algo en común y es su genialidad.

Además, en este caso del que he querido hablar es su amor por la tierra, su compromiso por la lucha contra el cambio climático, su creencia imperiosa en la necesidad de una acción inmediata la que la sitúa en un espectro muy avanzado para su edad y para nuestro tiempo.

Me atrevo a afirmar que, si alguna vez se cruzan, a pesar de la disparidad de los perfiles que tienen ambos jóvenes se convertirán en grandes amigos por el amor que sienten por la naturaleza. Por la carga que han llevado sobre sus hombros y por la mezquindad de las personas que tomaban kalimotxo con 16 años y cuya preocupación hoy en día es ridiculizar los logros de personas más capaces que ellas mismas.

Yo personalmente, kalimotxo en mano, brindo por ellos y agradezco que haya jóvenes hoy en día que me traigan un poco de esperanza.

Greta Thunberg, Boyan Slat y yo